Florencia Etcheves: la conductora que se convirtió en una de las autoras más vendidas
"Hace tiempo que no preguntaba tanto", se sorprende Florencia Etcheves, la periodista que el 28 de febrero pasado, tras 24 años de ser parte de Canal 13 y TN, decidió dejar la pantalla para dedicarse por completo a la escritura, esa otra veta que la apasiona y que tan buenos resultados le dio desde que vio la luz su primera novela de ficción, La virgen en tus ojos, en 2012. "En aquel entonces fui una atrevida", reconoce. Un atrevimiento que la puso en la lista de las autoras más vendidas. Éxito que repitió con La hija del campeón (2014) y más tarde con Cornelia (2016), la historia que desde el jueves próximo podrá verse en los cines con el título de Perdida y con Luisana Lopilato como protagonista.
"No puedo dejar de preguntar, porque todo esto es nuevo para mí –confiesa con entusiasmo–. Es un proceso mágico ver cómo lo que escribiste toma otra dimensión, cómo los personajes se transforman".
Dicen que los autores sufren mucho cuando otros adaptan sus obras. ¿Te pasó?
Es un gran ejercicio para el ego, porque cuando vos escribís tu historia estás convencida de que todo es fundamental, de comienzo a fin. Cada palabra es medular. Si tuvieran que hacer la película tal como uno concibió la historia, debería durar 14, 15 horas, lo que sería una locura. Así que es necesario que aparezca el hachazo. Dios mío, al comienzo te asustás y después empezás a entender el proceso. La primera versión del guion la hizo Jorge Maestro, un genio. Tomó la novela como si fuera un arbolito de Navidad, le quitó las bolitas, las guirnaldas, todo lo que consideraba un adorno y dejó el tronco del árbol, la esencia. Resulta muy interesante tomar contacto con esa mirada del otro, te da pura adrenalina, aún más cuando comienzan a seleccionar a los actores y ver que tus personajes tienen cuerpo y hablan.
¿Tuviste algo que ver con la elección de los actores?
No, las productoras [es una coproducción con España] son superexpertas en eso. Cuando me contaron quiénes iban a estar pegué el grito en el cielo. Imaginate cuando me dijeron que Luisana Lopilato iba a ponerse en la piel de Manuela Pelari [la joven policía que aparece en sus tres novelas y que lleva el nombre de su hija]. No lo podía creer. Además, Nicolás Furtado, la española Amaia Salamanca, que es una genia, Rafael Spregelburd y el peruano Carlos Alcántara. Es un sueño.
¿Participaste del rodaje?
No me lo iba a perder. Estuve en San Martín de los Andes y en las Islas Canarias. Ver las ambientaciones, los lugares que vos inventaste. Es muy impresionante. Es como jugar a las muñecas, como cuando eras chiquita, en el que imaginabas el lugar y después hacías la historia. Todo ese tiempo me la pasé preguntando, no puede evitarlo, quiero saberlo todo. Me siento en la escuela otra vez. Muchos me dicen "pará ¿qué me estás haciendo un reportaje?" Es que no sé preguntar de otra manera, una y otra vez. Es el ejercicio que una ya tiene incorporado.
Dirigida por Alejandro Montiel (Un paraíso para los malditos) Perdida vuelve tras los pasos de Cornelia Villalba, una adolescente que 14 años atrás se perdió en los bosques patagónicos en un viaje de estudios y nunca más se supo de ella. Su mejor amiga, Manuela Pelari, decide ahora usar su experiencia como policía para emprender una nueva búsqueda que puede costarle la vida. La película también llegará a los cines de Perú y España y le dará la oportunidad a Florencia de lanzar su novela en ambos países.
¿Tus historias siempre están atravesadas por la realidad, en este caso por un drama como el de la trata?
