Dice de ella misma que es un "personajón". ¿Y quién podría dudarlo? También que tiene un "universo frondoso que a mucha gente le interesa y quiero compartirlo". En treinta y nueve años de carrera, Florencia Peña (45) tiene un máster en el arte de reinventarse: fue la "Pechocha", la cara de las sitcoms en Argentina, la mujer de los musicales más entrañables… Y ahora se estrena como emprendedora con FdeFLOR, una comunidad con contenidos y una tienda virtual y se prepara para desembarcar en las mañanas de Telefe para medirse como conductora. Todo eso sin descuidar su multitudinaria comunidad en redes sociales: casi cinco millones de seguidores en Instagram y casi tres millones en Twitter.
En la intimidad de su casa en Nordelta, adonde alquiló en el verano y luego decidió instalarse durante la pandemia con sus hijos, Toto (17), Juan (12) y Felipe (en días cumple 3) y su pareja desde hace siete años, Ramiro Ponce de León (46), se anima a una charla en la que deja claro que es una mujer que fluye tomando riesgos. "Me agarrás en la mejor etapa de mi vida. Mi vida es una suerte de montaña rusa, pero creo que hoy soy mi mejor versión. Siento que hay logros que llegaron para quedarse".
–¿Por ejemplo?
–Haber formado una familia. Y si bien ser mamá no me define, porque también soy hija, mujer, amante, actriz, amiga o hermana, en la maternidad y en la familia encontré una base muy sólida para sentirme segura y desde ahí crecer, sin dejar de ser el apoyo de mis hijos. Todo ese barullo que hacemos los cinco es mi alegría, mi diversión, mis pilas. Y eso nos pasa a todos: nos potenciamos.
–¿Cómo es ser madre de hijos con edades tan diferentes?
–Toto está más independiente, pensando qué carrera seguir y a qué facultad ir; Juan transita la preadolescencia, sabe muy bien lo que quiere y es el más parecido a mí, por lo que a veces chocamos y al toque nos pedimos perdón y nos abrazamos. Y el más chiquito es un torbellino, una personita hermosa, llena de amor, que me implicó empezar de nuevo.
–¿Te cuesta ponerles límites?
–Les hablo mucho, no los castigo. Por ejemplo, me llamaron los maestros de Juani porque llegaba tarde al Zoom. Lo primero que me salió fue defenderlo, decirles que para los chicos era un año complicado. Pero dicho esto, les aseguré que le iba a hablar. Y así fue, lo entendió y dio un vuelco total. A mí me funciona eso. Mis padres me decían "yo sé lo que es bueno para vos". ¡Pero nunca lo repito porque no sé ni lo que es bueno para mí! En todo caso, te puedo ayudar a descubrirlo, darte herramientas, acompañarte, ser tu apoyo, pensar por qué falló y adónde apuntalar para que no sea un tema que vuelva una y otra vez.
–Ahora que hacen homeschooling, ¿te sentás con ellos?
–No nací para sentarme en ningún lado. Los mayores son hijos míos y de su papá [Mariano Otero], que es músico, imaginate… Ramiro labura todo el día [es abogado], así que son chicos que saben que tienen muchas posibilidades de ayuda, más allá de nosotros. Tejimos una red de contención teniendo en cuenta nuestras carreras y lo ocupados que estamos para que nunca se sientan solos.
–Hace un tiempo tuviste tu primera experiencia como "suegra" cuando Toto estuvo de novio con Juana Tinelli…
–Fui una gran "suegra", quiero decirte. La amé a Juana. Por como soy, lo viví con naturalidad, sabiendo que se iban a dar la cabeza contra la pared porque eran muy jovencitos los dos, todo el tiempo juntos. Él se fue de vacaciones con Marcelo, ella conmigo a México... Mi hijo la sufrió y yo siempre traté de acompañarlo sin meterme en su relación. Sólo quise que supiera que es parte de la vida sufrir por amor, aunque la primera vez que te pasa es más complejo porque es donde uno empieza a entender qué dispositivos se te prenden. Él ahora está bien, enfocado en su colegio y tomando este último año tan diferente con una linda actitud. Se suspendió el viaje de egresados para el año que viene, si es que se hace, pero no se queja. Ojalá pueda dejarles a los tres el legado del poder de adaptación porque se sufre, pero menos.
–¿El mayor sabe qué va a estudiar?
–Está entre algo de deportes, que le encantan, o Imagen y Sonido. Yo le dije que se tome su tiempo, tiene que encontrar su manera, su voz y ser feliz. Y si tiene que probar diez cosas, que lo haga. Nosotras venimos de una generación donde había que decidir y no pifiarle.
