Su abuela paterna rompió el molde: se divorció, a los 70 años seguía usando bikini, en navidad era la encargada de hacer el lechón a la parrilla, y era muy moderna en su menú diario: ensalada con uvas, yogur y menta por ejemplo. Para la pequeña Felicitas (creía que el omelette solo podía ser de queso) que su abuela le enseñara que podía explorar los sabores que quisiera fue decisivo para tener su primer acercamiento a la cocina.
Cuando Felicitas terminó el colegio decidió estudiar gastronomía pero dudó un poco durante la carrera porque pasaba mucho tiempo encerrada en una cocina trabajando. Igual se recibió, hizo pasantías en restaurantes, una temporada en un hotel en Mendoza y cuando volvió decidió hacer un pequeño catering para eventos y cenas en las casas. Se asoció con una amiga y el boca a boca empezó a funcionar. Construyó una cocina en el garage de la casa de sus padres en Pilar e invirtió en hornos y heladeras. Algunos clientes le pidieron clases de cocina y no lo dudó. También trabajó en una casa de huéspedes y en un Club de Polo en General Rodríguez como jefa de cocina. Fue en ese momento cuando se anotó en el concurso que la llevaría a la fama.
¿Quién es esa chica?
Cuando el famoso chef inglés Jamie Oliver anunció en sus redes que buscaba un cocinero youtuber para su canal, Felicitas Pizarro no lo dudó: se creó una cuenta, llamó a Delfina, una amiga que estudió cine y tenía una buena cámara, y tardaron tres días en hacer el video ganador.
"Nunca pensé que alguien de Argentina lo iba a ver, entonces decidí hacer un bife bien jugoso como les gusta a ellos, lo corté tipo mariposa, hice un salteado de arroz con azúcar mascabo, cilantro y panceta que no tiene nada que ver con nosotros pero era una de las condiciones que tuviera arroz, y lo terminé con un chimichurri que hice en un mortero que es pintoresco", explica Felicitas, quien a los 15 días se enteró que era una de las cinco finalistas. El ganador se decidía en base a la cantidad de likes, lo que era un punto en contra para ella que, a diferencia de los demás, recién abría su canal en youtube. Entonces recurrió a unas amigas que hacían prensa, armaron una gacetilla y la mandaron a los periodistas. Enseguida la empezaron a llamar de radio, televisión y diarios, es que la argentina que estaba compitiendo a nivel mundial con un bife de chorizo era una linda noticia. "Ahí empezaron a subir los likes, los argentinos quieren ser los mejores y entonces siempre te dan una mano. Me llamaron de Inglaterra para preguntar qué estaba pasando que se movía tanto, en dos días pasé a estar primera y llevaba una diferencia de 20mil "me gusta"".
Felicitas ganó, tuvo una video llamada con el chef que admiraba, firmó un contrato para hacer un video por semana y le regalaron una computadora, una cámara y le dieron a ella y a Delfina varios tips: cómo hacer para que la comida se vea más brillosa, duración del video, mostrar al principio el plato terminado para retener la atención del espectador, por citar algunos ejemplos. Mientras, en Argentina, empezaron a aparecer las propuestas laborales.
El tiempo siguió. Publicó dos libros, tuvo tres programas propios en El Gourmet, es jurado en "El gran premio de la cocina" y acaba de grabar "Felicitas parrillera" para El Gourmet, un programa al aire libre con recetas en los distintos fuegos: parrilla, horno a leña, disco de arado, asador y caldero; lo sintió como un volver a su inicio con aquel bife de chorizo.
Una cocinera detrás de cámara
Al principio le propusieron cocinar en un magazine pero la idea no le gustó, tener que estar condicionada por el rating del programa en vivo la hacía sentir que no se iba a poder lucir como cocinera. Cuando le propusieron tener su propio programa de televisión "Las recetas de Felicitas" no lo dudó. Y ganó un Martín Fierro.
Recuerda los nervios del primer día de grabación, ella estaba acostumbrada a grabar al aire libre con la cámara de su amiga Delfi frente al plato y de repente se encontraba en un set con una cámara a seis metros de distancia que se movía por el riel, le hablaban por la cucaracha, tenía una ventana falsa con una luz que también lo era. No le gustaban como le salían las cosas, no se animó a decirlo y volvió a su casa llorando. Al otro día habló con el productor quien le explicó que si no está conforme se nota en su cara, entonces podía hacer el plato cuantas veces lo considere necesario, y así empezó su carrera televisiva.
"Hay cocineros que me encantan y tal vez la gente no los conoce porque no están en tele, hay un mundo de cocineros de verdad, yo cocino para la tele pero no para vender algo, salvo en la feria Bocas Abiertas en el bajo de San Isidro que tengo un stand hace siete años y es mi momento donde la gente puede venir y probar, es decir acá estoy, te lo mostré en la tele y acá están los sabores", Felicitas tiene la disyuntiva de hasta dónde seguir por este camino porque siente que de esta forma descuida el ser jefa de cocina y lo que eso implica. Cuando elige un trabajo no piensa solo en la parte económica, lo que le aporta esa actividad como profesional y si la va a ayudar a crecer como cocinera es fundamental.
"Admiro a los grandes cocineros y he podido estar cocinando al lado de ellos y no lo puedo creer porque ese lugar me lo gané por los medios, me da cosa y culpa, no me lo gané porque trabajé 40 años, es porque entré por otro lado, porque los seguidores marcan tu talento y no es así en realidad. Mi marido me dice que por algo me llaman, que yo doy otra cosa, pero es mi disyuntiva", confiesa una humilde Felicitas a los 34 años.
Casada con un contador que ama cocinar y con un hijo de un año y medio que los ayuda, el delivery nunca es una opción, y si bien llega cansada de trabajar y no tiene ganas de ponerse a cocinar, confiesa que su heladera nunca está vacía, y su propia huerta la salva en el día a día para hacer productos simples con dos o tres productos.
"Lo que más me gusta de cocinar es cómo transformar las cosas. Me inspira ir a la verdulería o a mi huerta y ver un tomate espectacular, una espinaca, el otro día vi unos higos y ya me los imaginé envueltos en jamón crudo, se me hace agua la boca. Veo un producto y me imagino mil cosas, me inspira. Me gusta la transformación del producto crudo, pensar cómo lo puedo hacer, aromatizar, visualizar el proceso y que se lo coman, que sea un éxito. Me gusta agasajar", confiesa Felicitas.
Su pasión por la carne es de toda la vida, siempre le llamó la atención ir a la carnicería, siente que es algo que la une culturalmente, le encanta conocer un corte nuevo, "asarlo, brasearlo, ver si lo llevo a la parrilla o lo hago vuelta y vuelta, me apasiona sacar lo mejor de cada corte". Siempre hizo asados en su casa, pero hoy siente que lo pudo perfeccionar, que la gastronomía le ha dado herramientas para saber manipular el fuego de una forma diferente.
"Hoy se habla mucho de empoderamiento y de la mujer, y ser la primera mujer parrillera en el canal estuvo buenísimo", dice con orgullo, cuenta también que la llaman de muchos eventos para que esté a cargo de la parrilla.
A la vez, sueña con tener su propio restaurante, sus amigos del rubro la desaniman por lo difícil que es, pero ella lo siente como su cuenta pendiente. Todavía no sabe cuándo, cómo ni dónde, pero lo que sí es seguro es que el fuego estará presente.