Fito Páez Abre el Gran Rex
El rosarino se presentará hoy y mañana, después de más de tres años de ausencia de los escenarios porteños
No vine a divertir a tu familia mientras el mundo cae a pedazos." Lo dice Fito Páez. El que hace un tiempo decidió hacer silencio para tramar un nuevo movimiento o, como resultó finalmente, para abrir una nueva posibilidad. Y (oh casualidad), esa posibilidad se llama Abre y viene en formato de CD. Y mostrarlo es la excusa que lo hace llegar este fin de semana hasta el Gran Rex, dentro de una gira que comenzó hace ya un tiempo en su ciudad natal, Rosario.
No es necesario un estadio de fútbol. Son tiempos en los que las cosas parecen acomodarse. Entonces, la sala de un teatro resulta lo más lógico. Tal vez, simplemente, porque todo reencuentro exige cierta intimidad.
Se lo ve, más que bien, feliz. Y, como puede adivinarse, inquieto. Apenas llega a su estudio de grabación, Circo Beat, en el que inauguró hace un par de días su propio sello discográfico, saluda a todos mientras el cuerpo flamea de un lado para el otro. "Después te muestro todo el estudio", dice, mientras se decide por una oficina para ponernos a hablar y saca sus cigarrillos suaves. La idea es conversar del hoy del artista, porque ya todos saben que editó un disco, que adoptó un niño y que sigue casado con la actriz Cecilia Roth.
Dice que ésta es la primera vez que "vuelve a tocar". Porque por más de veinte años no paró de hacerlo nunca. "Recién cuando paré me di cuenta de que estaba saturado de tocar. Nunca me tomé un respiro. Un poco no sabía cómo hacer, aunque después de Circo Beat me planteé hacer las cosas más despacio, quería que cada recital tuviera esa cosa de rito que se pierde cuando tocás tan seguido. En cierto momento entré en una inercia en la que no me daba cuenta que estaba tan metido."
Desgastes
También dice: "Eso produce un desgaste emocional y físico muy grande. Cambia tu vida radicalmente, aunque no deja de ser interesante".
Pero no son las únicas razones. Tampoco le gustaba cómo estaba cantando ni cómo se sentaba al piano. "Entonces llegó la decisión de parar. Claro, me di cuenta de que estaba tocando sin parar desde los 15 años. Disfrutando mucho todo, por supuesto, no puedo decir que fue traumático. No fue un sufrimiento, pero en un punto dije basta."
De todas formas, el alto en la música no fue un alto en el trabajo. "No fueron años sabáticos. Escribí una película en el medio, tengo unos cincuenta temas compuestos, hice setenta conciertos con una orquesta... lo que me dije fue: "Quiero tomar las riendas de mi vida y ver qué pasa". Quería saber por qué se movían tantas cosas alrededor mío y yo no me enteraba de nada..."
¿De qué se trata, entonces, todo esto? "La idea fue volver a tocar, porque evidentemente, soy una especie de bicho de escenario. Necesito las tablas, la luz, el sudor, el piano y ver la cara de la gente... y escuchar bien, para poder transmitir y emocionar en el punto exacto. Por eso la idea es no programar más de dos conciertos por semana; tres como un delirio. Modificar en todos los conciertos la lista de temas, estrenar temas nuevos en cada uno, cambiar la lista en el momento, sin que nadie sepa nada, y ponerse a tocar otro tema, y que de golpe los músicos arranquen con vos. Quiero que sea una verdadera caja de música. Que la gente no salga igual que como entró."
Las palabras de Páez son entusiastas. Es que, según sus propios dichos, "empezar otra vez fue fabuloso". Incluso por el estreno de su banda, que cambió varios integrantes y, al parecer, funciona a la perfección. "El mayor trabajo es encontrar el sonido, sacarle a cada músico lo mejor. Y en este grupo todos tiran para arriba."
Vidas involucradas
Y cuenta algunas experiencias con el público del interior vividas en la gira. "Hicimos el sesenta por ciento del interior y vimos un país muy golpeado. Hay una comunión con la gente; el tiempo pasó y todos nos hemos involucrado en la vida del otro. Es una forma de cariño. Hay algo ahí que no puedo explicar... Es un momento muy feliz para todos. Aunque también hay momentos muy emotivos, como pasa con La casa desaparecida . En todos lados, después de ese tema hay dos minutos de aplauso cerrado en los que nadie puede decir nada... estamos en el mismo barco y todos saben de qué se está hablando."
Músico llegado alguna vez del interior para conquistar Buenos Aires, hoy la ciudad no le hace sentir un desafío especial. "La verdad, tocar en Buenos Aires no me provoca una sensación diferente. Incluso ayer, estaban acá los pibes y me decían que querían ensayar para el Gran Rex. No, ¡qué vamos a ensayar! Estamos tocando, vamos a hacer lo mismo que en todos lados... vamos a cambiar la lista, vamos a estrenar un tema, van a hacer los solos en lugares diferentes, va a caer un invitado que nadie va a saber quién es, los iluminadores me van a decir de todo porque les cambio el orden de la lista. Va a pasar eso", remata Fito, y da paso a Abre , en vivo.
D.A.
Fito Páez. Hoy y mañana, a las 22, en el teatro Gran Rex, Corrientes 857. Entrada, de $ 15 a $ 50. En el teatro o por 4323-7200.
Músicos en banda
Como Charly García, cuando en épocas de Yendo de la cama al living, ironía mediante, dijo que había conseguido una de las bandas más baratas del mercado en alusión a los músicos jóvenes que había elegido, Fito tomó el ejemplo y lo hizo carne. Sólo quedó Guillermo Vadalá (bajo) entre los experimentados. Junto a él se ubican Claudio Cardone (teclado), Emmanuel Cauvet (batería), Nicolás Ibarburu (guitarra), Gonzalo Aloras (guitarra y teclados), Ana Alvarez de Toledo (coros), Carlos Huerta (trompeta), Adrián Elizalde Soto (trombón) y Reynaldo Larrinaga (saxo). Jóvenes, talentosos y sin demasiado ego.