Me interpela muchísimo todo lo que tiene que ver con la realidad y la trata es una de las tantas violencias machistas que sufrimos las mujeres, es una de las tantas mecánicas criminales que mueve millones de dólares en el mundo, a costa del cuerpo de las mujeres. De las mujeres más vulnerables y de las menos vulnerables también. Atraviesa absolutamente a todas las clases. Tenía muchas ganas de contar esa historia, pero en paralelo ganas de mostrar otras búsquedas, no solo la de Cornelia, que desaparece, sino también la que hace cada personaje, esas búsquedas internas, de intentar cerrar cicatrices, por eso el título de la película, Perdida, y la bajada que dice nunca dejes de buscar.
¿Te seducen las heroínas imperfectas?
Sí, quiero que sean imperfectas. No me gusta el maniqueísmo de qué es bueno o malo, porque nadie lo es. Ni las personas fabulosas son totalmente fabulosas; en la intimidad deben tener alguna miseria, algún rencor, un sentimiento de envidia, como todos tenemos. La imperfección hace a los personajes mucho más humanos, no son superhéroes, no me sale, quiero que tengan sus cosas horribles, como todos las tenemos.
Personajes e historias versátiles.
Por sobre todas las cosas, la literatura policial tiene que ser sumamente verosímil, porque la ficción compite con una realidad que la supera permanentemente.
Se formó con el recordado Enrique Sdrech, el Turco, al que considera un maestro, un padre que le dio las herramientas necesarias para sumergirse en el periodismo policial, y cubrió durante casi dos años el caso de María Marta García Belsunce, que fue un punto clave en su carrera. "Escribo policiales porque no sé escribir una historia de amor. De hecho, me gustaría aprender a construir una línea romántica o erótica, pero la verdad es que no me sale. Mis personajes están todo el tiempo tratando de salvar su vida, no tienen tiempo para citas. Obvio que también todo es un aprendizaje, un ejercicio –reconoce la confesa fan de Bon Jovi–. Ahora, en mi nueva novela, que ya estoy escribiendo, tengo ganas de meter un poco de amor, de sexo, una cosa más romántica. Me resulta más fácil matar a los personajes que hacer que se enamoren".
¿Cuándo verá la luz la nueva historia? ¿Es otro policial?
Si los vientos me acompañan, la lanzamos en octubre, es un policial pero que se mete con el mundo de la televisión. La empecé a escribir antes de irme del canal. La protagonista es una periodista y también un productor, me gusta armar duplas. Me gusta que en mis historias haya varones interesantes porque podés hacer lindos peloteos entre los personajes.
¿Sos consciente de que la van a leer con lupa, para ver qué pueden encontrar?
(Risas) Sí, lo pensé, y por eso hice a todos muy distintos para que nadie se sienta tocado o intente buscar puntos de contacto. Me meto con el mundo del periodismo, ella trabaja haciendo investigaciones para la televisión y de repente se topa con que uno de los casos tiene que ver con su vida. ¿Va a usar las mismas herramientas de siempre para investigar su propia vida? ¿Tiene la honestidad para hacerlo? Ella es buena metiéndose en la vida de los otros, pero, ¿será capaz de hacerlo con la suya? Me gusta esto de jugar con los desafíos morales, también pasa en Cornelia.
¿Va a aparecer Manuela?
No, me costaría mucho escribir sin ver a Luisana. Me restringe un montón, porque ahora veo a Manuela como Luisana. Supo cómo construirla, tiene un montón de cosas que coinciden con lo que yo imaginé en la novela, pero otros tics los puso ella. Construyó una Manuela muy áspera, me encantó.
Volviendo al universo de la tele, tu despedida sorprendió a muchos.
No me fui de la tele en un momento de crisis. Viste que a veces eso te ayuda a dar el volantazo, pero no fue mi caso, de hecho en el canal lo estaba pasando fabuloso, con un equipo soñado, me recontradivertía. Hubiera sido mucho más fácil de otra manera, es como divorciarte de un marido con el que te llevás bien pero que no amás más; pero te llevás bien, lo querés hasta que aparece el amante. Y apareció. Y bueno, a mí las dobles vidas no me van. La verdad es que el cuerpo ya no me da para tener marido, amante, una hija adolescente y tres gatos (bromea con su realidad). Fue algo muy pensado, mis amigas periodistas lo sabían desde hacía muchísimo tiempo, estuvieron silenciadas. Una buena prueba de lealtad. Mi vida cambió, pero debo reconocer que trabajo mucho más, no sé si hice un gran negocio.
