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Estaba en la cresta de la ola. Desde pequeño había demostrado su capacidad para desempeñarse en espacios de trabajo donde la demanda constante y la jornada bajo presión eran una constante. Fue en ese contexto y luego de haber abandonado la carrera de arquitectura para abocarse por completo al estudio de administración de empresas y marketing, que a sus treinta años tenía un muy buen puesto como asistente del Director de Marketing Regional de la empresa deportiva Fila. El desafío más grande dentro de sus objetivos fue implementar una nueva campaña que había lanzado la marca hacia el año 2000 cuando Latinoamérica era la zona que más crecía en el mundo.
Pero el estrés continuo y un episodio de burnout le hicieron patear el tablero. Necesitaba cambiar de aire y lo sabía. Ya no podía tolerar las largas jornadas de trabajo que le demandaba el puesto. Consciente de aquella limitación física y emocional, decidió renunciar y hacer un viaje a Boston, en los Estados Unidos, para comenzar un curso de inglés como segundo idioma en una de las escuelas de la prestigiosa Universidad de Harvard.
“Luego me fui a Colorado donde la vida fue bastante más complicada. En 2001 -en medio de la crisis socioeconómica que atravesaba la Argentina- me encontré sin casa, ni dinero y con una economía argentina quebrada. Es decir, no tenía ningún tipo de recurso de ayuda externa, así que hice varias trabajos: levanté nieve, limpié casas, cociné en una panadería y limpié platos en restaurantes a cambio de casa y comida. Fue toda una experiencia y un enorme aprendizaje que me sacó de lo que yo conocía”, recuerda Juan Lago.
Un hobby que levantó vuelo
Criado en una familia numerosa, de chico, su hobby consistía en desarmar todos sus juguetes y los de sus hermanas, aprender cómo funcionaban y luego tratar de mejorarlos y hacerlos más eficientes. “Creo que eso me define bastante”. Al tanto de esa habilidad, sus padres lo incentivaron para que desarrollara sus propias herramientas y recursos y pudiera reparar sus propias bicicletas, skates, barcos, velas o hasta aviones a radio control.
Con espíritu emprendedor, a los 17 años se animó a gerenciar su primer proyecto: una empresa de software que ofrecía bootcamps a profesionales cuando recién se lanzaban las computadoras personales y las impresoras le ganaban espacio a las máquinas de escribir. “Lo que hacía era aprender programas de software y luego les enseñaba el uso de esos programas a las empresas y profesionales. Con ese proyecto me fue muy bien y trabajé para varias empresas médicas de renombre en Argentina”.
Durante esa época, también comenzó a armar y vender computadoras. Eso llamó la atención de una empresa de fotocopiadoras que le hizo una oferta de adquisición de la compañía. Accedió. Poco tiempo después decidió seguir por un nuevo camino que lo llevó a liderar el área de digitalización de catálogos de una conocida empresa de cosmética británica.
La segunda es la vencida: su vida “divertida”
Instalado en los Estados Unidos, y luego de su intento frustrado por desenvolverse en el país, hizo un nuevo intento por crecer. Dejó atrás lo ocurrido en Colorado y se dirigió a Minnesota. Allí comenzó a estudiar inglés nuevamente y a trabajar. “Armé una empresa llamada United Lakes, dedicada al mantenimiento de propiedades que poco después se convirtió en una empresa constructora del estado de Minnesota y que vendí en el año 2006. Durante esa época en Minnesota, desde el 2001 al 2006, realicé dos carreras universitarias -un double major en Business and Management y en Marketing- que me forzaron a mejorar el idioma e implementar los conocimientos en mi empresa”.
Ese fue el inicio de lo que Juan Lago dio en llamar su vida “divertida”. Se mudó a Florida y consiguió un puesto como consultor internacional en una compañía para múltiples proyectos relacionados principalmente con operaciones mineras, portuarias, logísticas y desembarco de firmas en diferentes países. De allí en más, su vida en al aire no se detuvo.
Vivió tres años en Jamaica, luego en Trinidad y Tobago, en Perú, en Manaos, Brasil, en San José, Costa Rica, en Madagascar trabajé y en Angola. También, en varios lugares de Asia. Tuvo la oportunidad de viajar casi tres veces por año a grandes ciudades como Shanghai, Seúl y Taipei, Hong Kong, Bangkok, Hanói, Jakarta, Tokyo y muchas más.
Ser nómade, un estilo de vida
“Historias de adrenalina y de aventura tengo un montón. En Jamaica donde me trató de asesinar un empleado y en Indonesia me vi envuelto en un atentado terrorista. La llegada a países sin mucho desarrollo hacía que experimentara mucha adrenalina en el desarrollo de cada proyecto, sobre todo cuando no hablaba el mismo idioma. A eso había que sumarle que me había enamorado de la vida nómade: a la fecha, soy soltero y dediqué casi 16 años de mi vida a vivir y estar en aviones y hoteles permanentemente”.
La realidad confirma su relato. Durante más de seis años, Juan Lagos no tuvo casa ya que vivía entre hoteles y vuelos que tomaba todos los días, salía de un país y entraba a otro. “Me decía a mi mismo: bueno ya que estás en Tailandia, ¿por qué no te vas a Omán? Y ya que estás en Omán ¿por qué no te vas a Japón? Y ya que estás en Japón ¿por qué no te vas a Sudáfrica? y ya que estás en Sudáfrica ¿por qué no te vas a Suecia? Y así era un viaje atrás del otro. Esto lo llevo en la sangre y ser nómade pasó a ser mi estilo de vida”.
Proyectar, también en Argentina
Entre tantos vuelos, viajes y reuniones de trabajo, quiso el destino que una temporada en Buenos Aires, el emprendedor alquilara una oficina en el piso 13 de WeWork de Vicente López. Allí conoció a Federico Weill, quien luego se convertiría en su socio en un proyecto de superalimentos y suplementos al que llamaron Mizu que hoy están expandiendo al exterior. “Armamos la empresa con la idea de llevarla al mundo con toda la experiencia que tengo en el desarrollo de proyectos a nivel internacional y hoy estamos muy cerca de que sea una realidad”.
Mientras, la vida de Lago no se detiene. Además de sus obligaciones laborales, dedica parte de su tiempo a apoyar clases náuticas y a asistir a emprendedores en su proceso de crecimiento tanto con mentorías como con asesoramiento personalizado. Además, forma parte de varios grupos de motos tanto de trail como de enduro que busca poder recorrer los lugares más inhóspitos de nuestro lindísimo país.
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