:: En un mundo lleno de "vapers", que recrean la ilusión del humo sin acudir a la mística del fuego, quedan todavía algunos refugios para quienes gustan de las cosas antiguas, hechas a mano, con tiempo y oficio. Uno de ellos es el arte de fumar en pipa. Un hábito apropiado para obsesivos; todo aquí requiere de un cuidadoso esmero. Desde cargar la cazuela, en tres pasos, de manera que el tabaco quede compacto pero aireado, y el encendido a fósforo, con movimientos circulares para que se forme una brasa uniforme, hasta la pitada, más corta y espaciada, para que no se apague pero tampoco se arrebate. Lo primero que se necesita es, por supuesto, algo de tiempo: una buena pipa, bien llevada, puede durar una hora y media, incluso más.
En Argentina se cultivan tabacos de la mejor calidad, aunque no siempre llegan al mercado interno. Antonio Petti es maestro mezclador, dos veces ganador del concurso de cata a ciegas pipa CAP de Madrid, y factótum de Tabaco SN. A los 17 años se había armado un archivo personal, en fichas, con las distintas características de todo lo que podía probar. Y empezó de cero, en los años 80, impulsado por la desesperación de no poder conseguir un producto de calidad en los pueblos adonde lo destinaban por trabajo. Hoy sus mezclas se ofrecen en internet (tabacosn.com.ar) y se envían por correo a domicilio. Todas sus mixturas tienen un estacionado mínimo de un año y llevan nombres patrióticos como Centinela, Restaurador, General Belgrano, etc. Su historia con el tabaco puede describirse como una cruzada solitaria en pos de una buena relación precio/calidad.
Los tabacos para pipa provienen de dos grandes familias, el Virginia y el Burley. Las mezclas "inglesas" consisten en alguna de estas variedades, condimentada con tabacos exóticos y picantes, como el Latakia de Siria o el Perique de Louisiana. Las mezclas "aromáticas", las más recomendables para el pipafumador principiante, son condimentadas con productos comestibles (licores, espirituosas, frutas, café, cacao, vainilla).
Una vez adquirido el hábito, se hace inevitable muñirse de una colección de pipas. Ezequiel Herrería trabajaba como gasista cuando decidió dejar el cigarrillo y, como extrañaba el aroma del tabaco, un amigo le prestó una pipa heredada. Al poco tiempo estaba haciendo una, sin otro conocimiento que su sentido práctico. Hoy sus mejores creaciones se venden en subastas de Estados Unidos y se envían a clientes de todo el mundo. Sus pipas son grandes, robustas, mayormente de boquilla recta, de una sencillez ornamental que es casi un homenaje a la raíz de brezo, madera reglamentaria de toda pipa que se precie. Él también trabaja solo, en un galponcito armado en el patio de su departamento. Su arte también requiere del tiempo como un factor clave. Cada taco de brezo del que sale una pipa tiene un estacionado mínimo de siete años y una pipa con terminación "smooth" (lisa, brillante, sin imperfecciones), puede llevar hasta tres días de trabajo.
El fumador avezado deberá tener en su colección al menos siete pipas, si es que solo va a fumar una por día. Lo recomendable es darle, a cada una, un descanso de al menos siete días después de cada fumada. Hay pipas de brezo, pipas de morta (madera de roble sumergida en agua dulce durante cientos –o miles– de años), pipas de espuma de mar o sepiolita (son de las más caras). Pero al igual que con el vino, la pipa puede ser muy costosa o muy económica. Para quienes no quieren gastar su dinero en la adoración de un objeto, están las pipas de choclo, que son las más baratas, casi descartables. Es la pipa de Popeye, la Missouri Meerschaum, producida por la misma empresa desde hace más de cien años.
Club de piperos
Para los que quieran probar tabacos especiales y mezclas, existe la posibilidad de sumarse a un grupo de aficionados con quienes compartir la pasión por el humo. El Pipa Club Buenos Aires se reúne los primeros y terceros martes de cada mes, en Puro Bistró, la tabaquería de Palermo que es como entrar en el siglo XX, cuando todos los espacios cerrados tenían ese olor característico. Con treinta socios, su presidente se hace llamar Pipero Major y es especialista en conseguir tabacos que ya no se producen, como el St. Bruno (de los años 60) y la Elizabethan Mixture (de los 70). El club realiza periódicamente torneos de fumada lenta, rápida (único en el mundo) y también elaboran sus propias mezclas. Cada vez que pueden, abren botellas de vinos guardados por más de 30 años y de cuando en cuando, también, juegan campeonatos de TEG. Facebook: Pipa Club Buenos Aires