Bienvenido sea el desafío.
Totalmente. Que aparezcan desafíos a esta edad [46] es maravilloso, porque uno cree que solo aparecen en una etapa determinada de la vida, con la juventud, con el primer trabajo, con las primeras responsabilidades y ahora me doy cuenta de que no, que tiene que ver con el entusiasmo. También fue inevitable preguntarme: si no lo hago ahora, ¿cuándo?
Hay cierta fantasía de que los periodistas suelen ocultar información. El hecho de que hayas dejado el canal y que te dediques a la literatura alimentó la idea de que ahora ibas a poder contarlo todo...
(Risas) Me pasó muchas veces esto de que la gente me dijera "contame la verdad". Siempre me llamó la atención eso y a todos les respondía con una pregunta: "¿Por qué pensás que lo que te estoy contando no es toda la verdad?" Por lo menos es la verdad que yo conozco hasta ahora, eso no quiere decir que sea absoluta. ¿Por qué ocultaría algo, cuál es la gracia de tener un dato y ocultarlo? Los años de periodismo me dieron una base que utilizo en mis novelas, las herramientas, pero sigo metiéndome en cosas nuevas, como escribir para cine.
¿Vas a escribir el guion de algunas de tus novelas?
Estoy empezando con la previa del guion de La hija del campeón, mi segunda novela. Me lo habían propuesto con Cornelia, pero como estaba trabajando en el canal no me dieron los tiempos. Es una experiencia totalmente diferente. Empecé a leer la historia con una mirada distante, como si agarrara un libro de otro, despojada de todo tipo de afecto. Pongo en práctica todo el proceso que le vi a hacer a Jorge Maestro, Mili Roque Pitt y Alejandro Montiel.
Llegó la hora de hacer tus propios hachazos.
Sí, y por eso tengo que leerla tan alejada, porque uno cuando escribe mantiene una relación con los personajes, les tomás cariño, y ahora tengo que dejarlos de lado. Es un ejercicio interno, trabajás el ego mejor que en diez años de terapia.
En 2015, Florencia, junto con otras periodistas, inició por redes sociales una campaña contra la violencia de género con el hashtag #NiUnaMenos, que reunió en la primera marcha a más de 200 mil personas contra los femicidios. "Es fabuloso lo que está pasando, que las mujeres estén hablando sobre lo que les pasó y les pasa. No importa cuándo y dónde, lo importante es decirlo, sacarlo. En las últimas marchas todas fuimos testigos de algo maravilloso que me provoca una gran emoción, las pibitas. Me tienen enloquecidas esas nenas de 13, 15, 16 años que van a sus primeras marchas, que van con amigas. Hermoso ver a las mamás llevarlas, dejarlas con su grupo. Me emociona verlas con sus remeras, cantando, pintadas con glitter con el color violeta que representa al feminismo o el verde, por la campaña por el aborto seguro legal y gratuito. Lo veo con mi hija, de 18 años, que está parada en otro lugar, que piensa y dice las cosas de otra manera. Es como bien dijo [la periodista] Luciana Peker: "Esta es la revolución de las hijas". Me parece muy acertado, porque probablemente muchas de las cosas por las que hoy luchamos no las vamos a poder disfrutar nosotras, sino nuestras hijas, es una posta, y eso es maravilloso".
Hablamos de una cuestión social.
Claramente, la lucha contra el machismo es una cuestión social que involucra, para mí, tanto a hombres como a mujeres. Hablamos de educación, de cambios culturales. La lucha nace del caldo social, y cuando es así, es imparable. Fue un eco que se hizo masivo en la calle, que salió de la gente, alejado de la agenda mediática y política. Con los años se van a ir sumando reclamos. Es un tejido social que se está armando de a poco que va a hacer un colchón mucho más mullido para las que vienen. Es nuestra responsabilidad, como fue responsabilidad de las feministas del siglo pasado, quienes armaron un colchón para nosotras. En la revolución femenina, ya no hay vuelta atrás.