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Siempre supo que quería hacer una vida fuera de lo común. Criada en San Isidro, en la Zona Norte de Buenos Aires, el agua fue, desde pequeña, el ambiente en el que se sintió cómoda, libre y sin ataduras. Dice que navega desde que tiene memoria: durante su infancia, adolescencia y juventud lo hizo en el Río de la Plata (donde aún conserva su barco anclado) y ya en la etapa de la adultez pudo hacer lo propio en la frontera entre Francia y España.
Formada en diseño textil, luego de haber trabajado en Legacy y otras empresas del sector, Mercedes hizo su paso por la conocida empresa Decathlon cuando se instaló en la Argentina. Más adelante, al momento de cerrar el único negocio que habían abierto en el país, le ofrecieron la posibilidad de trasladarse: primero vivió en Barcelona y luego en Hendaye, Francia. “Conocí a Richard durante una regata -la Spi Ouest France- en el 2009. Era ingeniero en una empresa de aeronáutica y aviación francesa hacía ya 40 años. En su tiempo libre, navegaba. Y, en ese momento, él buscaba una tripulante y yo un barco donde poder correr el campeonato. La conexión entre nosotros fue inmediata. Hacíamos buen equipo y durante cuatro años, cada fin de semana, nos encontrábamos para navegar juntos en el barco que Richard tenía en Arcachón, una localidad turística del suroeste de Francia situada junto al mar y famosa por la recolección de ostras”.
Eran tal para cual
Durante la jornada laboral, cada uno desde su oficina, ansiaba que llegara el fin de semana para poder despuntar el vicio, soltar amarras y salir a disfrutar de la libertad que les ofrecía el viento en la cara y la tranquilidad del mar. “No tuve hijos, Richard tiene dos ya mayores y es abuelo de cuatro. Yo siempre tuve claro que, al no tener hijos, quería hacer una vida fuera de lo común, que si había llegado a salirme de lo socialmente correcto no era para jubilarme y dedicarme al jardín (aunque me encanta) porque prefería conocer diferentes culturas y explorar el mundo. Y, de a poquito, fuimos construyendo este futuro, que era un sueño al principio y hoy es una realidad”.
“Si compramos un barco dejo de fumar”
Todo surgió en una reunión de amigos. Relajados luego de haber comido y tomado algunos tragos, comenzaron a fantasear sobre lo que esperaban para sus próximos años. “Si compramos un barco y nos vamos a recorrer el mundo, dejó de fumar”, dijo Richard un poco en broma esa noche. Y Mercedes sintió que era lo que necesitaba para poder dar forma a un sueño que cada vez la entusiasmaba más.
“En ese momento me quedé muda. Yo era más bien una fumadora social. Mi primer cigarrillo lo fumaba a las 19, al atardecer, con una copita de vino, pero él fumaba el primero después del desayuno y seguía durante todo el día con el cigarrillo en la mano. O sea que la propuesta había surgido como un chiste pero tenía un trasfondo serio e importante. Siempre habíamos vivido alquilando. Esta era la oportunidad perfecta para patear el tablero. Entonces, con nuestros ahorros y un crédito nos compramos el barco de nuestros sueños”.
Finalmente, concretaron la compra un 3 de febrero de 2018. Compartieron los dos últimos cigarrillos que cada uno tenía y dieron por finalizada una etapa para comenzar otra, desafiante sin dudas pero timoneada por ellos mismos. “Empezamos a idear cómo haríamos para poner en marcha nuestra aventura. Pero también en cómo daríamos vuelta por completo nuestra vida de empleados para ser dueños de nuestros días, y de nuestro destino”.
Les llevó varios meses acomodar los planes. Y, mientras terminaban de poner en orden diferentes cuestiones, vivieron a bordo de Mr. Beelzebuth en el puerto de Arcachón hasta el 26 de julio de 2020. Fue ese día que finalmente dijeron adiós a lo conocido y empezar a viajar navegando. Comenzaron por la Costa del Golfo de Viscaya, la costa Portuguesa, el Peñón de Gibraltar, la Costa del Sol, la Costa Blanca, las Baleares, la Costa Brava, St Tropez, Córcega, Cerdeña y hoy en Túnez. “Vivimos momentos geniales a bordo. Disfrutamos de poder sentirnos libres, de pescar, y uno de mis hobbies es la cocina y la coctelería, así que comemos rico y muy sano. Y, sin quererlo, perdimos los pocos kilos que habíamos adquirido al dejar de fumar. Nuestra vida de nómades nos obliga a estar todo el tiempo en actividad. Siempre escuchamos que navegando, en las escalas, en los puertos, conoceríamos mucha gente como nosotros. Por el momento la pandemia nos dejó un poco solos, pero pudimos disfrutar y conocer lugares de una manera muy diferente”.
Vida nómade
El proyecto de Mercedes (50) y Richard consiste en navegar y muchos les preguntan si tienen intenciones de dar la vuelta al mundo. “Pues no lo sabemos. Con la situación actual mejor no tener un plan o un proyecto muy armado porque el destino se encargaría de cambiarlo y no vale la pena perder el entusiasmo o decepcionarnos por tan poco con lo hermosa que es la vida a bordo y con lo felices que estamos de nuestro nuevo rumbo al son del viento. Tenemos una larga lista de lugares donde queremos ir, pero iremos planeando sobre la marcha y también hay que saber que a veces el pronóstico puede hacernos cambiar el rumbo y perturbar un poco la planificación”.
Su forma de trabajo cambió radicalmente desde que dejaron las empresas donde trabajaban. Mercedes llegó a un acuerdo y Richard se jubiló. Aunque ocasionalmente hacen asesoramiento online, la generación de ingresos está relacionada con el barco. Ofrecen paseos premium y, en cada salida, ya sea de día o por la noche, se pueden degustar platos internacionales nivel VIP. “Siempre me interesó la buena cocina internacional. Nuestros clientes nos contratan por referencias y seleccionamos previamente su menú preferido. El resultado que logramos es que pasan unas horas inolvidables y nos recomiendan a sus amigos. Nuestro sueño es ir a la aventura a merced del viento, del mar, de los encuentros y de los lugares paradisíacos que podremos descubrir y compartir por todo el mundo y tomarnos el tiempo de disfrutar cada momento”.
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