Gallo Lungo: la isla paradisíaca con forma de delfín que puede alquilarse por semana
LA NACION
Aunque pareciera sacada de un sueño, en la costa italiana de Amalfi existe un archipiélago conocido como Li Galli o Le Sirenuse (la sirena, por la leyenda que afirma que estos seres mitológicos habitaban allí) que se destaca por una peculiar isla con forma de delfín bautizada Gallo Lungo (Gallo grande).
Se trata de un verdadero paraíso, no solo por sus paisajes, sino también por sus suntuosas construcciones.
La isla incluye un antiguo yacimiento romano, posee tres villas y una torre de piedra con 13 habitaciones disponibles. También hay un helipuerto, un muelle para barcos, tres piletas y dos barcos de nueve metros.
A su vez, hay una capilla privada con capacidad para 20 personas que cuenta con un piano, un altar para celebrar bodas y un camino de escalones de piedra que conducen directamente al mar.
Además, posee muchas grutas escondidas entre sus rocas, consideradas como uno de los mejores sitios de buceo de Italia.
De acuerdo con el portal inmobiliario Vladi Private Islands, la isla está en alquiler por 220.000 euros (258.000 dólares) por semana para grupos de hasta 12 personas. La tarifa incluye personal, servicio, catering y un yate para los huéspedes.
Este magnífico lugar hospedó a importantes personajes como Greta Garbo, la princesa Margaret de Reino Unido, las actrices Ingrid Bergman y Sofía Loren y Jacqueline Kennedy, entro otras interesantes personalidades.
Historia de la isla
En la década del 20, el coreógrafo y bailarín del Ballet Ruso Leónide Massine compró la isla y realizó construcciones para hacerla habitable. Transformó una torre de vigilancia romana en un teatro al aire libre, con un estudio de baile, que posteriormente sería destruido por una tormenta.
El bailarín decoró una de las villas al estilo morisco, con azulejos sevillanos del siglo XIX, colocó alfombras de Kilim, fabricadas a mano.
Messine falleció en 1979 y la propiedad estuvo abandonada durante casi una década, hasta que otro bailarín ruso, Rudolf Nureyev la compró en 1988, pero murió pocos años después. Luego la isla fue comprada por Giovanni Russo quien invirtió 28 millones de dólares para restaurar el lugar.
Más tarde, el dramaturgo napolitano Eduardo De Filippo compró la isla Isca, que es considerada parte del archipiélago pero separada de la propiedad, y luego pasó a pertenecer a su hijo, Luca.
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