Fue su primera canción, "Voy", el empujón que necesitaba para definir frente al mundo su identidad. Para encontrarse, para gritar sus verdades calladas, para despojarse de viejos dolores y volver a empezar. "De alguna manera siento que estoy dando un paso más en
esta etapa nueva de artista. Y esta canción tuvo que ver con eso porque en un momento entendí que si iba a salir a contar quién era a través de mi música, tenía que allanar algunas cuestiones en el camino", explica Fernando Dente (29), quien después de protagonizar comedias musicales, decidió redoblar la apuesta y lanzarse como solista. Las cuestiones a las que se refiere no son un tema menor, sino por el contrario, calaron muy hondo en la construcción de su nuevo "yo", tal como él mismo dice a lo largo de la entrevista. En noviembre del año pasado declaró públicamente que era gay y al poco tiempo, siguiendo el impulso de la libertad sin mochilas, reveló uno de sus mayores secretos: que era hijo de un ex sacerdote. "Fue algo que surgió en el momento, no tenía pensado contarlo, pero se ve que muy adentro de mí necesitaba sacarlo", explica mientras revela de a poco su historia familiar digna de un guión de cine. En 2009, su madre Ada Rizzutti, le confesó antes de morir que José Dente (quien murió en 2014) no era su padre biológico, sino Fernando Onetto, un ex sacerdote que conoció en una separación temporaria durante su matrimonio. "Lo conocí un año después que mamá me lo contó. Nos vimos en mi casa, pero todo fue muy raro… Era mi papá, pero al mismo tiempo no lo era. Hoy a la distancia creo que le había puesto muchas expectativas a toda esa situación y la verdad es que cuando nos vimos no sucedió nada".
–¿Por qué decís que fue todo muy raro?
–Lo que aprendí por mi historia personal y por lo que me tocó vivir es que todos los vínculos se construyen, la sangre tira, pero si no hay nada construido detrás, no sirve. Lo que sí tira es lo que ya está consolidado, lo que a uno le hace bien. Y la realidad es que él no es mi papá, no siento que lo sea.
–¿Creés que en un futuro puedan llegar a tener un vínculo más fluido?
–[Se queda pensando]. No lo creo, pero tampoco lo descarto. La verdad es que no sé qué va a pasar el día de mañana. Por lo pronto, no le guardo ningún tipo de rencor porque si así lo hiciera, el único perjudicado sería yo. En este momento, lo más importante para mí es preservarme. Tampoco siento esa necesidad de salir a buscarlo. Mi papá murió y no es reemplazable. Mi padre biológico es alguien con quien alguna vez la vida nos va a volver a cruzar. Tal vez seamos amigos en un futuro.
–¿Él llegó a contactarse con vos después de tus declaraciones?
–De eso prefiero no hablar. Soy consciente de que soy hijo de una gran historia de amor. Y de hecho eso fue lo que más felicidad me dio cuando me lo contó mamá. Sentí mucha alegría y ternura saber que ella vivió algo así. A partir de ahí entendí muchas cosas… Yo me crié en un entorno muy tóxico, de muchas peleas. Nunca me llevé muy bien con papá; de hecho, nuestra relación fue muy difícil. Me acuerdo que le reprochaba que no le importaba nada lo que yo hacía, pero lo cierto es que él me iba a ver siempre, me esperaba todos los días que terminara las clases de teatro y al día siguiente me llevaba al colegio. Mucho tiempo después me escribió una carta hermosa pidiéndome perdón por no haberse dado cuenta de que esa era mi vocación verdadera. Cuando murió y fuimos con mis hermanos (Lucas, Tomás y Guido) a vaciar su departamento, nos encontramos con una bolsa enorme que él había guardado con todos los recortes de mi carrera. Al final era un padre baboso.
–Una vez dijiste que tu madre fue un pilar importante en tu crecimiento artístico.
–Mi vieja era una cosa increíble. Fue la primera que supo qué me pasaba a mí con el teatro, quien detectó mi pasión y quien estuvo desde el día cero que empecé a soñar con ser esto. Yo le decía "quiero ser actor" y ella me contestaba: "Bueno, decretalo y listo". Tenía esas frases espectaculares que siempre me ayudaban a construir mi autoestima y mi confianza. La remábamos juntos. Cuando murió, una de las cosas que más me costó fue seguir construyendo esa confianza en mí. Sin embargo, el haberla perdido me hizo más fuerte, tuve que aprender a hacerme cargo y creérmela un poco.
–¿Cómo te llevás con tus hermanos?
–Bien.
–¿Se juntan, se ven?
–No mucho, la verdad es que no somos como los Campanelli. En mi vida diaria, mi familia son mis amigos. Sé que cuento con mis hermanos para lo que necesite, pero tiendo a recurrir más a mi círculo íntimo. Con mis hermanos tenemos vidas muy distintas, las cosas que nos movilizan también son distintas y eso hace que no compartamos muchas cosas.
–¿Estás en pareja?
–No. La soledad del artista es real, no es un mito. Y duele mucho. A veces vivimos momentos de mucha euforia después de un show, pero cuando eso baja y no tenés con quién compartirlo, se hace duro. Me pasó y me pasa muchas veces, pero no quiero que eso sea el impulso para estar en pareja. El día de mañana, cuando construya una relación con alguien, quiero hacerlo desde el deseo y no desde la necesidad de no estar solo.
–"No pienso adónde voy, sólo voy", dice la letra de la canción que presentaste hace unos días.
–Sí, se trata de un proyecto que venía soñando hace mucho tiempo y que ahora pude hacer realidad. Es el fruto de un año ininterrumpido de trabajo. Era muy importante para mí que la canción que yo escribiera me representara. "No sé adónde, pero vamos", ese es mi motor. Siempre necesito moverme, creo que es necesario. Quedarse quieto a la larga es peligroso.
–¿Hacia dónde vas?
–Estoy empezando a desojar mi vida para darle lugar a quién soy realmente. Cada vez más se hace presente quién vine a ser en este mundo.
–¿Fue liberador contar públicamente que eras gay?
–Para mí nunca fue una mochila porque en mi círculo íntimo jamás lo oculté. Decirlo en voz alta fue una manera de construir un camino más genuino. Hay una generación joven que me sigue y no quería que pensara que eso para mí era un tema tabú. Con la canción "Voy", el mensaje que quiero dar es "hagan y sean lo que quieran". Me parece muy injusto que alguien pase por esta vida siendo lo que no es.
–¿En qué momento tu amor por la música viró a una formación más profesional?
–De chico no era muy bueno en deportes, salvo equitación, que me gustaba mucho, por lo que probé con teatro y ahí no paré. Me acuerdo que buscaba en las páginas amarillas clases de teatro, se las pasaba a mamá y ella me llevaba. Así me fui formando hasta llegar a la escuela de Hugo Midón. Hasta ese momento, mis padres todavía veían la música como un hobby para mí. Recién cuando quedé en el reality de High School Musical, en 2007, entendieron que la cosa iba en serio. Haber salido en la televisión para estar en una película ya me daba el título de "actor serio". [Se ríe].
–¿Cómo definirías tu presente?
–Cada día siento que estoy más cerca de quien siempre quise ser. A mí me pasaron muchas cosas y con la pérdida de mis padres, me asusté, crecí de golpe, me endurecí por dentro. Por suerte, transité un camino donde pude volver a conectarme. Hoy me veo al espejo y me reconozco. Y eso me hace muy feliz.
Agradecimiento: Four Seasons Hotel Buenos Aires
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