Comenzó con este hábito a los 13, como la mayoría de sus compañeros de la escuela; su familia le rogaba que lo dejara, pero Gabriela todavía no estaba preparada; un doctor fue clave para terminar con este vicio
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Gabriela Lezama recuerda que la noche del 19 de julio de 2015 a las 23.50 prendió el que podría haber sido su último cigarrillo y pensó que a la mañana siguiente, al levantarse, iba a saber si podría cumplir con el compromiso que había establecido meses atrás.
Le aconsejaron, cuenta, que no hiciera lo mismo de todas las mañanas: tomar un mate y, obviamente, prender un cigarrillo. Si bien parecía estar dispuesta a abandonar ese vicio, el desafío que se le venía por delante no era nada sencillo.
40 años ininterrumpidos fumando
A los 13, durante el primer año de la secundaria, Gaby empezó a fumar ya que, dice, la mayoría de sus compañeros lo hacía.
“Lo más lógico era fumar a la salida del colegio y se sentía súper bien, lo más canchero. Lo máximo que llegué a consumir por día fueron dos atados”.
El pedido de toda su familia
Sin embargo, los años fueron pasando y Gaby fue notando que los días de lluvia y de humedad el olor a cigarrillo era muy fuerte, aunque creía que con perfume lo podía disimular.
“Las primeras veces que tomé conciencia de que no debía seguir fumando fue cuando alguien de mi entorno se enfermaba o se moría, pero decía que lo iba a dejar para otro momento. Mis familiares me decían que lo dejara por ellos, pero la mayoría nunca había fumado y yo respondía que por esa razón ellos creían que era fácil”.
Sin excusas
Mucha gente que fuma y no puede abandonar este vicio suele poner excusas: la soledad, atravesar un momento doloroso, la muerte de un ser querido, estar sin trabajo, entre otras cosas. En el caso de Gaby, ella fumaba “porqué quería, porqué me gustaba y porqué creía que no me iba a pasar nada”.
Antes de conocer al Dr. Mariano Levkovich, Coordinador del Programa de Enfermedades Crónicas no Transmisibles de la Secretaria de Salud de la Municipalidad de San Martín, Gaby intentó dejar el cigarrillo durante dos oportunidades, pero no tuvo éxito. No lo logró. Y, claro, sintió que había fracasado en esa misión.
“Iba a las reuniones con los cigarrillos en la cartera”
“Desde el primer día que Mariano me atendió con su equipo me dije para mí misma: ´es acá donde voy a lograr lo que quiero´. Obviamente, que iba a las reuniones con los cigarrillos en la cartera”.
Para la tercera reunión grupal, cuenta, decidió dejar el paquete en su casa. “El equipo médico no ejercía presión porqué saben que no es fácil. Mariano, como si fuera un juego, me propuso colocar una fecha para dejar desde ese momento a dos o tres meses y firmamos una especie de compromiso con fecha del 20 de julio de 2015″.
“Guardé muy escondido el paquete con los 15 cigarrillos que quedaban”
Esa mañana Gaby se hizo el mate, lo tomó, se fue a trabajar y nunca más volvió a fumar. “Guardé muy escondido el paquete con los 15 cigarrillos que quedaban, sabía que si los tiraba a la basura iba a comprar, así que el paquete quedó por años en su escondite hasta que después de cinco años lo regalé”.
Gaby cuenta que a partir de ese momento su vida experimentó muchos cambios favorables. “Cambió mi pelo, mi piel, mi cuerpo, mi respirar, mi casa. Uno no se da cuenta cómo queda la nicotina pegada a todo: vidrios, muebles, computadora. Ahora voy a Zumba cuatro veces por semana, también hago yoga, algo que le agrada a mi cuerpo y a mi mente y lo puedo pagar con la plata que antes gastaba en los cigarrillos”, expresa, feliz.
“Pensé que las primeras 24 horas serían tremendas”
Ya pasaron nueve años en los que Gaby no volvió, ni siquiera, a acercarse a un cigarrillo. Y, como no podía ser de otra manera, está mucho más a gusto con esta nueva versión de su vida.
“Estoy feliz por lograrlo, pensé que las primeras 24 horas serían tremendas, pasar de casi 30 cigarrillos a ninguno fue un gran mérito personal y siempre digo que no me costó nada”.
—Gabriela, ¿Tenés miedo de que en algún momento te vuelvan las ganas de fumar?
—Luego de muchos años, a veces tengo ganas y como vienen se van. No lo agarraría ni por probar, nunca intentaría ser lo que llaman un fumador social, es un riesgo que no quiero correr.
—Un mensaje para las personas que no pueden dejar el cigarrillo
—Si un fumador piensa varias veces que lo quiere dejar, debe buscar un médico para que lo ayude. Hacerlo solo es muy difícil, yo lo intenté dos veces sola y por querer hacerme la superada, caí. Hace nueve años que le tengo respeto al cigarrillo, sé que no me debo meter con él.
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