“Cuando me pasó a mí me enteré que muchas personas de mi familia habían tenido cáncer pero lo mantenían en secreto”, cuenta la protagonista.
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Una moderna y confortable silla gamer puede ser algo más que un objeto de deseo para fanáticos de los esports. En el caso de nuestra protagonista se convirtió en un valioso apoyo para poder desplazarse por los pasillos y habitaciones de su casa, una construcción con vista a los cerros de Villa Jardín de Reyes, un apacible pueblo ubicado 15 kilómetros de San Salvador de Jujuy. Es que desde hace unos años a Fabiana Pérez le cuesta caminar. “Pero no me quejo, gracias a Dios estoy viva”, subraya. Ella es jujeña, no conoce Buenos Aires y tiene un sueño: construir una casa en Humahuaca. Más que un sueño es un proyecto en común con su marido, Sebastián, un bioingeniero con quien comparte, además de la crianza de sus dos hijos adolescentes, una empresa de venta online de equipamiento médico.
En 2017 tenían un dinero ahorrado y estaban a punto de comprar un terreno en la Quebrada cuando una noticia amenazó con truncar el proyecto. A Fabiana le diagnosticaron cáncer y de pronto el futuro se volvió algo imposible de imaginar. En ese contexto incierto, con el fantasma de la muerte irrumpiendo en la historia de una familia que, hasta entonces, vivía sin grandes contratiempos, continuar con los planes les pareció ridículo.
“Lo que más temía se había vuelto realidad”
“Al enterarnos que tenía cáncer mi mundo, nuestro mundo se vino abajo. En ese instante pensé ‘se me terminó la vida, me voy a morir y voy a dejar a mis amores Seba, Tiago y Augusto solos. No voy a poder compartir la vida con ellos. ¡Qué injusto es Dios, la vida, el mundo, el universo! ¿Por qué yo?’”, recuerda Fabiana. “Maldije con todas mis fuerzas, lloré y grité en silencio para que nadie se diera cuenta lo asustada que estaba, haciéndome la valiente para poder resistir tanto dolor. En ese momento la palabra ‘cáncer’ era sinónimo de muerte; lo que más temía se había vuelto realidad.”, agrega.
Esas dos semanas que transcurrieron desde fines de mayo a principios de junio de 2017 no las olvida más. Primero consultó a su ginecóloga porque “tenía la panza muy inflamada y pequeñas pérdidas de sangre vaginales por fuera del ciclo menstrual, aunque sin dolor”. La médica le indicó una ecografía ginecológica, que es un estudio de imágenes que permite ver el aparato reproductor. Como ese estudio no arrojó ningún resultado, la derivó a una consulta con un cirujano quien la operó a los quince días con la meta de obtener las muestras de tejido ovárico para el diagnóstico (y en caso de cáncer, determinar su etapa de formación. Para poder determinar la etapa del cáncer, se toman muestras de tejidos de distintas partes de la pelvis y el abdomen y se examinan en el laboratorio. El resultado de la biopsia arrojó el diagnóstico para Fabiana: tenía cáncer de trompas de Falopio grado cuatro, un grado avanzado.
“Vayan al médico, no ignoren los síntomas”
Fabiana pasó muchos meses con el abdomen inflamado postergando ir al médico por temor al diagnóstico. Finalmente, lo consultó por consejo de su esposo. Como Fabiana, son muchas las personas que prefieren no saber antes que consultar a tiempo; por ellas el 8 de mayo se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Ovario, una fecha establecida por organizaciones de pacientes con el propósito de concientizar sobre este tipo de cáncer, cuya tasa de supervivencia es la más baja de los cánceres femeninos. Hoy en Argentina, representa el 3,5% de los tumores en mujeres. El término cáncer de ovario incluye también al de trompas de Falopio y al de peritoneo. Si el mismo se detecta en etapas tempranas, el tratamiento funciona mejor, pero generalmente los síntomas aparecen en un estadío tardío, por lo cual hacerse estudios de rutina es la manera más efectiva de diagnosticar.
