Gabriel Batistuta: “El Mundial no siempre lo gana el mejor”
En una cancha de golf de la ciudad de Perth, Australia, sobre el océano Índico, en el recorrido habitual del juego, un hombre le comenta a su rival ocasional de partida que se acercaba el Mundial de fútbol Alemania 2006. El otro jugador lo escucha. El hombre continúa:
–Es una experiencia importante para un deportista.
El hombre escucha atentamente.
–Participar y representar al país.
El hombre escucha atentamente.
–Debe de ser una experiencia muy importante.
–Y sí: yo jugué tres.
No le creyó. Por supuesto que tampoco lo reconoció. Gabriel Batistuta hacía un año que vivía en Perth y tres que había jugado su última Copa del Mundo, en Corea-Japón 2002. Doce años después, está sentado en el restaurante de un hotel de Recoleta porque, ahora, es el anfitrión de History Fútbol, la programación especial que History Channel ideó para la previa del Mundial. Hasta el domingo que viene, todos los días, todo el día, solo habrá historia del fútbol en la pantalla.
¿Cuándo empieza un jugador a pensar en el Mundial?
Desde que te clasificaste no parás de pensar. Pensás todo el tiempo. Con mis compañeros, de mi generación, nos pasaba eso: cuando nos cruzábamos, porque todos jugábamos en contra, en Europa, se hablaba solamente de lo que venía.
¿Ninguno hablaba de su club?
No, cuando nos encontrábamos solo se hablaba de la Selección. Por ahí un qué tal estás acá o allá, pero el tema era la Selección, que era donde estábamos juntos. Es que no ves la hora de que llegue el primer partido.
¿Creés que lo siguen viviendo así?
Sí. Lo más aburrido es la clasificación.
¿La clasificación es aburrida?
Sí, porque son compromisos.
Si estás clasificado. Si estás con la soga al cuello…
Por supuesto que hay distintas situaciones, y que las clasificaciones no son una broma; demandan energía y concentración. Pero es algo que los jugadores no quieren: los jugadores quieren jugar el Mundial. Uno piensa: "Tengo que pasar esto para llegar". Es como en un casamiento: "Tengo que comer un plato de pastas para llegar al postre. ¡Me tuve que aguantar todo esto para poder comer la torta!".
¿Temiste que no nos clasificáramos?
Sí.
¿En qué etapa?
Dos o tres partidos antes. Yo escuchaba comentarios de que el Mundial sin la Argentina no es Mundial. Pero Italia no va al Mundial. No va Holanda y el Mundial se hace igual; y Holanda tiene historia. Creo que en la FIFA piensan lo mismo [ríe]. Es mejor si está la Argentina, pero si no está se hace igual.
"Hay esperanza: tenemos al mejor del mundo"
El escritor mexicano Juan Villoro dice que uno en el fútbol puede soñar todo. Pero también dice que la realidad en el fútbol se llama Alemania.
Y está ese dicho que un Mundial es un evento que se hace cada cuatro años donde siempre gana Alemania.
¿Vos creés que es así?
No…, pero siempre están ahí: no bajan de semifinales.
¿El 9 es el jugador al que menos le habla un técnico?
[Ríe] Puede ser. Sí. Es que ahí termina todo, ahí terminan todas las jugadas. Para que la pelota le llegue al nueve tiene que pasar por los pies de otros. Depende mucho del equipo. Una de las habilidades que tiene que tener el nueve es adaptarse a los compañeros que tiene. Es una de las cualidades que tiene que tener si quiere ser un nueve completo.
¿Tenemos un 9 así?
El único 9 que tenemos me parece que es Higuaín.
¿Y se adapta?
Sí, se adapta. Se adapta tanto que hace menos goles de los que hace en otro lado. El nueve forma parte de un equipo. Hay nueves que, sin hacer goles, hacen un trabajo extraordinario. Un nueve que abre caminos se lleva a los defensores para otro lado. Ruggeri cuenta que una vez que jugamos en contra, él en Ancona y yo en Fiorentina, él me marcaba a mí y yo no hice ningún gol. Pero ganamos 7 a 0. Lo paseé por todos lados. El nueve quiere hacer goles, pero antes que todo quiere que gane el equipo. Yo no podía hacer goles porque el Cabezón me marcaba bien, pero lo saqué del lugar donde él debería haberse quedado. Yo no hice goles, pero jugué un excelente partido.
¿Lo sentiste como si hubieses hecho un gol?
No, estaba satisfecho con mi trabajo, pero no. El nueve, si hace dos goles, quiere hacer tres.
