Fortnite, un caso muy serio
"Suicidate y vení a comer", le grita Andrea Max desde la cocina a su hijo Gael para que deje el videojuego y vaya a cenar. "Es que nunca les alcanza, siempre quieren jugar un rato más y se les enfría la comida", explica. Pero esta mujer –que divide su tiempo entre la casa, los hijos y su emprendimiento de catering–, en lugar de ponerse en contra, decidió darle una oportunidad a Fortnite , el juego del que todos –y en especial sus hijos– hablan, y se animó a probarlo. "Al principio me preocupaba mucho la adicción y me puse en contra, pero un día entendí que ese no era el camino. Gael, mi hijo mayor, me insistió para que jugara y un día me animé. Esa tarde la pasamos muy bien, nos reímos mucho. Entendí más sobre el juego. No me pareció estéticamente agresivo ni violento. A partir de ese día, la dinámica familiar mejoró. Los entiendo y ellos se adaptaron y aceptaron algunas reglas de casa, como por ejemplo que de lunes a jueves no se puede jugar", cuenta la mamá de Gael (14), Benicio (11) y Milo (7).
Pero mientras Andrea logró comprender este fenómeno, otros padres están muy preocupados. "Juanchi empezó jugando tranquilo, pero después observé que dejó de lado otros videojuegos y se enfocó solamente en Fortnite. A los amigos les pasó lo mismo, los absorbió. Lo que más me preocupa es que dejan de hacer otras cosas porque solo quieren pasar más tiempo usando Fortnite", dice con angustia María Eugenia Romano, contadora y mamá de Josefina (14) y Juan Francisco (9).
Andrea Asciutto, psicóloga y mamá de Ignacio (10) y Facundo (8), coincide con Eugenia. "En casa juegan mis dos hijos, y aunque les limito el tiempo veo que los excita mucho y se pelean. Además, es complicado hacer planes los fines de semana porque prefieren quedarse en casa o volver rápido para seguir jugando. Para colmo, son partidas muy largas, porque juegan en red con sus amigos, y si se va uno llega otro", relata.
Lo cierto es que cada vez son más los lugares donde el Fortnite es tema de conversación. En la puerta del colegio, reuniones con amigos o eventos familiares este videojuego es centro de charlas porque es un fenómeno que sigue creciendo y ya es parte de la mayoría de los hogares de todo el mundo. Y para dar cuenta de este suceso solo basta con observar los números. A un año de su lanzamiento, Fortnite –videojuego desarrollado por Epic Games– consiguió más de 40 millones de jugadores a nivel mundial y llegó a tener más de 3,4 millones de personas jugando simultáneamente.
Pero ¿de qué se trata el Fortnite y cuál es el secreto de su éxito? Es un videojuego que pertenece al género battle royal, o batalla real. Los jugadores caen a una extensa arena solo con una mochila básica de supervivencia y un pico, sin otros recursos ni armas. El objetivo es ser el último que sobrevive, que puede quedar solo o con su equipo. Durante todo el juego se van buscando herramientas, se hacen construcciones, los participantes se esconden y avanzan. Pero el camino no es fácil: deberán apurarse antes de que llegue la tormenta y tendrán que defenderse y matar a todos los contrincantes que se les crucen para poder ganar. Puede jugarse en forma individual o se pueden formar equipos.
"Es similar a la película Juegos del hambre. Se asemeja a otros videojuegos del género, pero lo interesante es que Fortnite incorporó la construcción. Y creo que esa es una de las claves de su éxito, porque captó a los chicos de entre 9 y 16 años que antes jugaban al Minecraft", resume Iasi Salomon, conocido virtualmente como Oxaciano. Salomon juega desde los 6 años y actualmente es entrenador de videojuegos y relator o caster de eSport, deportes electrónicos.
"Nació como un producto pago que apuntaba a otro público, pero los desarrolladores se dieron cuenta de que en esa modalidad no iba a funcionar, entonces lanzaron una versión no paga, donde se monetizan algunas cosas, como disfraces, objetos y gestos. Otro componente que lo hace atractivo es su estética particular, con colores vivos, similar a la utilizada en los cómics", explica Pablo Palacios, coordinador de la línea de competencias de la Fundación Argentina de Videojuegos (Fundav).
Lucas Panet solía jugar Fortnite con sus hijos Matías (8) y Nicolás (5). "Jugué varias veces con ellos, pero teníamos que turnarnos. Por eso cuando comenzaron a ver online a sus amigos prefirieron jugar con ellos. Creo que es divertido y que no repercute negativamente en mis hijos. Pero como padres debemos estar atentos para saber con quiénes interactúan los chicos, ya que el juego permite hablar con jugadores desconocidos. Comprendo a los padres que tienen una mala imagen del juego por el uso de armas, pero cuando yo era chico jugaba al Street Fighter y al Mortal Kombat y no por eso me volví agresivo", argumenta.
Panet considera que Fortnite es un momento de esparcimiento para compartir con sus hijos. "Nos divertimos, copiamos los bailes y nos reímos. Eso sí: les controlamos las horas de juego. Durante la semana no lo usan más de una hora al día. Los fines de semana los dejamos un poco más", comenta.
Justamente eso es lo que recomienda Laura Jurkowski, psicóloga y directora del centro especializado en adicciones a las nuevas tecnologías reConectarse. "Para evitar que los chicos se vuelvan adictos a los videojuegos, los padres deben poner límites y ser firmes con ellos".
Para la psicóloga, el éxito de Fortnite radica en que es un juego que atraviesa todas las clases sociales porque es gratuito y está diseñado de una manera muy atractiva. "Además, permite que los chicos puedan jugar con sus amigos, haciéndolo más atrayente aún. Y si dejan de jugar o salen de la partida perjudican a su grupo, por eso no quieren parar", considera.