Según explica la doctora Carolina Ituarte, médica oncóloga del Hospital Pablo Soria de Jujuy (MP 2535-17 y MN 103120) es importante realizar controles ginecológicos periódicos que permitan chequear el estado de salud y observar a tiempo cualquier riesgo de patologías ginecológicas. “Los síntomas del cáncer de ovario son inespecíficos”, explica la médica y enumera: “El dolor o distensión abdominal, el cansancio, la pérdida del apetito, el sangrado vaginal anormal, estreñimiento, molestias para orinar, entre otros, podrían estar relacionados con esta enfermedad. Ante estos síntomas es necesaria la consulta médica para valorar y corroborar un diagnóstico específico. “Se recomienda un control ginecológico anual desde la menarca (primera menstruación) para valorar y prevenir factores de riesgo personales y familiares de cáncer de ovario. Además, es conveniente realizar una consulta médica en caso de síntomas persistentes o progresivos”, expresa la doctora Ituarte.
“Un día hice clic y decidí ponerme bien”
Rápidamente después del diagnóstico Fabiana se sometió a quimioterapia, un tratamiento que usa medicamentos especiales para reducir el tamaño del tumor o eliminarlo. Estos medicamentos pueden administrarse por vía intravenosa o en píldoras y, en ocasiones, de ambas maneras. “Las quimios eran endovenosas, muy fuertes y debía pasar largas horas en el hospital con Gladys una gran persona y enfermera que nos cuidaba a todos los enfermos. Ahora por suerte tomo unos comprimidos y no tengo que ir al hospital”, comenta y recuerda cómo se sobrepuso a la desesperanza.
“Un día, después de las primeras quimios, estando en mi casa lavando las tazas del desayuno y mirando a través de mi ventana un hermoso paisaje hice un clic y me propuse luchar. Decidí ponerme bien y dar batalla a todo esto, por mí, por mis hijos por mi esposo, y por mis seres queridos. Decidí no rendirme y no ser una víctima del cáncer sino una sobreviviente. Desde ese momento comenzó la verdadera lucha, sé que no voy a vencer pero voy a ganar tiempo, tiempo es lo que más quiero.”, comparte Fabiana.
Después de hacer dos años de tratamientos y frenar el cáncer - “O ¿en realidad me dio un respiro?, se pregunta Fabi”-, en enero de 2021, volvieron a detectarle marcadores de cáncer (se detecta en análisis de sangre) y, comenzaron otra vez las quimios fuertes endovenosas pero ya no tenía que ir al hospital: me pusieron un port a cath, un dispositivo que se conecta en el tórax y permite suministrar la medicación a las venas. Como ya no estaba físicamente fuerte cada aplicación la dejaba agotada. Ese mismo año en agosto, sufrió un infarto, por lo que tuveo que agregar a su ya lista larga de medicamentos diarios, los indicados para mantener la salud del corazón.
“Tengo muchos planes, así que tengo que caminar”
Todavía encerrados por el Covid y, además, teniendo que asistir a su madre, que tenía cáncer de mama, Fabiana se preguntaba qué más le podría pasar. “Parece un cuento del horror pero hubo otra complicación: el 30 de noviembre sufrí un paro por un shock anafiláctico por lo que me internaron en el hospital; cuando volví a casa me caí en el baño y quedé dos meses en cama sin poder caminar.”. Fabiana siente que se queda sin palabras suficientes para describir cómo se sintió ante ese derrotero de sucesos desafortunados. “Lo cuento y creo que parece mentira; pero seguir adelante era la única opción así que un día me levanté con andador y ahora uso bastón para caminar. Pero tengo muchos planes así que tengo que caminar como sea”, asegura, entre lágrimas y risas.
Es que, ante todo, lo que Fabiana reconoce es que de su experiencia con la enfermedad lo que obtuvo fue un valioso aprendizaje: animarse a hablar de lo que a uno le pasa. Es que en su familia no se acostumbraba hablar de ciertas cosas. “Después de investigar un poco en mi familia descubrí que el cáncer no era ajeno, mi abuela y abuelo por parte de madre y una de mis tías murieron por distintos tipos de cánceres, antes de que comience la pandemia le descubren a mi mamá cáncer de mama, a tiempo por mi insistencia para que vaya al médico. Recién me di cuenta que era tan común que asusta. Y pensé: ¿por qué el tabú, por qué tenemos miedo y lo escondemos, por qué siempre pensamos que enfermedad es igual a muerte?”, reflexiona.
