Fernanda Laguna: "No es tan fácil conmover en arteBA"
Narradora, poeta y artista plástica, acaba de lanzar una novela y mostrará parte de su obra en la nueva edición de la Feria de Arte
Definir a Fernanda Laguna, a estas alturas del almanaque, resulta tan complejo como innecesario. Narradora, poeta, artista plástica, gestora cultural, docente, editora y musa de algunos textos del escritor César Aira. Las etiquetas se acumulan inservibles sobre la mesa así como las valiosas novedades comienzan a despertar su interés. Este mes saca por Mansalva, y bajo el seudónimo de Dalia Rosetti, su nueva novela, Sueños y pesadillas; abrió el espacio multidisciplinario Agatha Costure en el barrio de Villa crespo, donde hace lecturas, muestras y actividades como "Concurso de tallado de sandía"; y estará por partida doble en la nueva edición de arteBA mostrando parte de sus obras: en el espacio Dixit, en su edición 25 aniversario, y en el stand de la galería Nora Fisch. Y mientras esto ocurre, sigue adelante con su ya trascendente editorial Belleza y felicidad y dirige la escuelita y galería de arte Belleza y felicidad en Villa Fiorito.
Fenanda Laguna, entonces, ofrece agua tónica, mira las hojas de otoño que se acumularon en su balcón y se sienta en un cómodo sillón de dos cuerpos para comenzar a dialogar.
-¿Por qué el alias para escribir narrativa?
-Estábamos con Cecilia Pavón y Gabriela Bejerman hace tiempo pensando, tirando ideas. Un día dijimos pongámosle nombres de flores al invento de un nuevo ser de cada una de nosotras. Que tuviera cada una su propia voz distinta a la nuestra. Las novelas de Dalia Rosetti hablan de ella. El alias sirve para entrar en otro cuerpo. Es la construcción de un personaje que tiene su vida, y además escribe.
-¿Surge como un juego o una necesidad que se complementa con tu poesía y faceta artística?
-Una vez en el 2000 fui a un espacio alternativo y me gané una cena gratis. Fui. Como me estaba aburriendo muchísimo por estar sola, me puse a escribir lo que pasaba en ese lugar. Mejorando el momento ese creando otro momento. De ahí nació la primera novelita: Tatuada para siempre. Surgió casi todo ahí. Se complementa con mi poesía. También me gusta ir de un extremo al otro. Mientras más me multiplico en cosas más me concentro. El no tener por qué escribir novelas, porque hago muchas otras cosas, hace que me guste más escribirlas. Incluso ni siquiera me parece que las escribo. Ni yo lo entiendo.
- Sueños y pesadillas viene de hace muchos años, ¿no?
-Sí, la retomé hace poco. Es la precuela de Dalia Rosetti, se cuenta quién es ella. Y dónde existe, en qué lugar.
- ¿En algún momento te definís a vos misma? Porque recién decías que hacés muchas cosas...
-Soy bastante desordenada y ciclotímica. Voy encontrando en cada faceta una balanza de estados de ánimo. Incluso dentro de la pintura tengo sensaciones más relacionadas con el collage, por ejemplo. En cada minuto voy sintiendo que tengo que hacer otra cosa. Cada cosa que hago está relacionada con un estado mío.
-¿Qué lugar ocupa la pintura en este panorama?
-La pintura es como un estado más neutro. Puedo pintar aunque no tenga ningún tipo de inspiración. Igual no sé si existe la inspiración. Porque la pintura es... más fácil. Es como hacer una receta básica. Una receta de cocina pero en vez de cocinar una torta se cocina un cuadro. Voy plegando acciones que van haciendo el cuadro. Igual, las acciones como que nunca hacen lo que hacen: cuando hago una cosa siempre estoy haciendo otra en realidad. Puedo hacer un cuadro como si estuviera haciendo una torta pero pasa que lo que queda, al final, es el cuadro.
- Vas a estar en arteBA este año.
-Voy a estar en el espacio Dixit con tres curadores, Lara Marmor, Federico Baeza y Sebastián Vidal Mackinson, que van a armar una muestra por los 25 años de arte argentino y me invitaron a participar junto a otros artistas que están en galerías. Voy a presentar dos cosas. Están buceando en lo raro, así entra lo mío. Una de las obras era un chiste en realidad que hice en 2003. Yo llevé Belleza y felicidad a un stand en arteBA y me quedó una esquina vacía en el montaje. Y armé algo mío como para rellenar: rompí unos tubos, tiré unos huevos. Era para hacer algo divertido. A los dos días me lo limpiaron, se lo llevaron todo. Entonces ahora voy a presentar eso. Pero hay una parte formal, que era lo que ya tenía, y hay otra parte que es expositiva y que antes estaba tirada. Ahora tengo que ver cómo lo hago a eso. Es más importante que esté tirado que se parezca a como era antes. Lo más importante es que no parezca que está expuesto y es muy difícil en un lugar que es pura exposición.
-¿Y cómo estás al respecto?
-Primero hay que pensar que no tiene que ser iluminado, no tiene que tener cartel, no se tiene que saber que es mío, ese tipo de cosas. Quiero que exista más allá de mí. Si aparezco yo ya es una obra. Y esto es otra cosa: una sorpresa.
-¿Te importa la recepción?
-No sé si me importa. Es complicado esto que voy a hacer en arteBA. Porque voy a intentar repetir algo y no estoy segura de que se pueda repetir. Ya es otro contexto del mundo, las cosas se ven diferentes ahora. Me gusta que alguien se ría, por ejemplo. Me gusta eso, aunque no sepan de quién es ni nada. El efecto sorpresa, esa recepción la disfruto. Aunque no tenga valor. Prefiero la sorpresa, por sobre todas las cosas. Aunque no me entere. De todas formas, siempre te enterás de alguna u otra forma.
-¿Y si pasa lo contrario?
- ¿Si me dicen que es feo?
-Ponele.
-Y, me pongo mal. Pero es difícil que haga una obra muy grande o importante porque ahí sí, si no les gusta y puse todo lo que tenía me voy a sentir muy frustrada. Por eso siempre tiendo a hacer cosas menores para que de última una sonrisa le saco al espectador.
- ¿Cómo te llevás con los circuitos de exhibición en general?
- Una obra es espacial. Y necesita de un espacio que lo rodee. Y ese espacio que rodea a la obra también es parte de la obra. Entonces la obra debe cambiar un poco para ir adaptándose a los distintos espacios y climas de los lugares. Me es más fácil exponer de manera espontánea en pasillos o lugares así. Pero también me gusta lo que es medido y requiere cierta rigurosidad. Cada espacio es diferente. ArteBA no es un lugar donde uno se ubica en una escala como para emocionarse. Es otra cosa. Vos tenés que generar un artilugio para que la cosa funcione. Por lo menos a mí me pasa eso. No es tan fácil conmover en arteBA.
La bebida más amigable
Fernanda apuesta al Fernet 1882 con Coca-Cola Zero y mucho hielo porque es la bebida que le cae bien. "A veces estoy varias horas en un lugar y con el tiempo me empezaron a caer mal todas las bebidas alcohólicas menos el fernet. Así que voy a todos lados con hielo, vasos, el fernet y la Coca. A veces voy a algún lugar y nadie tiene para beber y yo llego con todo eso y soy como el paraíso ambulante".
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