–Vos fuiste privilegiada: a los 7 años ya trabajabas de lo que querías [debutó en Cantaniño].
–Sí, pero no es lo normal. Y cuando cumplí 18 años, mamá me sentó y me preguntó qué iba a estudiar.
–Tu mamá era bailarina…
–Sí, y después instrumentadora, más tarde docente, después maestra de reiki... Ese era su camino, pero no el mío. Mamá cumplió 77. De todas maneras, llegué a pensar en estudiar Derecho. Y en aquel momento había que tener coraje para plantarse.
Me han dicho cosas tremendas, pero estoy curtida, mis inseguridades vienen por cuestiones personales, nunca de afuera
EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR
–Llevan siete años juntos con Ramiro Ponce de León. ¿Cómo cambió la relación?
–Fue una relación que estuvo muchos años a la distancia [él es salteño]. Tuvimos que encontrar una manera que nos sirviera, quizás inentendible para los de afuera, porque nos encontrábamos todo el tiempo con la encrucijada de vos allá y yo acá. Viajábamos, pero no es lo mismo. Después, cuando fuimos papás, que tampoco sabíamos cómo iba a ser, lo dejamos libre, porque así somos los dos, muy del aquí y ahora. Yo me había divorciado, y después de haber elaborado todo un proceso, necesitaba mis tiempos y mi espacio. Pero después fue algo que consensuamos: él se vino a vivir con nosotros y ahora está buenísimo. Es un gran padre y está pendiente de Felipe. Yo lo miro y le digo: "Claro, para él es el primero". [Se ríe]. Me da mucha alegría verlos juntos. De todas maneras, desde que fui madre por primera vez, a los 27 años, es muy distinto cómo se es padre y madre hoy. En casa tenemos una mirada muy feminista del tema y con Rama somos un equipo.
–¿El amor para toda la vida es una utopía?
–Yo no creo en el amor para toda la vida. Uno va cambiando, cambian las necesidades, y después de un amor viene otro, y así. Pero claro que me puedo sorprender. Tampoco creo en la monogamia. Hay cosas que sentía o pensaba que tenía guardadas porque "de eso no se habla". Pero empecé a hacerme cargo. La vida te lleva por lugares extraños y te encontrás luchando por tus propias resistencias. Ese es un camino que ya tengo desandado. No la tengo atada porque sufro un montón, pero trato de ser honesta conmigo. Si cuento cómo vivo mi vida es porque quizás algo de lo que me pasa te sirva, no bajo línea. Soy una defensora de las libertades individuales, que tienen que ver con ser feliz uno sin invadir ni molestar a nadie.
–¿Tus chicos te pidieron alguna vez explicaciones?
–Hablamos de todo. Cuando fue lo del video [años atrás se filtró un video íntimo de ella con su primer marido], Juan tenía 6 años recién cumplidos, no iba a explicarle cosas que no iba a entender. A Toto sí. Fue dolorosísimo, pero como somos una familia que transforma todo lo que nos sucede en humor, lo pudimos trascender. Ahora, incluso, hacemos chistes con eso. Después, con respecto a mi forma de ver el amor y cómo me relaciono con eso, un día le pedí a Ramiro que tuviera una charla de hombre a hombre con Toto. Y me quedo con lo que mi hijo le respondió.
–¿Qué le respondió?
–Que me veía muy bien y muy feliz, y que eso era lo más importante. Y que se iba a preocupar cuando no fuera así. Listo. Rama y yo todo el tiempo estamos mirándonos, intentando mejorar, hacemos terapia juntos, terapia por separado, y entendimos que la mejor manera de ser quienes queremos ser y de ser libres en esa elección es ser recontramil honestos para que no haya problemas. [Piensa]. Papá murió este año, en plena pandemia, fue dolorosísimo. Con mamá estuvieron juntos casi cincuenta años. Ella está muy triste, dice que siente que le arrancaron la mitad del cuerpo. Y le creo, porque yo vi ese amor, no me lo contaron. Imaginate mi pensamiento, al lado del de ellos, está en las antípodas, pero nos adoramos y nos respetamos en las diferencias. Lo mismo con mi hermana. "Unidad en la diversidad" es una de mis frases de cabecera porque se aplica a todo. Ojalá nos escucháramos un poco más y pudiéramos discutir ideas sin insultarnos.
NUEVOS RUMBOS
La semana pasada, Florencia lanzó FdeFLOR, una plataforma digital donde vende desde ropa y accesorios hasta objetos de decoración, y donde también vuelca su faceta de artista. "Andaba a 250 kilómetros por hora, con ShowMatch, Cabaret, unas películas en carpeta, el Instagram, se venía Casados con hijos… Y la pandemia me frenó", dice.
