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Si en la Argentina las pioneras del fútbol femenino tuvieron que mezclarse con los hombres, Shabnam Mobarez tuvo que imaginar que el campo de refugiados de Dinamarca al que había llegado en 2002 con su familia desde Afganistán era una cancha para sentirse libre. Hasta que un día una entrenadora la vio jugar mientras paseaba a su perro y la invitó a sumarse a un equipo con otras chicas.
Casi una década después, a los 25 años Mobarez es mediocampista profesional en Aalborg, uno de los clubes más populares de Dinamarca, y capitana del seleccionado afgano. Reconoce que la clave del lugar que ocupa hoy estuvo en esa iniciación de niña: “Jugar con esas chicas me ayudó mucho. Mis compañeras eran danesas y el fútbol resultó ser mi herramienta para aprender: en seis meses ya hablaba danés y me sentía una más”.
Shabnam Mobarez es la cara visible de la lucha de las futbolistas afganas. Una entrenadora la fichó mientras jugaba en un campo de refugiados.
Según datos del informe “La estrategia de fútbol femenino”, elaborado por la FIFA en 2020, 26 millones de mujeres juegan al fútbol de manera regular en 180 países, y la expectativa es que la cifra se amplíe a 60 millones en 2026. Uno de los principales medios de difusión son las redes sociales, algo a lo que muchas mujeres de Oriente Medio no tienen acceso. En un intento de suplir esa falta de recursos, Shabnam hoy forma parte de la agrupación internacional integrada por deportistas Girl Power, que tiene como uno de sus objetivos la creación de campos de entrenamiento para mujeres y niñas en situaciones desfavorables en Dinamarca, Afganistán y Pakistán.
Afganistán es considerado el país más peligroso del mundo para las mujeres, donde la violación no está penada por la ley y de acuerdo con las estadísticas de trust.org, el 87% de las mujeres son analfabetas y el 80% de los matrimonios, forzados.
Shabnam regresó por primera vez a Afganistán en 2014, y en su estadía en Kabul percibió las miradas de quienes no aprueban su condición de futbolista: “Hay muchas personas con un tipo de mentalidad a las que hay que convencer de que está bien que las niñas jueguen al fútbol”, se lamenta. Recién en 2010 el seleccionado femenino pudo jugar su primer partido oficial, en un contexto en el que las jugadoras, aún hoy, sufren situaciones de violencia de todo tipo. “Esas chicas necesitan esconder que son futbolistas y es realmente triste”.
El otro #metoo
En 2015, la dirección técnica del seleccionado afgano quedó a cargo de la estadounidense Kelly Lindsey. En su primera charla les preguntó qué sentían al representar a su país, y le llamó la atención la respuesta: “No tenemos voz”. Recién llegó a comprender qué significaba esto cuando en 2018 la FIFA atendió el reclamo de sus seleccionadas sobre los casos de abuso sexual y maltrato sufridos entre 2013 y 2018 por parte de miembros de la Federación Afgana de Fútbol (AFF) y de exentrenadores.
La denuncia había sido desestimada desde 2016, hasta que Shabnam Mobarez junto a otras jugadoras realizaron en 2018 la campaña #Voice4Voiceless (“Dar voz a quien no tiene una”), con la que difundieron públicamente los hechos: “En la cultura que vivimos, estas cosas no se mencionan porque es más fácil culpar a la mujer, a la víctima. Por lo tanto, el hecho de que seamos las primeras en romper el silencio representa un gran paso”.
Finalmente, en 2019, la FIFA sancionó al presidente de la Confederación de Fútbol de Afganistán, Keramuddin Karim, con la prohibición de ocupar cargos deportivos de por vida. Actualmente se encuentra prófugo.
“Estamos intentando llevar justicia a las jóvenes y víctimas sin dejar que nadie involucrado quede libre. Buscamos que este tipo de comportamientos no sean aceptados en ningún ámbito. Se trata de una causa muy importante, nunca nadie habló de esto en nuestro país. Nuestro objetivo es crear una voz para las mujeres afganas”, concluye.
Un regalo de Racing
En 2019, Shabnam fue invitada al World Football Summit (WFS), un foro internacional donde diferentes personalidades del fútbol discuten temas de relevancia. Allí habló del trabajo de #Voice4Voiceless y recibió el premio a la mejor iniciativa por su labor en favor de los derechos humanos contra el abuso sexual y la discriminación. También recibió un regalo por parte de Racing Club. Conmovidas por su historia, las jugadoras del plantel femenino le enviaron una camiseta firmada por cada una de ellas.
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