Entre 1972 y 1974, la fotógrafa argentina Sara Facio (1932) recorrió Buenos Aires al volante de un Fiat 600, como corresponsal de la agencia francesa Gamma Presse. Durante un lapso de 591 días, entre el regreso de Perón tras su exilio en Madrid y la muerte del general, la retratista inmortalizó escenas históricas y cotidianas de los principales acontecimientos de una época convulsa del calendario nacional. Durante un tiempo, en ese período, hizo de guía para la directora de la agencia francesa, María Cristina Orive, con quien luego fundaría la editorial La Azotea.
En esas recorridas, que les escapaban a los lugares comunes y la acercaban a Villa Lugano y otros barrios del conurbano, su mirada aguda se posó sobre gestos y estampas de un tiempo de revueltas políticas, censuras y conspiración, y su trabajo fue dando forma a un registro documental que, medio siglo más tarde, se reúne ahora, por primera vez, para una exposición.
Una selección de más de un centenar de esas imágenes, en su mayoría inéditas y en blanco y negro, conforman la muestra Sara Facio. Perón , que se inaugurará este mes en el Malba con curaduría de Ataúlfo Pérez Aznar.
El reportaje gráfico creado por la artista, emblema de la fotografía argentina, trasciende el retrato de los protagonistas políticos y se nutre, en gran medida, del entorno popular, de la calle, de lo que Facio veía por la ciudad en su Fiat azul.
Como en un ejercicio metonímico, la fotógrafa retrató el peronismo en los rostros de las juventudes en júbilo cuando el líder volvió de España, en las muchedumbres que atiborraban las plazas durante los discursos, en los vendedores de banderines de bienvenida a Perón, en las marchas. También en los afiches callejeros, en los carteles gigantes con su figura y la de Eva, en pancartas con los lemas "Perón presidente" o "Vida, pasión y muerte", o en la militancia sindical y montonera. También en los detractores del movimiento.
"Fueron años de momentos muy puntuales", recuerda ahora Facio, en su mítico estudio. "El encuentro de Perón con Balbín, que fue el encuentro de dos enemigos históricos; los días con su mujer en la casa de Vicente López –aunque yo sacaba más a la gente que a ellos, me divertía ver a los chicos montados en los árboles con banderas y clima de fiesta–; la campaña para las elecciones del 73 y Cámpora como candidato ("Cámpora al gobierno, Perón al poder"); el triunfo de Cámpora, su renuncia cuando asume Perón, el día que echa a los Montoneros de la Plaza, su muerte".
En esos tiempos, Facio observaba el paisaje porteño. "No se veían las casas ni las balaustradas porque estaba todo cubierto de afiches políticos, algunos muy originales y cómicos, de todos los bandos. El lenguaje podía causarte gracia, pero nunca era soez, como ahora", reflexiona.
La fotógrafa, que se encargó de la gráfica de la campaña para la Unión Democrática, trabajaba entonces para una agencia francesa. Se movía sola o con su socia, Alicia D’Amico.
Su trabajo es un gran reportaje de esos años, pero luego de la llegada de Perón a Ezeiza decidió no cubrir más actos políticos. "No quise saber más nada, estaba en el palco y las balas me pasaban por arriba de la cabeza. Y, como no soy militante de ningún partido, me parecía que morirme por eso no era una buena muerte para mí", señala.
La muestra del Malba no incluye retratos íntimos de Perón. Facio, ciudadana ilustre de Buenos Aires, cuya obra forma parte de museos como el MoMA o el Reina Sofía, y autora de emblemáticos retratos de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Pablo Neruda, no tuvo momentos de intimidad con él ni con su esposa. "No lo intenté porque no me interesaba y porque no era fácil llegar a él: tenía una custodia extraordinaria. Habían matado a Rucci y él estaba muerto de odio con eso. A mí no me gustaba el peronismo; los estudiantes éramos antiperonistas, lo principal eran los valores de Francia: socialismo, libertad, democracia y respeto al adversario. Y Perón fue un militar de punta a punta hasta el día de su muerte", dice Facio.
Los últimos actos políticos que la autora retrató fueron los días de la muerte del líder. "Me pareció que era algo muy importante, Perón había estado vigente en toda mi vida, desde que iba a la Primaria. Desde el 43 que oía hablar de Perón".
De ese hecho, la fotógrafa congeló en imágenes, entre otros, a Isabelita inclinada sobre el féretro de su difunto esposo, a Carlos Saúl Menem en el funeral, al líder en su lecho de muerte custodiado por soldados, a cajón cerrado, con la gorra de general encima. También al pueblo sacudido por la pérdida: jóvenes llorando en las colas para ver el féretro, muchachos en el cordón de la vereda leyendo un diario con la palabra "Murió" como único titular y mujeres con ramos de flores. "Toda esa gente estaba realmente compenetrada con la tristeza del momento", explica. Y subraya: "El retrato refleja los sentimientos de las personas".
Sara Facio. Perón. En el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415. Hasta el 30 de julio.
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