“¿Esto es arte?”, la pregunta del millón
París, 1907. Pablo Picasso acaba de salir del Palacio del Trocadero. Impactado por las máscaras africanas exhibidas en el Museo de Etnografía, el pintor español regresa a su taller decidido a retocar la pintura en la que está trabajando. Con la audacia de sus 25 años, da la espalda al realismo y la perspectiva para recrear con agresivos planos angulares los rostros de las prostitutas retratadas.
Las señoritas de Aviñón se titula el cuadro que marcaría no solo el comienzo de su camino hacia el cubismo sino también el inicio del arte moderno. Hoy es una de las piezas más vistas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero entonces pasó casi una década bajo llave hasta que fue presentada en la Galerie d’Antin y otra más hasta que se exhibió en el Museo del Petit Palais.
En su libro ¿Qué es el arte? (Paidós, 2013), el crítico Arthur Danto recuerda el contexto que obligó a Picasso a mantener "la obra maestra alejada del mundo". En 1905, en el Salón de Otoño en el Grand Palais, un crítico había considerado como "bestias salvajes" (fauves) a los artistas cuyas pinturas, de colores brillantes y líneas gruesas, rodeaban otra de Donatello. Entre ellos se contaba Henri Matisse. El mismo crítico inspiraría más tarde el término "cubismo", al burlarse de las "bizarrerías cúbicas" de Georges Braque.
Reacciones similares provocó en 1917 Marcel Duchamp, precursor del arte conceptual, cuando presentó en una exposición de la Sociedad de Artistas Independientes un mingitorio titulado Fuente, que se convertiría en la obra más influyente del siglo XX. Danto señala que al disociar con sus ready-mades –objetos encontrados– el arte de la belleza, considerada durante siglos inherente al concepto de arte, "Duchamp logró tirar por tierra casi toda la historia de la estética, desde Platón hasta nuestros días".
Otro salto clave lo daría Andy Warhol con su arte pop: en la galería Stable exhibió en 1964 las Brillo Box, reproducciones en madera de cajas de detergente, idénticas a las que se vendían en el supermercado.
Si ya no era posible discernir entre arte y realidad, ¿se había llegado al "fin del arte"? Y si cualquier cosa puede ser arte y cualquiera puede ser un artista, como declaró Joseph Beuys en la década de 1970, ¿qué distingue el arte de cualquier otra cosa? "Las obras de arte son significados encarnados", responde Danto. Lo cual aumenta la presión sobre el público, desafiado a interpretar las ideas que el artista buscó materializar. "Nos queda el pequeño consuelo –agrega el crítico– de que el hecho de que cualquier cosa pueda convertirse en arte no significa que todo sea arte".
Otras noticias de Arte
Más leídas de Lifestyle
Alimentación. Las 11 reglas para vivir más años, según la familia más longeva del mundo
¿Es así? Qué personalidad tienen las personas que se bañan por la mañana
Según el Feng Shui. Cuál es el lugar ideal de la casa para poner el árbol de jade, la planta que atrae la prosperidad económica
Para considerar. El alimento que un cardiólogo recomendó no incluir jamás en el desayuno