Frédéric Martel: "El entretenimiento puede ser arte, es parte de la cultura"
Entre la teoría y la actualidad, el sociólogo francés, autor de los best sellers Cultura Mainstream y Global Gay, observa como nadie los fenómenos contemporáneos y escribe sobre (y a la par de) ellos
Una idea atraviesa los tres libros del reconocido sociólogo francés Frédéric Martel, dedicado como nadie a pensar (y analizar) los fenómenos contemporáneos. El mundo está cambiando delante de nuestros ojos, dice Martel. En CulturaMainstream, de editorial Taurus,concluye que los países emergentes emergen, precisamente, junto con sus culturas; en Global Gay, de la misma editorial, que lo hacen con sus valores, y en Smart, de próxima edición, el autor asegura que están surgiendo de la mano de Internet. "No es sólo la demografía o la economía, sino que es mucho más profundo que eso", aseguró durante su última visita a Buenos Aires.
Sus libros, basados en monumentales investigaciones -siempre con cientos de entrevistas, hechas en decenas de países-, tienen el pulso actual del que escribe en simultáneo a los fenómenos y con conclusiones contundentes como: "El modelo musical de Apple está muerto".
-Cultura Mainstream trata el concepto como algo positivo, pero no siempre ni para todos ese término ha sido un elogio...
-Existe un punto de vista conservador, una manera muy europea de pensar, que dice que tenés que proteger la cultura. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, escribió cosas muy buenas del libro, pero dijo que no le gustaba la cultura que yo describía. Considero que el concepto de proteger la jerarquía está terminado. Por otro lado, tenés los algoritmos de Google, Facebook, la cultura pop y cool que dice que todo da igual, que entretenimiento es igual a arte, etc. Está en el medio: el entretenimiento puede ser arte, es parte de la cultura en las series de televisión, en las telenovelas (aunque no tanto), en el manga, en los videojuegos.
-¿Podría mencionar una obra de arte mainstream?
-Sí, claro: Batman, Avatar, incluso Matrix o las animaciones de Pixar, que son extremadamente creativas. No creo que mainstream sea de por sí algo opuesto al arte. Hay artistas independientes, algunos que son parte del mainstream, pero el debate de la calidad es algo aparte.
-¿A qué se refiere?
-La jerarquía actual es, primero que nada, la que cada uno decide por sí mismo. Uno asocia la cultura con su propia identidad, pero como sos una persona con múltiples identidades, que tienen ciertas influencias en la cultura que consumimos, entonces cada uno crea sus propias jerarquías dentro del rap, por ejemplo.
-¿Esto es algo que pasó en el siglo XXI?
-No soy historiador, pero Molière quería ser amado por la gente, así que él era mainstream. Y Shakespeare lo mismo: su teatro Globe era una corporación que quería hacer dinero. Es el viejo debate de marxistas de izquierda con el europeo antiguo.
-¿Cree que este pensamiento lo acerca al populismo?
-¿Me preguntás si sería kirchnerista? ¿O peronista? Soy francés y desde hace mucho tiempo mi cultura ha sido de élite. Sé todo sobre Goddard y Truffaut, pero no tengo un punto de vista ideológico. Esta idea de jerarquía entre el hombre blanco de la cultura antigua y la basura que puede llegar a ser el entretenimiento nadie va a comprarla, en India, China, Brasil o África. Si no entendés eso, no entendés nada de la cultura actual.
-Creatividad fue una palabra vinculada a las agencias de publicidad, pero el libro plantea las industrias creativas que abarcan ámbitos que crean y no solamente buscan ganar dinero, como la publicidad...
-Siempre hubo cultura con y sin fines de lucro. El jazz desde el principio fue hecho para ganar dinero. Hollywood igual. La idea de que las artes son sin lucro no es precisa, pero tampoco lo es la idea de que el mercado funciona para todas las artes. La escuela de Frankfurt de los estudios culturales, el neomarxismo sobre las artes, el partido comunista, la visión imperialista sobre la cultura, ya se terminó. Es algo muy siglo pasado. Pero no significa que tengas que aceptar todo.
-Queda afuera el elemento simbólico que motiva a los artistas. ¿Cuál sería, en este modelo, el combustible de la creación?
