Un cambio en su estilo de vida la llevó a conocer la calistenia. Y se abrió a un mundo de posibilidades que la sorprendieron
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Cuando hace cinco años dejó de consumir animales y sus derivados, Leticia Rivero jamás imaginó que aquella elección de vida la llevaría tan lejos. En su caso, la reflexión acerca de lo que se llevaba a su boca comenzó desde pequeña. “Mi abuelo tenía campo con vacas, chanchos, gallinas , palomas y conejos. Recuerdo que me hacía feliz verlos vivos y me ponía muy triste cuando alguno moría. Además la sangre siempre me dio mucha impresión. Nunca me gustó comer animales, me daba asco. A los 6 años lograron convencerme de que la comiera disfrazada entre otros ingredientes. Pero, en cuando podía, yo la evitaba”.
A los 14 años hubo una escena que la marcó. Accidentalmente vio cómo mataban a un cordero, le clavaban el cuchillo en el cuello e inmediatamente brotaba la sangre, que manchaba su hermoso pelaje blanco. Ese día comió ensalada y se hizo vegetariana. Así estuve hasta los 23 años que volvió a comer carne, una vez más, por mandatos externos. A los 29 años, ya siendo madre escuchó por primera vez la palabra vegano. “Recuerdo que la busqué en Google. Fue un viaje de ida, sin retorno. Conecté con mi niña interior. Además entendí que ser vegetariana no era suficiente: en ese momento mis pechos estaban llenos de leche y me impactó muchísimo lo siniestra que es la industria láctea. Comencé a cuestionar mis hábitos alimenticios entre otros. Ahí fue cuando pasé a la acción y junto a mi hijo Joaquín de un año consultamos con una nutricionista para hacer la transición”.
Poco a poco se deshizo de sus objetos de cuero, lana y plumas. Además, reemplazó sus productos de higiene y cosmética habituales por los que no testean en animales. Paulatinamente se informó con documentales, investigaciones y entrevistas para entender el impacto que tiene el consumo de carne y derivados en el planeta. Hasta que finalmente se adaptó. Eso no fue todo. Hace más de dos años dejó los ultra-procesados y lleva una alimentación más simple y con todos los nutrientes que necesita: proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales.
Ignorar los miedos
Sin embargo, dentro de todas las modificaciones que hizo en su estilo de vida, hubo algo que la marcó para lo que vendría. “Luego del parto estuve con algunas complicaciones de postura y movilidad, entre ellas, diástasis abdominal. Me decían que no podía hacer fuerza. Después de unos años decidí ignorar ese miedo y comencé calistenia, un sistema de entrenamiento con ejercicios físicos que se realizan con el propio peso corporal”. Su disciplina, perseverancia, orden y foco en los objetivos la llevaron a convertirse en una de las referentes del Streetlifting en Argentina. El Streetlifting es una rama de la calistenia que incorpora peso extra a algunos ejercicios.
Este año su esfuerzo dio frutos y le valió una invitación a participar en la competencia internacional “Streetlifting Pro League” que tendrá lugar el 17, 18 y 19 de septiembre en Sevilla, España en el marco de la Feria Internacional Arnold Classic Sports Europe. Leticia Rivero fue convocada junto a Matías Antúnez -atleta y estrella del programa de televisión Bienvenidos a bordo-, y allí deberá demostrar su fuerza máxima en dos o cuatro movimientos básicos. Realizará una sola repetición con el peso más alto que pueda mover y sin perder la técnica. Rivero está anotada en la modalidad All4 (pull up + dip + squat + rings muscle up en la categoría de -57 k).
Superar la barrera mental
“Al principio me costó aceptar la transformación. Lo más notorio en toda esta transición fue el incremento de la masa muscular. Empecé calistenia pesando 48 kilos y ahora estoy en 57. Cuando pasé mi barrera mental de los 53 kilos ya me entregué al deporte. Puse en la balanza lo bien que me sentía al entrenar versus lo que yo creía era un cuerpo y peso deseable e ideal. Así que me relajé y comí tanto como mi cuerpo pidiera”.
