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Su semblante lo dijo todo. Con la mirada atenta, pero cansada, se acercó al grupo de personas que esa tarde se había reunido para celebrar el cumpleaños de un amigo querido y especial. Como si su corazón hubiera sabido algo que su razón todavía desconocía, se dirigió directamente hacia ella.
— No soy de acá, ¿me podés ayudar? Estoy buscando a alguien, le dijo.
¿Amor a primera vista?
Ella sintió mariposas en el estómago. ¿Había sido amor a primera vista o estaba soñando con el hombre que esperaba una respuesta parado frente a ella? Parpadeó dos veces, tragó saliva, tosió para aclarar la voz y se dispuso a ayudarlo. “Estábamos celebrando el cumpleaños de mi papá en mi ciudad. Fue amor a primera vista. Él había llegado perdido. Buscaba a una persona y enseguida me comentó que no era de Chajarí, Entre Ríos, sino de Buenos Aires”.
Despejada la duda y el lugar donde podría encontrar a quien buscaba, la charla fluyó entre ellos. Hubo sonrisas, miradas cómplices y la sensación de que no era la primera vez que sus vidas se cruzaban. Él se animó y dio un paso más. Le pidió su número de teléfono y quedaron en contacto.
WhatsApp se convirtió en la aplicación preferida de ambos. Hablaban día y noche, de tarde e incluso a la madrugada. Se saludaban a primera hora, mantenían largas charlas cuando finalizaba el día. Conversaban sobre el clima, sus trabajos, los planes a futuro y sobre lo que cada uno empezaba a sentir y ya no podía disimular. Así pasaron ocho meses.
La distancia, una prueba de fuego
“Hasta que un día, él viajó desde Buenos Aires a Chajarí para visitarme. Decidimos que íbamos a probar la relación a distancia. Eran quinientos los kilómetros que nos separaban y la verdad es que no fue fácil. Cada día lo extrañaba más y ansiaba el momento de volver a verlo”.
El tiempo los puso a prueba. Y la distancia, desde luego, también. Él viajaba cada quince días a visitarla. Pasaban juntos el fin de semana y el lunes cada uno retomaba sus actividades y se perdía en la rutina. Pero el sentimiento por el otro, las ganas de compartir espacios, charlas y programas nunca se apagaron. “El camino fue muy difícil, nos costó mucho adaptarnos, pero queríamos estar juntos”.
25 años y una lección de vida
Y, a pesar de todos los contratiempos, de los comentarios de la gente cercana -que los desalentaba a continuar con el vínculo por la diferencia de edad- y los dos años que habían pasado desde el día en que formalizaron la relación, Rita (45) y Carlos apostaron por su historia de amor. Aquella que había nacido una tarde de marzo, en el momento y lugar menos imaginado, pero que de forma sorpresiva, les había cambiado la vida.
“Aunque hay entre nosotros 25 años de diferencia, nos llevamos muy bien. Él es un caballero, una gran persona y lo amo con toda mi alma. Formamos una linda familia. A pesar de la distancia nuestro amor se mantuvo intacto y descubrimos que la edad no es un impedimento para ser feliz”.
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