Por otro lado, resalta que cuando no están jugando miran tutoriales en YouTube para aprender a jugar y avanzar en el juego. "Eso hace que estén permanentemente pensando en Fortnite", afirma.
Señales para estar atentos
Pero ¿cuáles son las señales? ¿Cómo se puede dar cuenta un padre de si su hijo se está volviendo adicto a un videojuego? "Se vuelve el único interés del chico. Se alteran el sueño y la atención y concentración en otras actividades, como el colegio o los deportes. Muchas veces, incluso, empiezan a descuidarse, no se quieren bañar y dejan de relacionarse con otros chicos cara a cara. No quieren participar de encuentros familiares, comen mal, rápido y se los ve ansiosos. Otra señal es que cuando el padre intenta ponerle un límite su hijo se pone violento, irritable y tiene una crisis", detalla.
También es necesario prestar atención si juegan con desconocidos, porque pueden ser adultos que se hacen pasar por niños. "Hay que estar atentos. Y deben generarles actividades alternativas para que su diversión no solo pase por las redes sociales y los videojuegos", sugiere la directora de reConectarse.
Eugenia cuenta que en su casa decidieron poner la consola en el quincho para controlar a Juanchi. "Le dijimos que iba a poder jugar en la semana, pero solo cuando terminara con todas las actividades y tareas del día. Tampoco puede dejar de invitar amigos por jugar con la Play. No queremos que desplace su vida social. Durante el fin de semana lo dejamos jugar más tiempo, pero tratamos de generarle salidas al aire libre, para que no se quede encerrado todo el día", dice.
Por último, Jurkowski está observando que los chicos dejan de juntarse en las casas de sus amigos porque prefieren jugar con ellos "virtualmente". "Eso es grave, porque nada sustituye un encuentro cara a cara con un amigo. Y esa creo que es una de las grandes desventajas de este juego", afirma.
Profesor particular
Pero más allá de estas críticas, Palacios comenta que el Fortnite se transformó, en el exterior, en una actividad familiar que se juega entre padres, hijos, hermanos y amigos. "En Estados Unidos, por ejemplo, están contratando a un coach para que les enseñe a jugar mejor. Si el hijo adolescente tiene más habilidad que el padre, el entrenador trata de emparejar esta situación a través de estrategias óptimas para ambos, o buscando en qué es mejor cada uno de ellos para equilibrar las partidas", detalla.
Pero en realidad el coaching nació como una necesidad para que los jugadores profesionales puedan mejorar. Luego, cuando el juego se masificó, otras personas empezaron a interesarse en mejorar su desempeño, y así fue que surgieron los entrenadores individuales. ¿Cómo se contratan? Aparecen en páginas especializadas o en redes sociales, donde estos "profesores" exponen sus "credenciales" o habilidad de juego. Pero no hay educación formal. Los entrenadores, por lo general, son buenos jugadores que deciden darle una vuelta pedagógica, principalmente por motivos económicos. También hay coaches que no juegan bien, pero que investigan mucho sobre ese juego, se vuelven expertos y se ofrecen como entrenadores individuales o de equipos.
"Un entrenador puede cobrar entre 5 y 35 dólares la hora. Incluso los que recién empiezan ofrecen sus primeras clases gratis para poder mostrar cómo enseñan", cuenta Salomón. Las clases son online. Observan el juego de sus alumnos y luego les hacen correcciones a través de videos o un power point.
"Hay padres que quieren pagarle a un entrenador porque quieren que sus hijos sean profesionales en eSports, ya que los premios en esas competencias son millonarios. Otros, porque desean que sus hijos obtengan una beca universitaria. En Estados Unidos, al igual que ocurre con otros deportes, muchas universidades están dando becas a deportistas destacados de eSports. Pero generalmente los mejores jugadores, los de elite, suelen ser convocados por un equipo profesional y allí los entrenan", detalla Salomon. Es que los deportistas electrónicos, a diferencia de los jugadores, no juegan por diversión: entrenan a diario.
Aunque en la Argentina aún no hay muchos entrenadores específicos para este juego, ya comenzaron a surgir algunos coaches de equipos profesionales de Fortnite. "Soy el entrenador del equipo competitivo Zeta-Strike. Me encargo de buscar integrantes para este equipo, organizar los horarios de entrenamiento, armar las estrategias de las partidas, buscar eventos o torneos para participar y promocionar al equipo vía streaming", asegura Gastón Parés, que juega con el nombre de Gastek. Según revela, por ahora en la mayoría de los equipos de Fortnite de la Argentina no se cobra ni por ser capitán ni por ser jugador. "Lo hago por vocación", dice. Pero que sea una responsabilidad no remunerada no significa que lo tomen como un pasatiempo. Los integrantes de Zeta-Strike practican de martes a viernes entre tres y cinco horas diarias, y sábados o domingos entre 8 y 10 horas.
Los expertos de esta industria destacan que los videojuegos no son malos; por el contrario, permiten resaltar habilidades y destrezas. Incluso pueden servir para el sector educativo. "En nuestra fundación buscamos el entretenimiento educativo, es decir que los juegos que los chicos usan en sus casas se lleven al aula. Mientras juegan suelen aplicar matemáticas, hacer cálculos mentales y optimizar recursos. Podríamos mostrarles que eso que están aprendiendo en el colegio ya lo saben, y lo usan mientras juegan", destaca Palacios.
"Lo que me gustan de Fortnite es que a pesar de estar en casa juegan con sus amigos. También me parece divertido que hagan los pasos de baile de los personajes y que vean que sus futbolistas preferidos los imitan para festejar sus goles. Si hay baile no todo está perdido", bromea Andrea Max.
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