El 11 de febrero de 1998, Daniel Rinaldi esperaba la llegada de Susana Giménez a su casa de Barrio Parque, cuando ocurrió uno de los episodios más llamativo de divorcio entre famosos
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La separación de Susana Giménez y Huberto Roviralta es uno los escándalos de la farándula más recordados. Fama, dinero, infidelidades y hasta el lanzamiento de un cenicero hicieron que el desenlace del matrimonio de la diva de la televisión y el polista quedara inmortalizado como “el cenicerazo”.
Daniel Rinaldi no puede creer que pasaron 25 años. Confiesa que su madre Nelida le recuerda esta fecha todos los años. Hacía unos meses que había empezado a dar sus primeros pasos en la televisión. Estaba trabajando en Indiscreciones, el programa de Lucho Avilés en ATC, cuando la productora lo llamó para avisarle que Susana estaba regresando de Miami. “Lo primero que pensé fue en ir a esperarla a la casa. No tenía sentido ir a Ezeiza porque me la podía cruzar en el camino. Por eso, fui para Barrio Parque, donde estaba la casa de Susana, con Daniel Nin, el camarógrafo. Ahí, había dos periodistas de gráfica y yo con la tele, por eso, el único que captó el momento fue Nin”, dice.
-¿Qué pasaba en ese entonces con Susana Giménez?
-Se rumoreaba que se iba a separar cuando regresara de Miami. Ese verano, ella había estado en París con Jorge “Corcho” Rodríguez, que en ese tiempo era uno de los sponsor o intermediario de un sponsor de su programa. Dos semanas antes, ella había estado festejando su cumpleaños en Fisher Island, Miami. Ahí también llegó Jorge Rodríguez y la sorprendió con un bruto ramo de rosas amarillas y dicen que también una joya de Tiffany. Siempre que Corcho quería homenajearla la llenaba de rosas amarillas, se las compraba a Gustavo Damián, el florista de Susana.
El matrimonio de Susana con Huberto
Hacía 10 años que Susana estaba casada con Roviralta. Él era un polista venido a menos que vivía en un dos ambientes en Posadas y Ayacucho y manejaba un Fiat 147. La pareja se había conocido en una fiesta en el hotel Alvear. Los dos estaban solteros, la última relación de la diva había sido con Ricardo Darín. Huberto se enamoró perdidamente y al mes de conocerla, le propuso matrimonio.
“Yo pensaba casarme a los 55 años, como mi padre. Pero ahora que encontré a Susana estoy feliz de haberme casado más joven. ¡Es un orgullo ser el marido de Susana Giménez!”, había dicho Huberto en una entrevista.
El 5 de diciembre de 1988 la pareja celebró su matrimonio en el mismo lugar donde se conocieron. Fue una gran fiesta para 500 invitados. Susana estaba radiante. Lució un vestido de novia inspirado en Scarlett O’Hara, abultado y repleto de detalles que Elsa Serrano diseño especialmente para ella. Para la luna de miel los recién casados eligieron el Caribe.
Pero las cosas no funcionaron como lo esperaban. “Pensé: ‘Me compro un perro o me voy a morir’. Mi relación con Huberto era espantosa. En esos diez años nunca lo engañé”, dijo Susana años después de la separación en una entrevista.
El 30 de enero de 1998, un día después del cumpleaños de la diva, la pareja acordó los términos del divorcio en Miami. Luego, Roviralta regresó a la Argentina y Susana se quedó allí hasta principios de febrero. Cuando sucedió el memorable episodio, ya estaban separados.
“El cenicerazo”
-Entonces Susana regresaba de Miami, ¿y Huberto?
-Huberto estaba en la casa. Nosotros los periodistas lo veíamos desde afuera porque él desde temprano se mostraba en la ventana leyendo unos papeles, muy serio. Él quería que lo viéramos haciendo eso... sino querés que te vean cerrás la cortina o no te pones en la ventana... Él sabía que nosotros estábamos ahí.
-¿Qué sucedió después?
-A una cuadra de distancia veo que aparece el Mercedes Benz negro de Susana, entonces empecé a relatar: “Son las 10.30. Acaba de llegar Susana Giménez. En su Mercedes patente...”. ¡Que descabellado dar la patente al aire! Pero bueno... mientras hacía ese copete describiendo la situación, Susana entró a la casa y desde la calle escuchamos: ‘¡Afuera ladrón hijo de puta!’ y después un ruido...