Cuando se lo criticó a Higuaín vos dijiste que el hincha está lejos de saber qué le pasa por la cabeza en un momento semejante. Pero que vos, por el puesto, sabías. ¿Qué le pasa a un nueve por la cabeza mientras corre llevando la pelota?
Yo me imagino lo que le puede llegar a pasar, no sé si le pasó a él. Pero imagino que si tenés varias posibilidades y no tenés suerte, porque para mí lo que le faltó a él fue suerte, y tenés tiempo para pensar, no está bueno. Si tenés la pelota y tenés dos segundos para pensar…
¿Dos segundos es mucho tiempo?
Una vida: lo mejor que le puede pasar a un nueve que no hace goles es hacer uno de rebote. Donde no tenga tiempo para pensar qué puede pasar si lo llega a errar. No es lo mismo agarrar la pelota en el medio de la cancha y llevarla hasta donde está el arquero que si agarro un rebote y fusilo al arquero. Desde la mitad de la cancha hasta llegar al arco pienso cómo voy a festejar el gol, a quién se lo voy a dedicar, pienso que si lo erro, me va a putear todo el mundo, pienso que no lo puedo volver a errar. Todo eso no colabora. Hay muchas consecuencias después de que pateás al arco: errás y hacés perder a tu equipo, seguís con racha negativa, o lo hacés y salís campeón del mundo.
En el amistoso contra España pareció frustrarse. ¿Te pareció?
No lo analicé desde ese punto de vista. Pensé que tuvo mucha mala suerte. Porque esas pelotas, de diez, nueve son gol. Y te quedás pensando lo que pasó.
¿Cuánto tiempo te quedás pensando?
Depende de cuánto tarde en llegarte la próxima pelota. Es como cuando te caés del caballo: si no te subís rápido, no te subís más. Si pensás lo que podría haberte pasado, no te subís más.
Bilardo, en 1986, ponía un disco en los entrenamientos: los hacía entrenar el himno.
¿El himno? ¿Eso te lo dijo Bilardo?
Sí. Él sostiene que "el himno te modifica".
Puede ser, somos todos distintos, reaccionamos distinto. A mí me motivaba mucho, pensaba todas cosas positivas. Hay otros pibes que no ven la hora de jugar, "basta de esto, vamos a jugar". Yo disfrutaba mucho ese momento. No sé cuánto dura, depende de la versión, ¿no? Pero siempre se me pasaban cosas buenas por la cabeza. Pero no lo elegís, es lo que te pasa. No sé cómo se maneja eso. Te invade. Pensaba lo que me había costado llegar ahí.
"Muchas lesiones ni van al parte: las esconden. Porque jugar en la Selección es lo más"
¿Imágenes?
De chico. Yo de chico. Soñando. Creo que eso les debe pasar a todos.
No mirás el himno ahora.
No, no lo miro.
¿Calculás encender la tele más tarde?
Sí. En Europa, sobre todo, los partidos empiezan en horario. Si es y media, y veinticinco están acomodados para cantar el himno. Así que miro la tele y media.
¿Por qué?
Porque son tiempos que no volverán.
¿Y en la cancha?
Raramente voy a una cancha. Cuando trabajo para la televisión, sí, claro. Ahí se complica.
¿Qué hacés?
Pienso qué estará pasando en mi casa, pienso en otras cosas. Para el jugador es un momento muy lindo, porque ahí no pasa nada: no errás nada. Es momento de gloria. Después empieza el partido y podés errar.
¿Es el único momento que un jugador está a salvo?
Creo que sí. Y todos están con vos.
Tuviste psicólogo en el plantel de Boca. ¿En Fiorentina? ¿En la Selección?
En Fiorentina, no. En Inter, sí. En la Selección, nunca.
¿Te sirvió tener psicólogo en un plantel?
No mucho. Yo tendría uno, pero no me sirvió [ríe].
Quizás no era el adecuado...
Puede ser. No lo veo mal. No sé si lo tendría: no lo veo mal. No le hace mal al fútbol, y puede hacer bien.
¿Qué es lo peor del Mundial?
Volverte a tu casa antes de la final. Yo no llegué nunca a una final.
¿Te quedó esa espina?
Sí. Yo me puse contento con mi carrera recién hace dos años, y hace quince que me retiré.
¿Por qué tardaste tanto?
No sé, necesitaría un psicólogo [ríe]. Siempre pensé que podría haber hecho más.
¿Qué es más?
