Fantasías de Halloween
Como todos los años llega el otoño a Nueva York y con él, el tradicional festejo de Halloween, la ciudad se pinta de naranja, tiendas de disfraces repletas de gente en busca del traje ideal, turistas primerizos intrigados, supermercados cubiertos en zapallos listos para tallar, ingeniosas golosinas en todo tipo de formatos, casas que compiten por la mejor fachada cubiertas con fantasmas y zombies, niños pidiendo golosinas haciendo trick or treat, tenebrosas vidrieras que son el objetivo de cada transeúnte –momento #HalloweenSelfie–, y desfiles multitudinarios que son un tesoro cultural de la ciudad. Ayer, en el tradicional Village Halloween Parade, por la Sexta Avenida, desde Spring hasta la 16, miles de personas pasearon en los más bizarros atuendos. Hasta los subtes fueron un espectáculo, abarrotados de superhéroes y monstruos.
El vestuario fue el tema principal de conversación. Todos planearon con muchas ansias su noche (o noches) de brujas, y la pregunta que más se escuchó fue ¿qué vas a ser este Halloween? En mi caso, nunca logro planearlo con anticipación, gran error. Crear mi disfraz casero se ha transformado en fórmula recurrente. Mezclando accesorios y maquillaje con alguna prenda vintage (esas compras ridículas que una vez hacemos y jamás usamos), el resultado puede ser aún mejor que los trajes plásticos que venden por la calle.
Todos los años voy a la fiesta de unos amigos que proponen un movimiento artístico como temática de la noche. El último año fue Futurismo, y me disfracé con un enterito viejo plateado, pintura para la cara y lucecitas de LED. ¡Fue un éxito! No siempre tomo las consignas al pie de la letra, menos si quiero ser original. El año anterior el tema fue Bienvenidos a la selva, una noche en la Polinesia Francesa con Paul Gauguin. Opté por algo más literal y menos en tema: me cubrí de rosas y mi marido de pistolas y le rendimos honor a la canción de los Guns N’ Roses, Welcome to the jungle. Y ganamos el premio al disfraz más original. Reconozco y respeto que para algunos desatar al animal que tienen dentro es lo más atractivo de la fecha, inclusive si implica usar ropa interior como exterior. Al fin y al cabo es una fecha cuyo fin es la expresión personal, cualquiera sea la fórmula.