Su estilo de vida cambió de forma radical. Rivero asegura que ser deportista no es para cualquiera. Lleva una rutina muy estricta. Se acuesta temprano dentro de lo posible, generalmente entre las 21.30 y las 23 h. No ve a sus amigos tanto como lo hacía antes para poder cumplir con sus horas de entrenamiento y de descanso.
Entrena de lunes a viernes con lastre. Cumple rutinas personalizadas pensadas para enfocarse en sus objetivos y armadas por su profesor Emanuel De La Fuente. Le llevan, mínimo, una hora y media. Después ella suma otros ejercicios o más repeticiones de acuerdo a su energía o rendimiento. También entreno las piernas con el método ruso Smolov. Además cubre unos 150 kilómetros en bicicleta por semana. “Me baño con agua fría frecuentemente. Medito y busco mantener mis niveles de estrés lo más bajo posibles. Mente positiva y realista al mismo tiempo. Focus en los objetivos y siempre hacia adelante superando todos los obstáculos que se me presentan”.
Su alimentación es saludable y abundante e igualmente toma suplementos para cumplir con sus requisitos nutricionales diarios. “Hace tres años dejé el gluten y se siente realmente fantástico. Como algún tipo de legumbre -proteína- todos los días: lentejas, garbanzos, arvejas, porotos, tofu orgánico, maní. Mis carbohidratos preferidos son el arroz yamani integral, la papa y la banana. Amo las frutas en general, si bien enfoco mi alimentación en su funcionalidad y no tanto en el placer. No consumo azúcar, ni ultra-procesados, ni alcohol... mucho menos drogas. Quiero mantenerme lo más limpia posible. Que mi alimento sea mi medicina. Igualmente tomo B12 y un multivitamínico natural. Y, últimamente comencé a suplementarme con creatina, Vitamina C y proteína de arvejas”.
Manos de artista
Leticia es artista multifacética. Se formó con grandes artistas como Adrián Paiva, Marcia Schvartz, Diego Perrota, Delia Cancela, Alan Pauls, Norman Briski y Sergio Bazán. Y en este proceso, sus manos, herramientas tan valiosas para su trabajo, también tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones. “Las manos se adaptaron al estímulo y tengo callos que cuido y limo una vez a la semana. Aunque los callos nunca me molestaron para el agarre del pincel, lo que sí notaba al principio era dolor para levantar los brazos ya que pinto lienzos medianos a grandes y parada. El movimiento es parte de mi obra y, en ese sentido, la gestualidad del trazo sí se vio afectada. De todos modos debo confesar que hoy en día puedo pintar dada vuelta, es asombroso cómo mi cuerpo se fue adaptando a los nuevos estímulos y tener la posibilidad de fusionar ambas pasiones”.
Tomar la decisión de viajar para poder participar en el torneo no fue fácil. Cuando recibió la invitación, todavía estaba superando las consecuencias de un mal momento personal que había afectado su rendimiento deportivo. “Sumado al contexto histórico en el que estamos que hace que viajar no sea la más linda de las experiencias, me preocupa que no nos dejen regresar. Voy sin mi hijo, nunca estuvimos a semejante distancia ni tanto tiempo separados. El mayor desafío en esta instancia es no autoboicotearme con pensamientos negativos o malas decisiones que terminen afectando mi rendimiento físico y mental”.
El aspecto económico no es un tema menor y por eso, junto a Antúnez, con el apoyo de la Fundación Calistenia Argentina, lanzaron una campaña para recaudar fondos (se pueden ver las opciones para ayudar en la cuenta de Instagram de Leti Rivero). “Necesitamos unos 300 mil pesos argentinos. El objetivo es llegar a España. Así que si alguien quiere cambiar millas o alguna empresa nos quiere ayudar con los pasajes estaremos muy agradecidos. La vida es puro movimiento. Cada vez que establezco una estructura o me organizo viene algún desafío y vuelvo a empezar y, en este caso, espero poder cumplir con mi sueño y poder viajar”.
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