Su adorada mujer, María Susini (42), y sus hijos, India (11) y los mellizos Yaco y Moro (10), llegaron antes y el fin de semana se sumó él. Facundo Arana (47) está con las grabaciones de la novela de Telefe, Pequeña Victoria, y la gira de la obra Cartas de amor. Por eso, los tres días que compartieron todos juntos en Chapelco tuvieron ese sabor especial a reencuentro y a calor de hogar. "Poder dedicarme con toda el alma a lo que me gusta, contar historias, es maravilloso. Y además tomarme unos días con mi familia en la nieve y ver a mis chicos con una sonrisa en la cara es impagable. Soy un agradecido a la vida", asegura Facundo.
–¿Esto es el éxito para vos?
–Totalmente. Tener alguien a mi lado como María y estar de acuerdo en cómo encarar la vida, tener salud, un plato de comida en la mesa, poder darles una educación a mis hijos, tener trabajo… El verdadero éxito es tener un lugar adonde volver y que me esté esperando mi familia. Todo el resto son las ramas de un árbol que algunas veces pueden tener flores preciosas, pero que un día te agarra un invierno crudo y te quedan las ramas peladas. Si tenés un árbol bien plantado, como es mi familia, todo lo demás no importa.
–¿Cuándo estuviste por primera vez en Chapelco?
–En el año 84 con mi familia. Es un lugar con el que tengo un gran metejón porque además de que tiene las mejores pistas con una nieve espectacular, siempre hay causas que tienen que ser acompañadas. En 2018 nos sumamos a una campaña de prevención contra el cáncer de mama y este año lanzaron junto con la Fundación Temaiken una campaña para proteger al pudú, un cervatillo de la zona que está en peligro de extinción. Yo estoy convencido de que todo esto son cosas que tenemos que transmitirles a nuestros hijos si queremos salvar al planeta.
–¿Recordás cómo fue la primera vez que te calzaste unos esquíes?
–No tenía le menor idea de cómo esquiar, pero me acuerdo que subí unos metros y me tiré. Llegué hasta la puerta del lugar donde habíamos alquilado los equipos y me encontré con mi papá, que me recibía con los brazos abiertos. Es algo que no me olvido nunca más. Fue un poco así como hice mi vida, ¿no? ¡Lanzándome! Ahora yo tengo la edad que tenía mi viejo en ese momento y mis hijos casi la misma que tenía yo. Movernos en familia, que ellos aprendan todo el tiempo cosas distintas, compartir actividades en el mar, la nieve o la montaña, son momentos que ellos no se van a olvidar mientras vivan. Los desayunos, las charlas en la cabaña después de esquiar, todo eso va a ser inolvidable.
–¿Dónde nace tu pasión por la naturaleza y los animales?
–De toda la vida, siempre fui muy bichero y con los años empecé a ser consciente del valor de la preservación del medioambiente. Y María es igual a mí.
–¿Cuántos animales tienen en casa?
–Tenemos de todo y todos conviven con gran armonía y mucho equilibrio. Yo a los chicos no tengo que enseñarles nada porque lo aprenden solos tomándoles el tiempo a cada animal. Un perro, una cabra, un caballo, un hurón, gallinas y hasta una nutria que está ahí en estado salvaje… Los animales son sabios y nos enseñan. Cuando llegás a comprenderlos después podés entender al ser vivo más complejo que son las personas.
Con María nos elegimos todos los días y yo voy a estar eternamente agradecido a Dios por haberla puesto en mi camino y me aplaudo por haberle abierto el corazón no bien nos conocimos
AMOR DEL BUENO
–¿Cambió algo con María después del casamiento?
–En realidad, nosotros no necesitábamos ningún casamiento porque cuando nos elegimos sabíamos que no había nada más importante que nuestro deseo de estar juntos, todo el resto son simples papeles. Primero nos casamos en Nepal en un monasterio que se llama Tengboche… Le pedimos a un monje que nos casara y después acá pasamos por el Civil y la Iglesia para que nuestros hijos estuvieran presentes.
–¿Hay algún secreto para tantos años de amor?
–Cada pareja tiene su librito y construye lo que sueña, pero sobre todo, lo que puede. Con María nos elegimos todos los días y yo voy a estar eternamente agradecido a Dios por haberla puesto en mi camino y me aplaudo por haberle abierto el corazón no bien nos conocimos. No hay cosa más linda en el mundo que esta familia que supimos armar, es lo mejor que me ocurrió en toda mi vida.
–El pasado Día del Amigo le dedicaste unas palabras muy tiernas en tu Instagram y la llamabas "Reina Loca". ¿Eso la define?
–Estoy seguro de que cuando Dios inventó al ser humano se apoyó en un modelo muy parecido a María. Ella tiene una dulzura, una pureza, una generosidad y una conciencia del ser de bien que me llenan de orgullo y de ganas de compartir. Me cuesta poner en palabras todo lo que siento por ella.
–¿Cómo te definirías como padre?
–Como un aprendiz. Mis padres me educaron para aprender y la línea que trazaron para mi vida por suerte estaba hecha en lápiz y me dijeron que si no me servía, yo podía borrarla y hacer mi propia línea. Fue lo mejor que me dieron mis viejos. En el camino, voy aprendiendo y corrigiendo mi rumbo y yo sería muy necio si no dejara que mis hijos me enseñen y me corrijan. Si no estás dispuesto a eso, te quedás afuera de todo.
–¿Te ves reflejado en ellos?
–Todo el tiempo. Veo mucha libertad en mis tres hijos, son almas libres y nuestra responsabilidad como padres es acompañarlos y darles todos los elementos posibles para que hagan la vida que ellos elijan. Esa libertad desfachatada de la que te hablo es muy de María, una libertad que sólo hay que cuidar para que no se desborde y que siga su cauce.
–¿A alguno de tus hijos le ves una veta artística?
–¡Los tres! India toma clases de actuación desde hace tres años en el teatro de Pacheco donde yo hice dos obras, Cartas de amor y En el aire… Para mí eso es increíble. Yaco toca el piano que es una locura, los tres están empezando con el saxo. Yo con la actuación y la música y María –que es artista plástica– le damos un mundo en el que pueden explorar lo que quieran. No hay nada más lindo que acompañarlos en esa búsqueda.
–¿Cómo definirías tu presente?
–Soy el hombre más feliz del mundo porque tengo la familia que soñé, con la persona que soñé y trabajo y vivo de lo que me gusta. Todo superó cualquier loca fantasía que pude haber tenido alguna vez.
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