Se trata de un hit venezolano que sonó fuerte en la Argentina en la voz de Julio Iglesias y lo adoptó la hinchada de Boca Juniors como propio
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Tiene nombre propio, pero la llaman “La marcha de Boca”. Su melodía está directamente identificada con la hinchada xeneize: en el zumbido de trompetas anticipa la llegada de La 12. Va a sonar, dentro de algunas horas, en el estadio Maracaná. En su versión original, tiene una letra trabajada que cuenta un desamor. En la cancha se transforma en pura pasión, pero su letra es bastante más simplona. Dice “Y dale daale daale dale daale daale dale Boo-ca/ Y dale daale daale dale daale daale dale Boooo...” en un loop interminable. Nada más. La tararea la mitad (más uno) del país, pero casi nadie conoce su origen.
Hay otros clásicos “del tablón” que son mucho más fáciles de identificar. Es sencillo descubrir las melodías de artistas como Gilda, Rodrigo y Los Fabulosos Cadillacs en el repertorio de una hinchada. Incluso versiones de clásicos extranjeros, como “It’s a heartache”, de Bonnie Tyler, o “Bad Moon Rising”, de Creedence Clearwater Revival.
Sin embargo, esta canción que se repite todos los fines de semana, que sobresale entre la amplia variedad musical de la hinchada de Boca Juniors, tiene un origen más lejano, más difícil de rastrear. Se trata de un tema compuesto en 1958 por el cantautor venezolano José Manzo Perroni, cuya primera estrofa reza: “Cuando la tarde languidece/ Renacen las sombras/ Y en su quietud los cafetales/ Vuelven a sentir/ Esa triste canción de amor/ De la vieja molienda/ Que en el letargo de la noche/ Parece gemir”.
De Caracas... a La Boca
Un poco de historia. ‘Moliendo Café' -así es el nombre de la canción- fue escrita por José Manzo Perroni. Sin embargo, cuando registró la letra cedió parte de la propiedad intelectual a su sobrino, Hugo Blanco, quien la llevó a la fama.
Hugo Blanco nació en Caracas un 25 de septiembre de 1940. Fue un niño prodigio, aprendió a tocar distintos instrumentos sin profesores. Le gustaban el joropo, las rancheras mexicanas y el mambo cubano. Inspirándose en todas ellas, creo una mezcla, un género de mucha identidad tropical, al que bautizó “orquídea”. Moliendo Café, su canción más conocida, es uno de los exponentes originales de la “orquídea”.
Blanco tenía solo 18 años cuando tocó “Moliendo Café” por primera vez. Por entonces, sobre fines de la década de 1950, la sociedad venezolana comenzaba a sentir los cambios estructurales causados por el boom petrolero. El país fue testigo de una rápida urbanización. De esta manera, muchas canciones de la época manifestaban la nostalgia de todas las personas que tuvieron que mudarse del campo a la ciudad. En algunos de sus pasajes, “Moliendo Café” manifiesta esos sentimientos.
Fue un hit internacional que llegó hasta el mercado japonés. Claro que su mayor expansión se dio en el marco de la lengua castellana, en el que fue replicado por figuras como el mexicano Javier Solís y Ricardo Montaner. Pero se hizo popular en argentina en 1976, de la mano de Julio Iglesias.
Del fútbol argentino... al mundo
Fue ese mismo año, en 1976, que comenzó a sonar en las canchas argentinas. Distintos equipos de Buenos Aires y del interior la adaptaron y compusieron su propia versión. Un detalle curioso: tras su adaptación futbolera en Argentina, el ritmo de Moliendo Café también sonó en algunos estadios europeos.
El club Cavese 1919 (de la pequeña ciudad de Cava de’ Tirreni, de la región de Campania, que hoy milita en la Serie D de Italia) lo reconoce como un himno, con el nombre de “Dale Cavese”. La hinchada, reconocida como la “Curva Catello Mari”, la usa como grito de guerra en cada partido.
También la adoptó el joven Inter de Miami, “el rosa y negro”, equipo donde hoy brilla Lionel Messi. La hinchada comparte sus composiciones en la web para que sus seguidores lleguen al estadio con las letras aprendidas.
La letra completa de Moliendo Café:
Cuando la tarde languidece
Renacen las sombras
Y en su quietud los cafetales
Vuelven a sentir
Esa triste canción de amor
De la vieja molienda
Que en el letargo de la noche
Parece gemir
Una pena de amor, una tristeza
Lleva el sambo
Manuel en su amargura
Pasa incansable la noche
Moliendo café
Cuando la tarde languidece
Renacen las sombras
Y en su quietud los cafetales
Vuelven a sentir
Esa triste canción de amor
De la vieja molienda
Que en el letargo de la noche
Parece gemir
Una pena de amor, una tristeza
Lleva el sambo
Manuel en su amargura
Pasa incansable la noche
Moliendo café
Cuando la tarde languidece
Renacen las sombras
Y en su quietud los cafetales vuelven a sentir
Esa triste canción de amor
De la vieja molienda
Que en el letargo de la noche
Parece gemir
Que en el letargo de la noche
Se deja sentir
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