Hasta el día de hoy Rinaldi agradece haber estado acompañado de Nin en aquel momento. “Gracias al camarógrafo la frase quedó grabada. En ese entonces, yo no tenía mucha experiencia y tampoco se podía repetir la expresión textual... hoy decís eso y le agregás 10 cosas más”, recuerda entre risas.
“Fue una escena surrealista”
“Después de que escuchamos gritar a Susana y ese ruido, Huberto salió por la puerta de la casa, caminó unos pasos y abrió el portón que da a la calle. Apareció ante nosotros con la cara ensangrentada. Yo me tiré encima de él. ‘¿Huber qué pasó? ¿Estas bien? ¡¿Qué pasó?!’, le preguntaba pero no hizo declaraciones. Simplemente se mostró así, se quedó inmóvil para que lo filmen y le saquen fotos. Estuvo unos minutos y volvió a entrar. Sin decir una palabra”, cuenta.
-Con todo el desorden, la mascota de Susana se escapó de la casa...
-Sí, mientras Huberto estaba parado con la puerta abierta sin decir nada y con las gotas de sangre que le corrían por la cara, se escapó Jazmín. El perro era muy chiquito. Yo lo agarré y me lo puse debajo del brazo. En unos minutos, Huberto se dio cuenta de que no estaba y volvió a salir. Le devolví el perro.
-¿Qué pasó después de que Huberto volvió a la casa?
-Empezó a llegar un montón de gente: Mercedes Sarrabayrouse, la hija de Susana, Eduardo Celasco, el yerno, Teté Coustarot, Pet Figueroa, un amigo íntimo de Susana, el doctor Cahe... ¡hasta el podólogo que tenía la visita agendada! Después, por una llamada anónima llegaron el SAME y la policía. Hoy viéndolo a la distancia fue una escena surrealista...
-¿Qué decían los que llegaban a la casa?
-Ninguno de los que entró ese día a la casa dijo nada, salvo el doctor Cahe que dijo: “No vengo a verla como médico sino como amigo”. Ni siquiera habló con los medios Mercedes, la hija, con quien hoy tengo una muy buena relación, pero ella siempre fue de bajo perfil y no hablaba nada con la prensa.
Las crónicas de ese día cuentan que fue el mismo doctor Alfredo Cahe quien le dijo a los periodistas: “Ustedes conocen el problema. En el estado de ánimo de ella es normal. La mediqué, y a él le puse una curita en la nariz…”.
“A la mañana siguiente volví a la casa de Susana para hacer guardia. Ese día, salió Huberto de la casa, con la curita en la nariz y fue a la farmacia que estaba en Libertador y Billinghurst. Los periodistas lo seguimos. Mientras Huberto esperaba que lo atiendan en la farmacia yo aprovechaba para hacerle mil preguntas, aunque no respondía ninguna. Lo único que decía era: ‘Déjenme tranquilo’.
La conferencia en el Hotel Alvear
“Huberto me empujó, trató de agredirme; yo me defendí y le tiré con un cenicero”, explicó Susana después del altercado.
El desenlace del matrimonio de Susana y Huberto tuvo varios capítulos. A raíz de “El cenicerazo”, la diva hizo una conferencia de prensa desde el salón Pompadour del Hotel Alvear. “Fue una discusión de cosas privadas, inherentes a un divorcio. La situación se me escapó de las manos. Fue humillante y vergonzante. Pero cualquiera de ustedes puede haber pasado una discusión violenta. Hace muchos años que trato de salvar mi pareja, trato de mejorar la convivencia… Y bueno, no se pudo”, reveló la diva.
-¿Qué representó en su carrera haber estado en ese momento?
-A nivel periodístico, para mi fue “la gran cobertura”. En mi carrera hice muchas cosas, antes los programas te mandaban a cualquier lado... a Miami, al norte, al sur, todas esas cosas las había hecho, pero nada de lo que hice después superó este caso por la importancia de las figuras. Era una bomba. Hasta los periodistas de otros medios me llamaban porque yo era uno de los pocos testigos de la escena. El tema duró semanas..
En el programa de Mariano Grondona, Hora Clave, la diva dijo que cuando empezó a darse cuenta de cómo era Huberto ya estaba casada. “Yo no puedo respetar a alguien que no hace ningún aporte, que no trabaja, que está todo el día jugando al polo. Yo le compré la ropa que tiene puesta. No trajo ni el cepillo de dientes. Eso fue minando la relación. Además de engañarme... que sigo sin creerlo”, comentó.