“Entonces, aprendí a valorar todos los momentos que vivo: buenos, malos, sobre todo, los que tengo con Tiago, Augusto y Seba; ellos son mi motor principal, los que me dan fuerza y esperanza para continuar. Aprendí que tengo que dejar de cargar con pesos de otros, aprendí a que también tengo derecho y la obligación de cuidarme y no postergarme, y sobre todo a prestarle atención a mi cuerpo”, dice Fabi y señala que el hecho de contar con una buena contención fue importante para su recuperación: “Estoy agradecida con los médicos que me salvaron la vida y con la ciencia que innova en los tratamientos y medicamentos. También con mi familia y la gente que me apoyó.”
Por estos días disfruta, sobre todo, de vivir en un lugar maravilloso, rodeada de cerros y mucha vegetación. Le gusta hacer artesanías y manualidades que aprende viendo tutoriales en Tik Tok. “Miro el hermoso paisaje que me rodea y me pone feliz vivir donde vivimos, un lugar con tanta paz y tranquilidad, sin ruidos de autos ni bocinas, solo escucho las aves que se posan en los árboles de todos los colores y tamaños o los ladridos de mis perros que me anuncian que llegó alguien o que pasó un perro por el portón.”, narra.
Así hoy, recuperado también el sueño de construir una casita en Humahuaca, donde finalmente con Sebas compraron su añorado terreno en su lugar del mundo, Fabi valora mucho más que antes cada día de su vida.
Sus días comienzan a las seis de la mañana preparando el desayuno para la familia, los lleva a los chicos a la escuela en el auto a San Salvador de Jujuy, recorriendo casi 20 kilómetros de ida y otros de vuelta. Al volver a casa comienza su rutina laboral: prepara la agenda, contesta y enviando emails, hace pagos, compras y ventas para la empresa de venta de ecógrafos que maneja online. También se ocupa activamente de sus tratamientos médicos. “Tengo desde temprano horarios para los medicamentos varios que tomo, algunos en ayunas, en el desayuno y después del desayuno, en fin, al mediodía depende el día voy a buscar a los chicos a la salida de la escuela, compro comida porque no me gusta cocinar, y los días que vienen a la tarde, trato de descansar , mientras miro televisión. A la tarde tengo pilates salgo de ahí los busco a los chicos, llegamos a casa y sigo con la computadora hasta la hora de la cena, a las 22 horas. Mientras organizo las cosas administrativas lavo, arreglo la casa, limpio, y mientras tlo cuento ya estoy cansada. Pero agradecida y, sobre todo, feliz. Gracias a Dios, estoy viva”.
Diagnóstico y tratamiento del cáncer de ovario
Actualmente la rutina de Fabiana incluye muchas actividades placenteras como uno de los pilares que sostienen su recuperación, junto con los controles médicos. “Obviamente sigo con las consultas a mi oncóloga, la doctora Carolina Ituarte, siguiendo un tratamiento a base de comprimidos para frenar el cáncer.”, destaca Fabiana. “Sigo consultando periódicamente a los otros médicos que necesito para mejorar mi vida diaria, y fundamentalmente, hago actividades que me llenan de energía positiva: me gusta hacer manualidades para mis seres queridos, pintar, reuniones con amigos, voy a pilates, miro películas de acción, cosas que me hacen bien.”, resume.
En ese sentido, cabe resaltar que también su médica considera que el acompañamiento familiar y el diálogo entre médico y paciente son fundamentales para que se comprenda la importancia de cada etapa del tratamiento. El cáncer de ovario es el quinto más común en las mujeres y del cual aún se sabe muy poco. La doctora Carolina Ituarte expone, además, una de las novedades más recientes: “En relación a los métodos diagnósticos disponibles, los estudios genéticos permiten detectar un riesgo de cáncer familiar y ofrecer diversas conductas de prevención de cáncer para el paciente y su familia. Estos estudios además determinan la sensibilidad del cáncer a una terapia dirigida con una reducción significativa del riesgo de recurrencia.”
La experta señala, además, que los tratamientos varían según el estadío que se encuentre la enfermedad y lo que recomiende el equipo médico: “El tratamiento del cáncer es multidisciplinario. La paciente con cáncer de ovario debe ser tratada por un equipo sanitario que incluye a un oncólogo. En estadios tempranos de la enfermedad, el abordaje terapéutico es la cirugía oncológica y en estadios más avanzados se suma la quimioterapia a base de platinos y las terapias dirigidas.”
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