Esteban Podetti. “Trato de no hacer humor desde la superioridad moral”
Un tipo que estira el brazo y se saca la selfie en el momento exacto en el que deja propina a un pordiosero. Una pelirroja que le pregunta a su pareja de dientes para afuera si pueden volver "a fase 1" porque van "un poco rápido". Los dueños de una casa de antigüedades etruscas que vanamente esperan a que en los anuncios de la radio los nombren "comercio esencial" para volver a abrir las puertas. Cada vez que Esteban Podetti sube uno de sus viñetas de trazo nervioso y gestual a sus cuentas de Instagram o Facebook (algo que sucede todos los días desde hace al menos tres años), la acción de "compartir" se activa por miles y los seguidores se multiplican.
"Es una satisfacción diaria hacer estos chistes. Cuando los hago, me siento bien", reconoce quien forma parte del mundo de la historieta y el humor gráfico desde hace décadas (integró la primera Fierro, realizaba tiras en el Suple Sí y junto a amigos sacó la revista Suélteme, punto de partida de una nueva generación de humoristas gráficos e irreverentes). Pero parece haber encontrado en este clásico formato del cuadrito (recopilados en un reciente libro bajo el título La Caja) uno de los puntos más altos de su obra. ¿Hasta dónde? El tiempo dirá.
"Hubo un aprendizaje porque yo no era del humor de la viñeta", cuenta. "Empecé a probar hacer un chiste todos los dias, a ver qué pasaba. Siempre tratando de ser actual y honesto. No hacer humor culturoso ni sólo para los que coinciden ideológicamente con vos".
–La publicación en redes permite un ida y vuelta. ¿Cómo se da en tu caso?
–La gente agradece que publiques todos los días. Es como que dicen: "Este tipo todos los días te dibuja uno. Será mejor, será peor, pero lo hace". Por eso también trato de facilitar la lectura. Algo que aprendí agrandando la letra, simplificando el texto. Porque yo era de de escribir medio rimbombante, usaba un estilo medio barroco, que era parte del humor claro. Pero que acá no se sostiene porque necesitás que se lea rápido. Por eso también la simpleza de la oración, muchas veces escribiendo "mal", con menos puntuación, a propósito. Algo que viene de los memes. Y que se suma a que estoy más fiaca: antes dibujaba con pluma y tinta china. Ahora con marcador. Hago lo mínimo para que se entienda más.
–¿Cómo te aparecen los chistes?
–Tengo un cuaderno y trato de sentarme un rato al día y empezar a tirar ideas. Le doy vueltas hasta que sale algo. Sentar el culo y probar. Insistir. A veces aparece de agarrar un tema cualquiera y hacer variaciones de eso. Los paraguas, por ejemplo. Otras veces de temas que te van rondando: frases, lugares comunes que empezás a verles el costado cómico. Y otras veces, si tenés suerte, de la iluminación: el chiste que aparece solo y de la nada. Y que en general está muy bien. Son muy satisfactorios porque uno siente una especie de conexión con el universo cada vez que aparecen. Es lo más parecido que tengo a una oración religiosa (risas).
–Algo interesante que ocurre con tus cuadritos es que difícil determinar de qué lado se posicionan. Hay una especie de ambigüedad.
–Depende. Ojala fuera cierto. Anteriormente hice mucho humor político. Y cuando hoy lo practico de alguna manera se puede ver cómo pienso.
–Está bien, pero incluso en esos casos, de pasada, por ahí "le pegás algún palito" a la posición contraria. No hacés humor unidireccional...
–Lo que pasa es que trato de no hacer humor desde la superioridad moral. El que muestra a alguien haciendo algo feo o incorrecto y lo juzga. Prefiero dar a entender que todos somos un poco un desastre. Creo que tiene que ver con el sentido clásico de la comedia, que no juzga porque estamos todos en la misma bolsa. Un lugar donde se suspende. Hay un error frecuente que es creer que cuando uno se ríe de algo incorrecto o de un barbaridad es porque está acompañado ese mensaje. Y no. Por ahí a uno lo que le causa gracia es la bestialidad en sí misma.
–Además de internet, hay otros temas que rondan mucho los chistes de La caja como los matrimonios, Jesús en la cruz, la muerte con su hoz. ¿Qué te atrae de ellos?
–Lo de la muerte debe ser por la edad (risas). Y este año no hace falta que explique por qué. Lo de Jesús, no sé, me estaré volviendo más creyente. No son chistes anti religiosos. Y lo de las parejas separándose en un bar o que recién se conoce por Tinder, hoy ya quedan como de ciencia ficción, ¿no? Pasamos a los de la pareja encerrada bajo cuatro paredes...
–¿Qué momento del día le dedicas a dibujar?
–Antes de la cuarentena dibujaba bastante camino a mis trabajos. Paraba en un bar y tiraba algunos garabatos. Ahora como eso es imposible dibujo cuando puedo. No tengo mucho método. Ni espacio. En el living está el escritorio y ahí nomás la mesa para comer. Lo que por ahí hago es aprovechar cuando mi hijo de seis se sienta a hacer la tarea o a dibujar para sentarme al lado y tratar de sacar rápido un chiste.
–¿Existe el síndrome de la hoja en blanco?
–Por ahí hay ansiedad, que no sé si es universal, en el hecho de que no se te ocurran más. "¿Y si un día no se me ocurren más?", decís. Puede pasar tranquilamente. Por ahí tenés un stock posible de chistes y cuando se terminen ya no los podés renovar. ¿Por qué no? Por eso cuando llegan las siete y todavía no me senté un poco me pongo nervioso...
–¿Cómo ves la historieta argentina hoy?
–La industria no existe. Existe el arte del humor y de la historieta. La experiencia artística. Y una industria minúscula de edición de libros en la cual nadie gana mucha plata. Pero no hay revistas, publicaciones. No hay medio de vida. Todo se achicó. Algunos críticos de historieta dicen que hubo un renacimiento. Sí, del oficio, no de la profesión. Está buenísimo que haya un montón de dibujantes, libros, que vas a los eventos y están llenos de gente. Pero no hay plata.
–¿Y las nuevas generaciones?
–Hay dibujantes excelentes. Me gusta especialmente Muriel Bellini. Me parece la mejor dibujante de la actualidad. También Pedro Mancini, Iván Riskin y mi coequiper de la última etapa de Fierro Horacio Langlois, un dibujante realista muy bueno que está haciendo algunas parodias increíbles en su Facebook. También Benjamin Marra con sus historietas de acción paródicas que son excelentes.
–Para terminar, desde hace meses vivimos días extraños. ¿Cómo te imaginás la vuelta a "la normalidad"?
–Me la imagino como una caravana de gordos transpirados abrazándose e intercambiando fluidos corporales. Todos sin camiseta, sin remera, bajo la lluvia, uno de esos días de verano bien pegajosos. Una multitud de gordos restragandose los pezones transpirados. Me imagino eso o eso quiero imaginarme. Es mi sueño.
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