El bombero voluntario Claudio Dziesko pasó más de media hora reanimando a un perro que quedó atrapado dentro de una casa incendiada
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La familia ya estaba afuera de la casa cuando llegó la primera dotación de bomberos. Claudio Dziesko, de 40 años, bombero voluntario desde hace 23, extendió su manguera y formó, junto a sus cuatro compañeros, la primera línea de ataque contra las llamas, que ya habían empezado a consumir parte de la vivienda. Los propietarios gritaban, cada vez más fuerte, no por los bienes materiales que estaban perdiendo, sino por Celestino, su perro, que había quedado adentro.
Apenas iniciado el fuego -se cree que fue causado por un cortocicuito-, uno de los dueños alzó a la mascota, bajó las escaleras y salió hacia la vereda. Pero minutos después, sin que nadie lograra detenerlo, el perro volvió a ingresar por la entrada principal. Ya era imposible volver a entrar para salvarlo; en el dormitorio principal, las llamas llegaban hasta el techo, y la puerta y las ventanas emanaban un humo cada vez más espeso.
“¡Quedó el perro!”, le repetían, entre lágrimas, los dueños del animal a los bomberos. Cuando logró entender lo que decían, Dziesko no lo dudó: “le di mi línea de agua a un compañero y fui a buscar a Celestino”, cuenta el brigadista por teléfono desde el cuartel de Bomberos Voluntarios de Hurlingham, donde trabaja de manera ad honorem desde los 17 años.
“La casa estaba llena de humo. Encontré la escalera y empecé a subir. Cuando llegué al primer piso, sentí con mis pies un bulto. Era el perrito. Lo alcé y lo llevé inmediatamente para afuera. Estaba prácticamente sin vida”, relata el brigadista.
El animal no respiraba cuando Dziesko logró recostarlo, con ayuda, sobre la vereda. A su alrededor, cada vez se congregaban más vecinos. El bombero se removió la mascarilla de aire, la que utiliza cada vez que se sumerge en un incendio, y la apoyó sobre el hocico del perro, al mismo tiempo que empezó a aplicarle técnicas de reanimación. Luego, pidió un tubo de oxígeno del camión. “No sé por qué, pero apenas lo agarré tuve la intuición de que todavía estaba a tiempo de hacer algo para que sobreviviera. Por suerte, todo salió bien”, cuenta el bombero. Luego de más de media hora de asistencia, el perro abrió los ojos.
La epopeya ocurrió el jueves pasado en William Morris, partido de Hurlingham. Desde entonces, múltiples móviles de televisión se han acercado a la zona para contar lo ocurrido, entrevistar a la familia y a Dziesko y mostrar cómo está Celestino, que ya se encuentra totalmente recuperado. “Parece que me volví famoso”, dice por teléfono y se ríe. “Me da un poco de vergüenza aparecer en los medios”, acepta.
No es la primera vez que el brigadista salva la vida de un perro en un incendio. A lo largo de sus 22 años de profesión, recuerda haberlo hecho otras tres o cuatro veces. Pero ninguna de las anteriores trascendió en los medios como la del jueves pasado
“Nosotros estamos para salvar vidas, sean humanas o animales, siempre priorizando a las primeras. A veces nos llaman para ir a bajar un gatito de arriba de un árbol y lo hacemos. Para nosotros, los animales son parte de nuestras vidas”, cuenta. Además de ser voluntario en el cuartel, Dziesko conduce una ambulancia de un servicio de emergencias. Sus trabajos tienen dos aspectos en común: la urgencia y el hecho de salvar vidas. “Elegí los dos trabajos porque me gustan. Es lindo salvar vidas”, dice.
Su pasión por ser bombero empezó cuando era chico. “Vivía a cinco cuadras del cuartel y siempre escuchaba la sirena. Veía un camión de bomberos y me emocionaba. A los 17 años, decidí entrar al cuerpo de bomberos voluntarios de Hurlingham y desde entonces, por suerte, estoy acá, firme. Con la vocación se nace. Una vez que entré, me encariñe aún más con el trabajo. El cuartel ha sido a veces mi primera casa, por las horas extra que pasé acá, sumado a las guardias”, cuenta.
Cada semana, Dziesko combina las guardias como conductor de emergencia médica -de 24 horas- con las guardias nocturnas en el cuartel, que son rotativas y semanales. “Tiempo que tengo libre, tiempo que estoy en el cuartel. Hoy me vine a las 8 de la mañana y me voy a quedar hasta tarde porque tengo una capacitación”, dice el bombero, también padre de un hijo de cinco años.
Hoy recuerda con cariño lo sucedido con Celestino. “Lo que pasó con el perrito es para mi como una caricia. Este tipo de experiencias te dan fuerzas para seguir esforzándote día a día”, dice. En una publicación de Facebook, la cuenta Bomberos Voluntarios de Hurlingham compartió fotos del día del incendio y escribieron un texto contando lo sucedido. “¡Todas las vidas nos importan! Para eso entrenamos, para eso somos Bomberos Voluntarios”, concluye el mensaje.
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