Tras los anuncios del ministro de Economía y candidato a Presidente Sergio Massa, se abrió la polémica sobre el Impuesto a las Ganancias que se implementó hace 91 años; especialistas hablan de los inicios y su aplicación en el país
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La Argentina venía de un período de “vacas gordas” y de “tirar manteca al techo”. La caída de la Bolsa de Nueva York, en 1929, ocasionó una crisis financiera sin precedentes con consecuencias para los Estados Unidos y el resto del mundo. La Gran Depresión -así la llamaron- golpeó al país de manera brutal.
En enero de 1932, para paliar la caída del modelo agroexportador, el gobierno de facto de José Félix Uriburu, sancionó un “gravamen de emergencia nacional” que gravaba los réditos, entendidos como “el remanente neto, o sea, el sobrante de las entradas o beneficios sobre los gastos necesarios para obtener, mantener y conservar dichos réditos”. Hace casi un siglo nació como excepción, pero como (casi) todas las excepciones en la Argentina nunca se fue: con los años pasó a llamarse Impuesto a las Ganancias y el universo de los obligados a su pago fue cada vez es mayor.
Sobre los orígenes del impuesto, Eduardo Baistrocchi, director académico de la maestría en derecho tributario de la Universidad Torcuato Di Tella, explica: “El origen de este impuesto fue el enfrentamiento entre Napoleón y el Reino Unido. En Londres necesitaban desesperadamente dinero para financiar la guerra. En 1799 introduce por primera vez en la historia de la humanidad el impuesto a las ganancias solo con ese fin, el de derrotar a Napoleón. Lo cierto es que, finalmente, en 1815, Reino Unido prevalece sobre Napoleón y el impuesto se mantuvo vigente hasta la actualidad, todos los años se renueva. El modelo del Impuesto a las Ganancias argentino se inspira en el británico”.
-¿Cómo llega de Reino Unido a la Argentina?
-Fue vía Australia. Argentina hace una importación del modelo británico a través de Australia. El primer proyecto de ley de este impuesto en el Congreso data de 1917, durante al presidencia de Hipólito Yrigoyen. Pero por razones políticas la elite del momento no quería dar fondos extras. Luego, Raúl Prébisch, que era un joven funcionario de Alvear, fue enviado a estudiar el modelo de “impuesto a los réditos” de Australia, que copiaba el británico. Prébish regresó con todo el know-how pero, otra vez, no llegó a concretarse en el país en ese momento. Fue recién en 1932, cuando Uriburu derrocó a Yrigoyen, que se implementó.
-Prébish trajo, desde Australia, el impuesto a las ganancias británico para aplicarlo en la Argentina, ¿con alguna modificación?
-Si uno lee la versión original del impuesto a los réditos es como si leyera la de Reino Unido de la época. Dividir en categorías al impuesto es de origen histórico en Reino Unido porque la elite británica de la época, los lores, no querían que ningún funcionario del fisco supiera la magnitud de su riqueza, por eso crearon diferentes categorías y atribuyeron distintas burocracias a cargo de cada una para que ningún burócrata supiera cuanto ganaba cada lord. En definitiva, fue el lobby de los lores británicos.
-En 1932, después de dos intentos fallidos, durante el gobierno de José Félix Benito Uriburu se sancionó el impuesto a los réditos, además de ser un gobierno de facto, ¿qué había cambiado?
-En ese entonces, se vivía la Gran Depresión y la situación de la economía argentina era frágil porque estaba muy integrada a la británica, se complementaban muy bien. Pero ese modelo de país colapsó en 1930, que coincidió con la implosión gradual del Reino Unido como poder hegemónico mundial. Se volvió a pensar todo el sistema fiscal de la Argentina, porque antes el Estado se mantenía con los impuestos aduaneros.
-¿Qué significa que se volvió a pensar todo el sistema fiscal?
-Además del impuesto a la renta, se creó el sistema de Coparticipación Federal que hoy es tan discutido. Se dispuso que solo el gobierno nacional puede establecer y recaudar el impuesto a las ganancias, y esa recaudación es repartida a las provincias. Lo que sucede es que este sistema es “el pecado original”, por decirlo de alguna forma. Existe un principio fundamental de finanzas públicas según el cual el mismo nivel de gobierno que tiene el poder de gravar debe ser el que tenga la potestad de gastar (power to tax and power to spend), eso debe estar siempre en el mismo nivel porque de esa manera se permite al votante medio premiar o castigar al político si hace las cosas bien o mal. En Argentina eso está fracturado porque el gobierno federal es el que recauda y los gobiernos provinciales los que gastan, entonces el elector no sabe bien a quién castigar electoralmente si, por ejemplo, el hospital no funciona... se embarró la cancha. Eso ya sucedía en 1930 y en 1994 cometieron el error de darle rango constitucional, estamos atados.
“La tributación progresiva apareció en un régimen de facto o reaccionario”
Según Roy Hora, historiador e investigador del Conicet, nuestro país entró tarde “a la organización de una tributación basada en impuestos directos, es decir aquellos que gravan la manifestación directa de la capacidad contributiva de los contribuyentes, como la renta”.
-¿Por qué la Argentina entró tarde?