-Hay muchos motivos: es una forma de expresarse; una manera de hacer dinero; de volverse famoso; otro es porque estás tan loco que ni siquiera entendés el mundo, pero sí entendés otro mundo, que va a ser el mundo futuro. Otro es porque estás marginado como mujer en Arabia Saudita, como un gay en Irán, como un árabe en los Estados Unidos, como un cubano en Miami, porque sos un outsider o un exiliado, porque estás perdido y creás algo para existir en el mundo que no te aceptaba. Hay mil razones, pero sí creo que el dinero puede tener un rol importante... incluso en Steven Spielberg, aunque no era el centro de su motivación.
-Hablemos del concepto de crítico consumidor en la Web. ¿Ha reemplazado a la crítica tradicional?
-Algo que yo escribo en Cultura Mainstream y también en Smart, es sobre esa manera elitista de hacer crítica sobre el cine o los libros con tu cartera Vuitton y tu Rolex, o decirle a las personas qué es lo que tienen que leer y escuchar... Yo creo que eso es una manera muy paternalista y condescendiente de entender la cultura. Eso ya se terminó.
-Pero para ser de la élite intelectual no hace falta una cartera Louis Vuitton, es casi lo opuesto.
-Puse el ejemplo porque la Presidenta tiene una. Entiendes a lo que me refiero: el burgués bohemio que vive en lugares cool del centro de la ciudad y piensa que todo lo que está más allá del suburbio no es de calidad. Con o sin Rolex, no creo que un grupo de personas le pueda decir a todo el mundo lo que tienen que leer o mirar. Hoy, una película puede tener buenas críticas en un diario y nadie va a verla. Ya no tiene impacto y lo ves en la Web: nadie hace clic en los links. Al mismo tiempo, no creo que un algoritmo y las masas nos den el punto de vista sólo por hacer un clic. Necesitamos lo que en Smart llamo "la curaduría inteligente". Una mezcla del algoritmo con el agregado de una crítica personal, que no sean sólo estadísticas. Además, el problema de Internet es la abundancia: tenés de todo y no tenés tiempo. Realmente necesitamos de alguien, algunas herramientas, un website o red social, algún sector cool, que nos den ciertas recomendaciones. Creo en el concepto de curación en sí: es el futuro de la crítica cultural.
-¿No hay riesgo de que la conversación se vuelva muy básica, con "me gusta-no me gusta"?
-En primer lugar, no es a lo que vamos a llegar. Ya está pasando ahora. Hace mucho tiempo en los Estados Unidos se juzgan las películas con pulgar arriba o abajo. Pero Twitter te permite el acceso a algo más elaborado, a otros artículos, reseñas.
-Y que no sean críticos especializados sino usuarios comunes, ¿no lo hace de alguna manera más básico?
-No creo que Internet vaya en esa dirección. La conclusión principal de Smart es que no existe una conversación global en Internet. No es que millones de personas hablan con millones de personas sino un que grupo habla con otro grupo. Así que todo puede pasar, todos los artículos serios de ciencia o los reviews académicos están en Internet. No podes no estar en Internet.
-¿Por qué una marca prestigiosa como Apple tuvo que acudir a una banda mainstream como U2?
-Porque el modelo de Apple está muerto. La idea de comprar un álbum aunque sea a dos euros no va más. iTunes tiene sus propias librerías, su programa donde estás como encerrado en ese mundo estático. Después de un rato te aburrís, igual que con el algoritmo, que muchas veces te da lo que ya conocés cuando en la música todo cambia todo el tiempo y necesitás cosas nuevas. El modelo es Spotify y Pandora, websites como Soundcloud que son ilimitados respecto del acceso a mucha música, más allá de que sean gratis con publicidad o por suscripción.
-En Global Gay usted escribe que la cuestión gay se ha convertido en un criterio valioso para juzgar el estado de democracia y modernidad de un país. En la Argentina avanzó la ley, ¿está hablando de ley o de aspectos menos concretos?
-Cuando uno mira el mapa global en derechos humanos, de los homosexuales, democracia en la libertad de expresión o libertad de Internet, los mapas son muy cercanos. Y la conexión es que hay que aceptar que las personas deciden por sí mismas. Además, la ley es simplemente un elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, en Singapur los derechos de los homosexuales están prohibidos pero es fácil ser gay; al contrario, en Egipto no hay penalización, pero la situación es terrible. Durante mucho tiempo los modelos de derechos humanos habían sido franceses, ingleses o estadounidenses, pero últimamente, y de repente, ves que países como la Argentina aceptan los derechos de las parejas del mismo sexo incluso antes que Alemania. Eso nos dice mucho acerca de cómo está cambiando el mundo.