Fashion Night Out, una celebración del glamour en plena Nueva York
Anteayer, 700 tiendas abrieron sus puertas para agasajar por igual a celebrities y clientes
NUEVA YORK.- Es jueves. Hace mucho calor. De ese tipo de calor que sigue presente aun cuando baja el sol y se entromete en todas las conversaciones. Cae la tarde en Manhattan y la mayoría de la gente no vuelve a su casa, sino que sale de ella. Algunos salen para ser mirados, otros para mirar. Parece un día común en una de las ciudades cardinales en el mundo, pero hoy todos comparten el mismo plan: el Fashion's Night Out, en el marco de la semana de la moda.
Explicar de qué se trata este evento es casi tan difícil como agarrar el mapa de la ciudad -o la guía ilustrada que distribuye el New York Post por las calles- y seleccionar un barrio para recorrer. De seis de la tarde a once de la noche, setecientas tiendas abren sus puertas para agasajar a la moda, a las celebrities y a la gente con setecientas propuestas distintas, pero similares. Indudablemente, hay que practicar el ejercicio de la síntesis -o hacer tatetí y elegir: el primer destino es el clásico SoHo.
El Fashion's Night Out surgió en 2009 como una iniciativa de la revista Vogue y el CFDA (Council of Fashion Designers of America) para impulsar a la industria de la moda y estimular el consumo en plena crisis, en Estados Unidos. Hoy, cuatro años después, se realiza en simultáneo en París, Madrid, Londres, Milán, Shanghai, Sydney, D.F., Nueva Delhi, Moscú, San Pablo y, claro, aquí en Nueva York, su reducto principal.
El reloj marca las seis y media. Si el calor al aire libre, sobre el asfalto, llega a los 30 grados, en el subte sube, por lo menos, diez grados. Aun así, los más jóvenes, chicas y chicos, priorizan la moda, el no pasar inadvertidos con el propio atavío. Se alejan de la comodidad, no importa el calor. Algunos, hay que decirlo, rozan el disfraz con gusto y orgullo. Hoy a la noche está todo permitido.
Caminar a paso normal por la calle Broadway, desde la intersección con Houston St. (que, en realidad, se pronuncia Hauston) hasta Canal St. es literalmente una odisea. Para hablar hay que gritar, cuesta no perderse: muchas de las marcas y diseñadores contrataron DJ para que musicalicen cada minifiesta que parece tener lugar dentro de los locales. Y los ritmos, en gran medida electrónicos, retumban afueran y chocan entre sí. Aquí el acceso es libre: la idea es que la gente consuma y se lleve algún souvenir del evento (como conos de pochoclo en H&M, globos en Philosophy, tatuajes temporales en Atrium, o un makeover en Topshop). Por eso se anuncian los descuentos: 10, 15 y hasta un 20 por ciento en todo lo que cuelga de los percheros y reposa en mesadas. Y a pesar de la marea de personas, los vendedores atienden de manera personalizada.
Lista de invitados
Pero, hacia la derecha, en pleno corazón del SoHo, la cosa cambia. Para ingresar en las tiendas, tomar algún cóctel, charlar con editores de revistas, diseñadores y algún que otro famoso hay que figurar en una lista de invitados o hacer cola (es el caso de 3.1 Phillip Lim, Stella McCartney, Prada y Issey Miyake). Aunque a la mayoría no parece importarle demasiado esa faceta del FNO. La movida está en la calle, convertida en una pasarela, y lo importante es mirar y ser mirado, posar para la foto.
Lo mismo se repite en algunas boutiques del Meatpacking District, en Greenwich y West Village, en Lower East Side, y sobre las populares y elegantes Fifth Avenue, Madison Avenue y Lexington Avenue, donde abundan las tiendas departamentales (Bergdorf Goodman, Saks, Bloomingdale's y Barneys) y las tiendas insignia de prestigiosas marcas internacionales.
Tal vez, también, influya el hermetismo con el que se maneja la semana de la moda aquí (la Mercedes-Benz Fashion Week, que tiene lugar por estos días en el Lincoln Center para presentar las colecciones primavera verano 2013). Es un evento enteramente para la industria de la moda y no está abierto a la mirada del público. Para entrar en los shows hay que conseguir invitación directa del diseñador o conocer a la persona adecuada.
Llega la oscuridad y la fiesta continúa. "La moda es una industria muy importante para esta ciudad y es saludable que se una en una misma noche", opina la encargada del local de la firma japonesa de fast fashion , Uniqlo.
Aunque no todos piensan lo mismo: "No creo que se trate ya de estimular a la moda, sino más bien de ver famosos, de llamar la atención y figurar, de salir a divertirse con amigos. Hay demasiada gente, yo salgo ahora y me voy tranquilo a tomar algo a un bar. Perdió la gracia, la sorpresa, ya no me divierte, es too much ", expresa el dueño de la tienda Browhaus de Nolita.
Mientras, la gente sigue de gira por la calle y colecciona bolsas de compras. De vuelta sobre Broadway, un grupo de tres chicos sentados contra el frente de un edificio observa pasar al resto. Llevan distintas versiones estivales del traje masculino: chaquetas con estampas florales, camisas en rojo, shorts de cuero y borcegos (a pesar del calor). Casi un uniforme. "La mejor frase para describir la noche es "caos de gente que se pone lo que tiene ganas y sale a la calle". Cada vez se parece más a Halloween que a un evento que apuntale a la economía. Muchos lo usan como excusa para vestirse como nunca se animarían. Yo me visto así todos los días."
Son casi las once de la noche y a simple vista el Fashion's Night Out y los muchos eventos que se están dando en simultáneo están lejos de terminar. Podría durar toda la noche como en After Hours , el film de Scorsese. Podría ser: Nueva York es conocida como la ciudad que nunca duerme. La moda parece que tampoco.