Hacer más goles, jugar más partidos en la Selección. Todo más. Mucho más. Soy muy exigente, no está bueno.
Estamos en un living, mirando un partido de la Selección. Gol de Argentina. Te miro, ¿qué veo?
Nada, no vas a ver nada. No salto de la silla. Me pongo contento, sí, pero miro el fútbol desde otro lugar. Nunca me rompí una mano contra una mesa festejando un gol. No me da lo mismo si Argentina gana o pierde, pero no grito. Puede ser porque estuve ahí adentro. Pienso en un boxeador que ve una pelea: yo veo una piña y festejo, mientras que el boxeador debe pensar "una más".
Hasta el 1° de julio de 2016, con 54 goles, Gabriel Batistuta fue el máximo goleador de la historia de la selección argentina. El récord, que mantuvo durante 18 años, se terminó ese día, porque Lionel Messi hizo su gol número 55 con la camiseta nacional.
Siempre más. Hasta que Messi te pasó eras el goleador de la Selección, ¿cuántos goles más querías?
No me lo pregunté. Más.
¿Te importan los ránkings?
No le doy mucha importancia porque no cuentan la verdad. En muchos casos son solo un número. En fútbol, en automovilismo, en muchos deportes. Schumacher ganó siete títulos del mundo, pero con una Ferrari que corría sola. Fangio ganó cinco con tres marcas diferentes. Autos a los que a un hijo mío no lo dejaría ni subir: ni casco tenía. Para mí tiene más valor eso, pero en el ranking está primero Schumacher.
Con ese criterio, Messi no ganó "nada".
Exacto. Y es mentiroso. Hay muchos jugadores que no ganan el Balón de Oro porque su equipo no ganó la Copa de Campeones [sic]. ¿Qué criterio se usa ahí? Entonces no están premiando al jugador. Es confuso. Miro los ránkings, pero no los creo.
El dolor es la señal inequívoca del cuerpo para que paremos. ¿Por qué los jugadores no paran?
Porque no les duele tanto.
¿Qué es tanto, cuál es el límite?
Tu objetivo.
¿Aunque sea a costa de tu cuerpo?
Es gente que tiene 20, 25 años.
Sos inmortal.
Sos Tarzán. Si me preguntás ahora, yo hubiese jugado la mitad de los partidos que jugué, porque los habría jugado mejor. La mitad de los partidos que jugué no los jugué bien, algo me dolía. Pero es lo común: a los jugadores siempre les duele algo. Y los que jugamos en la Selección, más: mientras tu equipo está de vacaciones vos vas a jugar con la Selección. No parás nunca. Todos los días te duele algo. No sé cuántos jugadores han jugado al 100% de sus posibilidades.
¿Es raro que un jugador entre a una cancha sin dolor?
Sí, es raro que no le duela nada. Depende también de en qué equipo jugás: hay equipos donde el lesionado es un jugador fundamental, nadie quiere perder. Y juega. Y todos quieren jugar: no está nada bueno estar en una camilla mirando el partido desde afuera.
¿El descanso?
Es casi más importante que el trabajo. Es como en tu trabajo: si sos buena periodista, te van a mandar a vos a hacer las preguntas, no a otro. En el fútbol es igual. Y hay sponsors y un club que te paga para ganar. Todo te empuja: mejor jugás y más te exigen. Por eso no duran mucho los jugadores. Pocos duran diez, doce años. La mayoría juega tres, cuatro años y desaparece.
Los que duran quince años, ¿qué?
Tienen otra cabeza.
Cristiano Ronaldo, Messi.
Maradona. Años. Muchos años.
***
Es 1994 y Argentina juega su primer partido del Mundial. Fernando Cáceres corta un ataque de la selección griega y recupera la pelota para su equipo. El pase es para Batistuta, que, en un solo movimiento, se la pasa a Simeone y se saca de encima a un griego. Simeone la puntea y, de nuevo, la toma Batistuta. Y ahí va: encara al arco con toda velocidad, entra al área y, cuando parece que va a patear, avanza con la pelota en sus pies unos metros más. Entonces sí, dispara. La pelota pasa entre las piernas de un rival y, aunque sin mucha fuerza, se mete junto al palo derecho del arquero. Es el primero de los tres goles que haría esa tarde.
-La noche anterior dormí con los botines puestos.
¿Por qué?
Porque me quedaban chicos y quería estar cómodo al otro día.
¿Los estabas estirando?
