Fue furor en los 90, la euforia pasó y ahora resurgió: cómo es el nuevo “pádel” y cuáles son sus beneficios
Quien haya jugado en el primer tiempo este deporte de paleta notará un cambio en las canchas, la pelota y hasta las paletas; LA NACION habló con el profesor Clemente Vergara sobre todo lo que hay que tener en cuenta antes de practicarlo
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Fue furor en los 90, momento en que el país se inundó de canchas de paddle que más tarde tuvieron que reconvertirse cuando la euforia pasó. Treinta años después, el pádel -así lo llaman hoy- vuelve a entusiasmar a todas las generaciones que, esta vez lo toman más seriamente, considerándolo ya no sólo un juego, sino un deporte que amerita tomar clases para desarrollar la técnica correspondiente.
Los turnos para las clases no dan abasto y en los clubs, muchas veces, tienen que hacer equilibrio entre el espacio que se le otorga a la enseñanza y al juego propiamente dicho. Es que, quien haya jugado en el primer tiempo, es decir, en los 90, notará un cambio en las canchas y en las paletas y es posible que necesite un instructor para adaptarse a la evolución del pádel. Respecto a las canchas, “hoy son con césped sintético especial para pádel, que es bajo y de mucha densidad, lo que hace que la pelota pique bien y que se absorba completamente el impacto del juego. Esto hace que, principalmente para los jugadores iniciales, el juego sea más lento. Los más avanzados generan velocidad mediante técnica y golpes y ahí se hace un poco más rápido”, describe a LA NACIÓN Clemente Vergara, responsable de pádel en Racket Club (@racket_club). Además, las canchas son todas de vidrio, lo que permite que se pueda observar desde afuera en su totalidad.
Las paletas también evolucionaron. Las antiguas eran de madera. Hoy son más anchas, con un cuerpo de goma eva, rodeado de carbono o fibra de vidrio. Esta nueva versión es más liviana y absorbe mejor el impacto, disminuyendo así el riesgo de lesiones. A la hora de jugar, “son más fáciles de maniobrar, despiden más la pelota porque tienen más potencia y permiten generar más efectos”, destaca Vergara. Antes se usaban pelotas de tenis y hoy ya vienen modelos de pádel, aunque es posible seguir usando las otras.
Fácil de jugar, divertido y apto para todo público, al pádel lo juegan “desde chicos de 5 años hasta personas de 90, siempre y cuando no tengan alguna contraindicación médica”, asegura el instructor. Hoy la gente que se acerca al pádel viene de universos diferentes. “No es sólo la gente que juega al tenis. Viene gente que juega al fútbol, al vóley, al básquet, gente sedentaria que no hace ningún deporte, gente que hace gimnasio. El pádel tiene su propia identidad, su técnica, su estrategia. El que viene del tenis se favorece un poco al principio porque tiene buenos golpes, porque tiene una técnica que después tiene que adaptar al pádel”, asegura.
¿Preparación previa?
“Como en todos los deportes, hay que hacer un poco de gimnasio y contar con un acondicionamiento físico para jugar una hora o una hora y media con desplazamientos, frenadas y saltos, conservando el aire para sostener todo el partido. Todo lo que se pueda sumar fuera del juego, siempre va a ser bueno y es lo que se debería hacer. Es fundamental que siempre, al empezar un deporte, se haga un acondicionamiento físico, además de jugar y tomar clases”, afirma Vergara. Respecto a la necesidad de tomar clases, estas brindan una buena técnica y “eso va a evitar que hagan un esfuerzo físico innecesario y que se lleve el cuerpo a un límite indebido. Además, permiten saber ubicarse en la cancha, correr, saber dónde frenar y posicionarse durante todo el partido”, añade.
Sobre todo a los que recién empiezan, Vergara les aconseja ir de a poco y que no jueguen muchas veces por semana. “A veces pasa que juegan una hora, dos horas y hasta tres horas. O juegan un partido y después otro. Ahí empiezan a forzar la máquina porque todos quieren ganar. Exigen al cuerpo y no tienen tiempo de recuperarse, lo que puede desencadenar una lesión. La recomendación es arrancar de a poquito, con muy buen acondicionamiento físico, no sólo adentro sino afuera de la cancha, con trabajo de musculación y no pasarse del tiempo de juego. Una hora y media estás más que bien. Más no es lo indicado, aunque depende de la intensidad del partido y del nivel de juego. Se puede jugar tres veces por semana. El cuerpo necesita descansar”, recalca. El profesor aconseja siempre hacer un precalentamiento y elongar antes y después para evitar lesiones y contracturas.
Las ventajas que suma el pádel son muchas. Más allá de los beneficios que aporta a nivel físico, tiene un fuerte impacto a nivel emocional. “El pádel termina siendo un fenómeno principalmente social. Tiene todo lo que la gente busca en un deporte, que es pasarla bien, divertirse, hacer actividad física y sociabilizar. Como se juega de a cuatro y se pueden mezclar los niveles, uno termina conociendo a mucha gente. Se puede jugar mixto, puede jugar gente joven con gente grande. Al tener ese contacto con varias personas donde todos la pasan bien, eso trasciende la cancha. Hay torneos, viajes, cenas, almuerzos y termina siendo una gran comunidad de gente que tiene la misma experiencia”, revela Clemente Vergara.
Surgido en México hace cincuenta años, llegó con fuerza a España y Argentina en los 80 y, sobre todo, a principios de los 90. Treinta años después se juega en los cinco continentes. “En Suecia es furor, y también en Holanda, Alemania, Francia, Portugal, México, Brasil, Chile, Paraguay, Ecuador, Panamá, Japón, África y en todo Medio Oriente. Ya es un deporte que va a ser de demostración en los juegos Olímpicos de Europa y se está trabajando muchísimo con la Federación Internacional de Pádel para que sea olímpico en un par de olimpíadas”, adelanta Clemente Vergara.
Cuáles son los beneficios del pádel
-Es fácil y divertido.
-Favorece la sociabilización.
-Permite compartir el juego entre jugadores de distintos niveles.
-Da la posibilidad de tener una movilidad intermitente.
-Estimula el tren superior y el inferior.
-Tonifica los músculos.
-Contribuye con la flexibilidad de las articulaciones.
-Mejora la visión periférica y la capacidad de reflejos.
-Después de un tiempo de jugar, se desarrolla la capacidad de concentración, ya que el juego requiere observar la estrategia de juego y la posición de los jugadores en la cancha.
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