–¿Es una forma de reinventarte?
–Sí. Este tiempo lo tomé como una oportunidad para hacer cosas que tenía pendientes. Una de ellas era crear una plataforma de comunicación. Siento que tengo una voz potente, un lenguaje que hace que sea popular y me da cercanía con la gente. Así nació este emprendimiento, donde fabrico con un montón de socios que creen en este proyecto, y vendo lo que me gusta, me inspira y me hace bien, y también doy contenido, subo videos graciosos, backstages de las campañas, un día en nuestra oficina… Tengo un miedo que me muero porque no hice ni un estudio de mercado. Pero yo vibro en el riesgo. ¡Creamos una empresa en plena pandemia y con productos nacionales! Soy la cara visible pero hay mucha gente atrás. Acá no vino un inversor, todo es remo. Me siento orgullosa porque me demostré que cada vez que quiero algo lo consigo. Pongo mis sueños en acción. En treinta y nueve años de trabajo tuve que barajar y dar de nuevo muchas veces, pero más allá del resultado, que es algo imposible de asegurar, siempre me resultó positivo el proceso.
–Antes del lanzamiento, sacaste "Qué actitud", un videoclip con el que muchos creyeron que te lanzabas como cantante sin saber que era la carta de presentación de tu proyecto.
–[Se ríe]. Hice la canción, que es como un manifiesto con todo lo que me fue pasando en estos años, con mi ex, Mariano [Otero], que lo adoro. Tenemos una relación buena, muy linda, como tiene que ser. Cuando la grabamos fuimos con Rama a su casa, nos quedamos a comer las dos familias. Se fue el amor romántico, pero hay ese cariño, esa admiración de reconocernos como artistas, de muchos años de compartirnos en ese ámbito.
–¿Qué te pasa con las críticas?
–Me han dicho cada cosa, pero estoy curtida, mis inseguridades vienen por cuestiones personales, nunca de afuera. Siempre les digo a mis hijos que no se angustien con los haters porque yo soy experta en que esos comentarios me resbalen.
Mi vida es una suerte de montaña de rusa, pero creo que hoy soy mi mejor versión
MUJER EMPODERADA
–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?
–Empecé a tener una conciencia de la finitud: en el mejor de los casos estoy en la mitad de mi vida. Y se me pasó volando. Me encanta hacer musicales, pero ya no soy aquella de Sweet Charity que estaba tres horas arriba del escenario y después me iba a bailar. Ya con Cabaret entendí que si salía un jueves al día siguiente el cuerpo me lo reclamaba. Si bien soy saludable, me alimento bien, hago ejercicio y me cuido la piel, entiendo y me voy adaptando. Nunca fui obsesiva con nada, pero reconozco que después de los 40 me di cuenta de que el metabolismo no es el mismo, que la piel hay que cuidarla más, que las arrugas que tenés se profundizan. No veo mal que las mujeres quieran estar lindas y sentirse coquetas.
–De hecho, en Instagram te mostrás provocadora, sensual…
–Yo vine al mundo con este cuerpo, si tengo ganas de mostrarlo, lo hago. El cuerpo es nuestro envase, una parte de todo lo que somos. El problema es reducirnos a solo un aspecto.
–A los 19, en tiempos de la "Pechocha", te operaste porque sentías que no podías manejarlo. ¿Qué pensás hoy?
–Con ese momento mío y del mundo, creo que hice bien. Ahora hay una mirada distinta sobre la mujer, aunque falte mucho camino por recorrer. Yo misma tengo una mirada más interesante. Ya no nos callamos cosas que antes estaban naturalizadas y si un tipo te va a decir una grosería lo piensa porque le saltamos a la yugular. Nos sentimos que somos un colectivo que se apoya, que si alguna no puede alzar su voz otra se la presta. Obviamente somos un movimiento heterogéneo, pero cada una desde su lugar intenta llevar un mensaje de empoderamiento, saludable. No queremos menos para el hombre, ni odiarlos ni que dejen de existir. Sólo buscamos igualdad, estar codo a codo e ir en busca de quienes queremos ser sin más complejos que el que puede tener cualquier ser humano. Si mi video se hubiese filtrado hoy, seguramente las mujeres habrían tenido una mirada más piadosa.
Producción: Romina Giangreco para RFG Studio. Peinado y maquillaje: Emmanuel Godoy. Agradecimientos: Maia Bergman, Bolivia, Garçon García, Grisino ropa y juguetes, FdeFlor, Odraz joyas, Renner Argentina, Chocolates Rapanui y bazar Simply Deco + Bazar
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