Sí, eran un número más chicos y los otros no llegaron a tiempo. La única manera de amoldarlos era usándolos, pero no había tiempo, porque llegaron la tarde anterior al partido. Los mojé y me los puse, a ver si se estiraban un poquito. A la tarde me quedaban chicos, al otro día me quedaban bien [ríe].
¿Pensaste en usar un número más chico?
Siempre usé medio número más chico. Necesitaba sentir el pie compacto.
Compartías la habitación con Caniggia.
Él tenía el botín roto: le cortaron una parte para que no le presionara la uña: lo habían pisado en el entrenamiento.
¿Jugó así?
Jugó así, con el botín roto. Hay muchas cosas que los jugadores de la Selección hacen que la gente desconoce.
¿Por ejemplo?
Lesiones. Muchas lesiones ni van al parte: las esconden. Porque jugar en la Selección es lo más.
¿Se lo esconden al médico?
Muchas veces, no le decís al médico porque después va y le cuenta al técnico. Y el técnico pone a otro y te quedás afuera del partido. Por eso, habiendo sido jugador, ver que los critican a estos chicos me da bronca. Están forrados en plata, la mayoría de ellos ganaron todo lo que se pueda ganar y vienen acá y lo único que les puede pasar es perder. En las Eliminatorias lo único que podía pasarle a la Argentina era perder, porque si ganaba era lo normal.
Clasificarse era lo normal.
¡Y si no, no se hacía el Mundial! ¿Sin nosotros? [ríe].
"Sentir la camiseta", ¿es un concepto estúpido?
No, es una verdad. Se siente. No sé explicarlo. Cuando nos cruzábamos en Europa era hablar de eso, de cuándo jugábamos amistosos. Y jugás para estar en la Selección.
¿Jugabas pensando en que te vieran?
Jugás sobre todo para eso. El jugador argentino es así. En otros países no pasa.
¿Creés que físicamente pueden aguantar siete partidos en un mes con las exigencias que hay hoy y la edad/características que tienen?
La cabeza es más importante que cualquier parte del cuerpo. Depende de la cabeza,
¿Puede anular un dolor?
Mil por mil.
¿Anulaste dolores con la cabeza?
Al otro día que dije que no jugaría más no me podía levantar de la cama del dolor de tobillo. Supe que debería haber dejado de jugar dos años antes.
¿Qué sería fallar en Rusia 2018?
Nada. Hay esperanza porque tenemos al mejor del mundo y fenómenos que están muy bien en sus clubes. Falta tiempo, hoy si pensamos que no salir campeones es un fracaso, está mal. Capaz se juntan y en quince días son una máquina. Y si no salimos campeones, no pasa nada. Suena feo, pero no pasa nada. Es fútbol: capaz enganchan y meten cinco en un partido y vuelan. Y por ahí empatan y se van. Hoy no somos una máquina. Y cuando fuimos una máquina nos volvimos en la primera rueda. El Mundial no siempre los ganan los mejores, a pesar de que Alemania está siempre en las semifinales. Pero ni ellos ganaron todos los mundiales.
Bueno, el 86: la Selección no andaba nada bien.
A mí me encanta escucharlo a Bilardo. Las historias que cuenta son de película. El tipo laburó, laburó, laburó y pudo. Y no tenía nada a favor. Y se trajeron la Copa del Mundo.
¿Dónde vas a ver el partido con Islandia?
En la cancha: voy a trabajar par la televisión.
¿Y el himno? ¿Qué vas a hacer?
No lo voy a mirar. Mandaré mensajes, me meteré en un chat.
LÍNEA DE TIEMPO
- 1969. El 1° de febrero nace en Reconquista, provincia de Santa Fe
- 1988. Pasa del club Reconquista a Newell’s Old Boys. El 25 de septiembre de ese año debuta en primera división
- 1989. Deja el club rosarino para jugar en River. Un año después debuta en Boca
- 1991. Llega al fútbol italiano. En Fiorentina se transforma en ídolo y Alfio Basile, DT de la Selección, lo convoca para jugar la Copa América de Chile. Gana esa copa y también la de 1993
- 1994. Juega su primer Mundial, en Estados Unidos 94. En el estreno hace tres goles
- 2002. Juega su tercer y último Mundial, en Corea-Japón
- 2005. A los 36 años las lesiones le dicen basta: anuncia su retiro del fútbol en Al Arabi (Catar). En la Selección totalizó 54 goles
- El futuro. En pocos días viajará a Moscú para trabajar: será uno de los comentaristas de la señal de televisión Al Jazeera para la Copa del mundo Rusia 2018
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