-Ya en 1910, en la Argentina se estaba viendo el impuesto a la renta y quizás hubiese sido esperable que en un gobierno democrático, como el que surgió de las urnas, en 1916, (Hipólito Yrigoyen) hubiera avanzado en esa dirección. Sin embargo, fracasó... y el mayor freno vino de las provincias. Tuvo que ocurrir un cataclismo económico como fue la Gran Depresión para que se aprobara el impuesto a los réditos. Lo llamativo es que la tributación progresiva, que es la que está más en sintonía con la idea democrática aparece en un régimen de facto o reaccionario, es decir no viene de la mano de la democracia, sino de la restricción. Al comienzo, los socialistas se oponían al impuesto a la renta. Luego el peronismo también se opuso a este impuesto. Pero, esto es curioso, otros países fueron por el camino de generalizarlo, es decir, que la mayor parte de los trabajadores lo pagaran.
-¿Cuál fue el rol del peronismo en el Impuesto a las Ganancias y los trabajadores?
-Con el peronismo la Argentina nuevamente toma un camino distinto al de los demás países del mundo, en especial a los más desarrollados. En los 40 se produjo una universalización del impuesto a la renta. En los Estados Unidos, al finalizar la guerra, más de tres cuartas partes de los trabajadores pagaba impuesto a la renta (income tax), pero el peronismo no quiso ir por ese camino, no quiso expandir el impuesto a las ganancias.
-¿Por qué Perón no lo hizo?
-Las razones por las que Perón se resistió a crear una cultura tributaria más universal son difíciles de establecer, probablemente porque prefirió poner el foco en otros impuestos, en el comercio exterior (IAPI - Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) o financiarse con recursos de la caja jubilatoria que estaba siendo creada en esos años. Perón no quiso decirle a los trabajadores tienen que dejar una parte de su salario para pagar el impuesto y probablemente eso lo hizo porque se sentía políticamente débil frente a las organizaciones sindicales y los trabajadores. En el 46, Perón era un recién llegado que había prometido mucho en términos de justicia social y tenía ese compromiso. Él buscaba sintonizar con los intereses de la mayoría, pero no quería que esas mayorías que lo apoyaban sintieran que tenían que financiarlo, por eso fue por otro camino.
“La decisión posterior de incluir a los asalariados busca lidiar con el problema de la desigualdad gravando con mayor fuerza a los más ricos. Mientras más grande es el universo de los sujetos alcanzados por el impuesto más baja puede ser la alícuota. Sin dudas, no todos deben pagarlo, solo aquellos que superan un mínimo no imponible. Permite sociedades más cohesivas, más igualitarias y que funcionan mejor”, añade Baistrocchi.
“Todos tienen que pagar el impuesto a las ganancias, equidad horizontal”
“Es el impuesto más progresivo inventado por la humanidad y, paradójicamente, un gobierno peronista ahora hace algo que beneficia a los ricos vaciando de contribuyentes a este impuesto. Existen cuestiones claramente inconstitucionales como un convenio colectivo de YPF excluyendo a los empleados de la empresa del impuesto. En el cortísimo plazo, la medida es entendible porque los sueldos de los empleados suben y probablemente desaliente un paro de los trabajadores, pero a largo plazo implica favorecer a los ricos porque obliga al Estado a emitir y genera más inflación que es regresivo. Creo que esta decisión del ministro de economía es una píldora envenenada para el próximo gobierno”, agrega Baistrocchi.
El economista Juan Carlos de Pablo sostiene: “Este impuesto en realidad debería llamarse ‘impuesto a los ingresos netos de los gastos ocasionados para generar ingresos’, pero como es un nombre largo le pusieron “Impuesto a las Ganancias”... un error. Por ejemplo, yo dicto clases en la universidad San Andrés y por eso me pagan, pero para dar clases tengo que ir y pagar la nafta para el auto, cuando estoy allá me gusta tomar una coca cola... entonces deduzco de lo que me pagan esos gastos, ese es el concepto. Es un impuesto universal. Eso de decir ‘No, los peluqueros no tienen que pagar’... Todos lo tienen que pagar y en igual condiciones, equidad horizontal. Excepto los asalariados en relación de dependencia que tienen una deducción especial, es decir una persona gana cien pesos porque es asalariado y otro gana cien pesos por alquileres, el primero paga menos que el otro”.
Sin embargo, para De Pablo a la progresividad hay que tomarla con pinzas: “En la facultad les pregunto a los estudiantes ‘¿Qué opinan de que aquel que gana el doble pague el doble de impuestos? ¿Están de acuerdo?’. Y todos contestan afirmativamente. ‘¿Cuál es el sentido de ganar el doble? ¿Pagar más impuestos?’, les respondo. Por eso hay que tener cuidado con la progresividad porque tiene límites. En los Estados Unidos, en la década del 50, la alícuota marginal del impuesto a las ganancias llegó creo que al 90 por ciento, entonces las grandes empresas empezaron a pagar en especie, es decir con fringe benefits (beneficios complementarios) y les daban a sus empleados la casa, el auto, la masajista y no sé qué otras cosas más... hasta que se dieron cuenta y bajaron las alícuotas”.
-De Pablo, ¿se puede eliminar el Impuesto a las ganancias?
-Entre Ganancias e IVA es la mitad de la recaudación total del Estado, alguien que dice “vamos a sacar el impuesto a las ganancias” no tiene la menor idea de lo que está diciendo.
“Hay que pagar impuestos, los impuestos son el precio de la civilización. Sin impuestos la sociedad se convierte en una selva. Claro que si los impuestos son demasiado altos se produce lo que explicó un jurista económico de Ronald Reagan, la curva de Laffer: cuando la carga impositiva supera cierto nivel, subir la alícuota genera una caída de la recaudación en lugar de aumentarla. El problema de Argentina es que la economía en blanco es cada vez más chica y se ve obligada a pagar cada vez más impuestos. Eso origina una lógica perversa porque incentiva a eludir o evadir impuestos, o irse a otra jurisdicción”, concluye Baistrocchi.
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