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Pocas veces una relación que empieza por una pasión loca alcanza un final “de cuento”, entiéndase por cuento a eso de ser “felices para siempre”. Aunque la historia intente vendernos lo contrario, la pasión es un espejismo que se consume más pronto que tarde: cuando cae el velo empezamos a descubrir que fuera de la cama no éramos tan compatibles, e incluso que ahí también teníamos problemitas. Las biografías la describen como una pérfida trepadora, “hechicera sexual” y responsable absoluta de la abdicación de un rey, pero la única verdad es que a la pobre Wallis Simpson, duquesa y socilalité norteamericana, la eclipsó su mito y hasta es muy probable, o mejor dicho todo lo sugiere, que ni su último matrimonio fuera un lecho de rosas. De casarse por tercera vez con un hombre de sangre “azul” espléndido y conquistador, pasó a convivir con un tipo resentido y débil de carácter, un desocupado crónico cuya única habilidad era organizar fiestas y destilar veneno contra la realeza que lo había desterrado tras renunciar a la corona. Un tiempo está bien, pero 35 años al lado de un energúmeno enferma a cualquiera. Y eso le pasó a Wallis.
Hace pocas semanas la editorial Alba sacó al mercado la versión en español de Últimas noticias de la duquesa, un libro de los tantos que ahondan en la existencia polémica y atormentada de la duquesa de Windsor, más aún tras la muerte de su marido en 1972. Al año siguiente de quedar viuda, a la edad de 76 – viéndose sin familia, millonaria y con evidencias de una demencia senil avanzada - la mujer cae bajo la tutela legal de Susane Blum, una famosa abogada de estrellas de Hollywood (Chaplin, Walt Disney) que se convertiría en guardiana feroz de su fortuna y de su vida, al punto de que nadie nunca más tuvo acceso a ella. Con la intención de conocer sobre su paradero y estado de salud, en 1980 el diario The Sunday Times le encarga una sesión de fotos a Lord Snowdon - entonces recién divorciado de la princesa Margarita – y el reportaje queda a cargo de la aristócrata Caroline Blackwood, con una buena agenda de contactos en la realeza. El libro es básicamente la historia de la imposibilidad de escribir aquel artículo, tal era la muralla que Blum había levantado en torno a su clienta, con quien pasaba los días recluida en el palacete de la afueras de París que el gobierno francés le había cedido al matrimonio al dejar Inglaterra. Wallis no podía ver amigas ni disponer de su dinero, razón por la que Lord Mountbatten (tío del duque de Edimburgo, marido de la reina) jamás pudo recuperar algunas joyas de la familia que Eduardo se había embolsado antes de abdicar, cuentan las crónicas rosa.
Últimas noticias de la duquesa
Luego de una saga de idas y venidas e impedimentos y trabas, finalmente la periodista logró entrevistarse varias veces con Blum, a quién describió luego como “una anciana de la misma edad de Wallis Simpson obsesionada con restaurar la imagen pública de su clienta, una clienta sometida a su tutora” afirman las reseñas. Cuestión es que el bendito texto recién pudo ver la luz en 1995, cuando murió Blum y se publicó en Inglaterra bajo el titulo Últimas noticias de la duquesa, el relato triste de la verdadera situación de una mujer que “lo tuvo todo” y que ahora vivía perdida en las brumas de la memoria.
Más allá de los hechos puntuales sobre la realización del reportaje devenido en libro, en sus páginas se descubren detalles íntimos de una pareja considerada el máximo icono romántico del siglo XX y también el ocaso de la duquesa de Windsor, una mujer que, aunque se había casado tres veces, en su vida tuvo un solo amor: el diplomático argentino Felipe Espil. “El único que amó con pasión” afirmaba la escritora británica Anne Sebba, autora de Esa Mujer, otra biografía sobre el derrotero sentimental de Wallis Simpson. “No creo que ella fuera feliz con el duque de Windsor, pero aguantó. Fue fiel y le creó un reino a su antojo” aseguraba. A pesar de que aparentemente llevaba los pantalones en casa, al final resultó presa de su cazador, un hombre sin capacidad para ser rey de Inglaterra ni estadista… “y mucho menos cuando la botella de alcohol estaba en sus manos”.
El amor argentino
Wallis habría conocido a Felipe Espil hacia 1922 o 1923 cuando estuvo separada durante meses de su primer marido, el aviador Earl Winfield Spencer Jr. -participaba de una misión en Oriente y estuvieron separados varios meses. El romance sucedió entre esas fechas y no pasó a mayores porque, según la biógrafa, Espil -que era Consejero y Encargado de negocios en la Embajada de Argentina en Washington - la rechazó.
Como dice una de esas frases de póster: quizá ella no buscaba un final de cuentos, sino ser feliz, sin tanto cuento...
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