La joven detenida por ser presunta cómplice del atentado contra la vicepresidente tiene una vida marcada por la tragedia y un padre admirador del kirchnerismo
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Brenda Uliarte (23) cambió su apariencia física de un día para el otro. “Necesito que me tiñas de rubia”, le dijo a su prima mayor, peluquera de profesión, cuando fue a verla, hace poco más de una semana. Necesitaba lucir diferente, le dijo, que la gente no la reconociera por la calle. Es que había salido hablando en un móvil de Crónica, diciendo, entre otras declaraciones, que “cobrar planes sociales es fomentar la vagancia”, y, desde entonces, sus vecinos del barrio del centro de San Miguel la insultaban al pasar. El video se había viralizado en Internet. Mientras cosechaba el odio del barrio, sus seguidores de las redes sociales se multiplicaban.
Desde entonces ya nada fue igual. “Ella cambió totalmente. Nunca la había escuchado hablar de política y de repente no paraba de publicar cosas políticas de ideología liberal y comentarios contra Cristina”, dice su prima menor, Agustina Uliarte, quien también es su vecina. Ambas viven sobre la calle Irigoin, en un conjunto de viviendas de material, junto a sus padres, primos y tíos, a pasos de las vías del tren de la línea San Martín. La misma línea que Brenda tomó el domingo, poco antes de que la policía la detuviera por ser considerada posible partícipe del atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner.
“Ella vive en un mundo de fantasía”
Brenda no tenía amigos en el barrio. Más bien, no tenía amigos, destaca su tío y vecino, Eduardo Uliarte, quien todavía dice estar “en shock” por los sucesos del jueves pasado en Juncal y Uruguay. “Se me partió el corazón cuando vi hoy en un video cómo se la llevaban presa. Se veía la tristeza en sus ojos. Ella claramente fue manipulada por este novio nuevo que tiene. Es una persona muy vulnerable, después de todo lo que le pasó”, comenta su tío a LA NACION.
Brenda Uliarte fue criada por su abuela en el mismo domicilio donde vive actualmente. “De chica vivía con su mamá, pero en esa casa había un tipo que la violaba. Entonces su abuela paterna, mi madre, se la trajo a vivir con ella y con el padre. La madre de Brenda se fue a vivir al interior. Brenda no quedó bien después del abuso. Se volvió muy introvertida, casi no hablaba. Parecía ermitaña. Yo no tenía mucha relación con ella. Le tenía miedo a los hombres, lógicamente”, detalla su tío.
En 2020, la joven quedó embarazada de un hombre a quien nadie de la familia conocía. Durante meses, destacan sus familiares, fajó su vientre para evitar que la noticia trascendiera. Pero lo peor sucedió pocos días después del parto: su hijo, Lionel Mateo Ezequiel Uliarte, falleció. Sus seres queridos no saben exactamente cuál fue el motivo, aunque uno de ellos asegura que fue muerte súbita. “Ella quedó muy mal después de eso. Mi hijo me contó que hablaba del bebé como si todavía estuviera vivo, como si estuviera ahí al lado de ella”, dice su tío Eduardo.
Su hermano, el padre de Brenda, Leonardo Uliarte, no aparece desde ayer. Nadie sabe dónde está. Lo último que supieron sus sobrinas es que el hombre de 43 años sufrió un pico de presión tras la doble noticia de que su hija podría estar involucrada en un intento de magnicidio y que vendía contenido erótico por internet. Leonardo, quien se desempeñó como colectivero de la línea 203 hasta 2020, es dueño de un kiosco ubicado a pasos de su casa, donde solía trabajar Brenda. En su Facebook, él ha hecho pública su afinidad hacia el kirchnerismo. Por ejemplo, en noviembre de 2020, subió una fotografía del velatorio de Diego Maradona en donde se ve a la vicepresidenta junto al ataúd del futbolista, y escribió: “Cómo sufrís, mamá”.
Sus familiares, sin embargo, afirman que no existía una grieta política entre Brenda y su padre ya que ella no solía hablar públicamente de política. Aseguran que fue su nuevo novio, Fernando Sabag Montiel, quien la debe haber hecho tomar partido en esos temas.
Sus primas conocieron al agresor de Cristina Kirchner una sola vez, la tarde en que Brenda se acercó a su casa para que una de ellas le tiñera su cabello rojizo de rubio. “Él vino con ella. Nos pareció muy raro. Empezó a decir que le había contratado un tratamiento de bótox para los labios y la cara, que la iba a dejar divina. A nosotras no nos gustó nada. Parecía que quería llamar la atención. Y ella se mostraba conforme a lo que él decía”, cuenta Priscila Della Vecchia, la novia del primo de Brenda, desde la puerta de su casa.
La familia Uliarte no solo está sorprendida de que Brenda pueda llegar a ser cómplice del intento de asesinato a la vicepresidenta. También le llama la atención otro tipo de noticias que trascendieron en los últimos días, como el hecho de que ella vendiera contenido erótico a través de Internet. También les sorprendió el hecho de que ella escribiera en sus redes que trabaja como personal de limpieza de Shell y que estudia una carrera universitaria en la UBA. “Hasta lo que yo sé, ni terminó el secundario. Es como si ella estuviera hablando de otra persona, no de ella misma. Está fabulando. Yo creo que vive en un mundo de fantasía, que está desvariando y que se aprovecharon de ella”, opina su tío.
“Es verdad que vendía algodón de azúcar -dice una de sus primas-. La vimos llegar algunas veces a su casa con los copitos. La verdad es que no tenía mucha relación con ella. Era ‘hola y chau’”.
En una entrevista televisiva con Telefe, el viernes pasado, Brenda afirmó que ella vivía con su novio Sabag Montiel en el monoambiente que él alquilaba en Villa Zagala, San Martín. Pero según sus familiares, eso no es verdad: ella vivía en San Miguel, junto a su padre y su tía. Su abuela, quien fue para ella una madre, falleció en 2018. La casa familiar se ha ampliado en el último tiempo.
Su padre, Leonardo, ha construido dos pequeños departamentos sobre el techo de su casa, uno para cada uno de sus hijos. En su perfil de Facebook se pueden ver muchas fotografías de su hija, a la cual llama en los epígrafes: “mi bebé” y “mi princesita”, entre otros apodos cariñosos. Sin embargo, en un video en vivo de Instagram, grabado horas antes de su detención, su hija dijo: “Mi familia me dio la espalda. Pero no me importa, yo no vivo con mi familia. Me chupan un hue**”.
“Ella es una pobre niña. Ojalá Dios haga justicia. Me da una tristeza Brenda”, suma su tío.
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