-En un momento de la historia apareció Flavia Miller...
-Era vox populi que él era infiel. En la tele, me tocó cubrir a Flavia cuando iba a Tribunales. Ella fue muy importante porque lo tenía filmando a él en el departamento. Se decía que Susana se había puesto en contacto con Flavia e hicieron un convenio... creo que ese video íntimo la ayudó mucho a Susana.
-La separación de Susana y Huberto puso sobre la mesa temas como los acuerdos prenupciales, que en este caso no existía, y la división de los bienes después del matrimonio.
-Marcó un antes y un después porque Susana era la figura número uno y Huberto Roviralta era un polista, que venía de una familia “bien” del Tortugas [Country Club] y durante los 10 años que estuvieron casados la que produjo fue ella y él le administraba sus bienes... Si no recuerdo mal, ella ganaba por mes un millón de pesos, que en esa época era un millón de dólares. Por eso, creo que el habría exigido 100 millones de dólares. ¿Por cuánto arregló? Según los rumores, dicen que el arreglo fue de 10 millones de dólares, aunque hay otros que sostienen que fue un poco más, 15 millones de dólares.
Roviralta y otros escándalos
Ese mismo año Huberto se puso de novio con “Toni” (María Antonia) Otero Monsegur, pero al poco tiempo la relación se terminó, nuevamente, con un escándalo. Una noche, el polista regresó de un viaje de Córdoba y se dirigió a la casa de su novia en Beccar, pero el personal que trabajaba en la casa no le permitió el ingreso. “Ante todo soy madre y mi hija es lo más importante en mi vida. Si mi pareja no la considera o es indiferente hacia ella es imposible convivir en armonía”, supo decir Otero Monsegur en una entrevista.
Pero los escándalos no se limitaron al plano afectivo. En el 2000, Roviralta se radicó en Carmelo, Uruguay y se dedicó a las inversiones inmobiliarias. Allí, compró un campo y creó un barrio privado llamado “Dos Hermanas”. Ahí construyó su casa. Algunos conjeturan que para el nombre de la urbanización se inspiró en la película Dos hermanos, que se grabó en esa zona del departamento de Colonia con Antonio Gasalla y Graciela Borges como protagonistas.
El emprendimiento inmobiliario incluiría terrenos de una hectárea con chacras y viñas. Varios lotes del barrio cerrado fueron vendidos. Según el diario El País de Uruguay los terrenos se ofrecían en 2019 a unos US$ 100.000. En un momento, entre Roviralta y el comprador de un lote se produjeron demandas judiciales cruzadas: Roviralta habría reclamado al dueño del lote una indemnización por no cumplir con el contrato y exigió el cobro de una multa. Mientras que, el comprador del terreno consideró que el expolista había incumplido el acuerdo por no haberle dado el predio como había prometido y no haber avanzado en las mejoras de la urbanización, entre otros argumentos.
En 2021, según El País, la justicia uruguaya falló en las dos instancias judiciales a favor del comprador del lote porque consideró que el único que incumplió obligaciones del llamado “boleto de compraventa” del inmueble fue Roviralta, mientras que, el comprador pagó todo el precio del terreno, y condenó al expolista a pagar la suma de US$207.000, explicaron al medio los abogados del comprador del lote.
En lo sentimental, en 2013, Roviralta se casó con la psicóloga Dolores Benedit, 18 años menor. La pareja se conocía desde la juventud pero volvieron a reencontrarse varios años después, él ya divorciado de la diva y después de algunas relaciones fallidas, y ella divorciada del padre de su hija. “Al principio, como toda mujer, me invadieron las dudas. Pensá que la última vez que nos habíamos visto, yo tenía 24. No sabía cómo iba a estar él… El mes y medio que nos escribimos por mail fue todo espontáneo y, al mismo tiempo, muy honesto. Los dos mostramos nuestro costado más genuino. La primera salida fue increíble: me esperó ahí, paradito, en la esquina de Callao y Quintana, listo para llevarme a comer a un restaurante de la calle Posadas. Nos vimos y fue como si el tiempo no hubiera pasado para nosotros. Las mismas sensaciones, la misma química intacta”, dijo Dolores en una entrevista para la revista ¡HOLA! Argentina.
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