Los arquitectos Gustavo Radice y Cecilia González Méndez comparten su vida y su espacio de trabajo: un estudio que proyectaron en la tercera planta de su casa.
“Encontramos esta casa racionalista en 2005. Tiene todos los atributos del estilo: blanca, funcional, discreta, escultural. Aunque era pequeña, sabíamos que nos permitiría crecer hacia arriba”. A la derecha: la escalera original de material y granito negro en el segundo piso cambiará por una de metal al llegar al nuevo estudio.
La casa tenía 140m2 y sumó otros 40 cuando la pareja de arquitectos decidió crecer un piso hacia arriba, incluyendo una planta libre (su futuro era incierto al principio) y dos terrazas (una con orientación Este y la otra Norte). Luego de ser sala de juegos, este espacio tomó su actual función de estudio en 2015. La caja blanca con piso de porcelanato claro hace que se destaque el amarillo de las sillas ‘Gamera’ ($1.940, Kikely).
“Jugamos con el espacio de la planta libre y pudimos generar un recibidor, un sector de trabajo y reuniones, una kitchenette y hasta muebles de guardado. Todo sin perder la gran fuente de luz natural”.
“La idea fue que el mobiliario acompañara la línea racional de la casa-estudio. Así, sumamos unas sillas ‘Air’, del diseñador Jasper Morrison para la firma italiana Magis”, cuenta Cecilia. Para completar, dos escritorios de patas cromadas y tapa de madera. Cuando necesitan concentrar la luz, acuden a la icónica lámpara ‘Tolomeo’ y a ‘Fluz’ –un premiado diseño del argentino Leandro Leccese– con dimmer y en vibrante amarillo ($10.400, Kikely). Camino blanco y negro de 2,10x0,80m ($5.500, Vanina Mizrahi).
La casa, en su concepción, se compara con un transatlántico: blanco, con sus barandas, terrazas y remates. Por eso, como guiño eligieron relojes y espejos redondos, de marcos tipo industriales. “No me imagino un reloj de colgar que no sea circular, como la Tierra: es la mejor manera de leer el paso del tiempo”, cuenta Cecilia. La cámara Polaroid es de una de las hijas del matrimonio. Las fotos son de un trabajo que hizo la dueña de casa sobre genes.
Para definir los espacios, los arquitectos utilizaron paneles móviles de vidrio y puertas corredizas laqueadas, hasta el techo y sin dinteles. “Se deslizan unos sobre otros dejando pasar la luz. Cada uno tiene distinta profundidad”.
“La kitchenette es funcional. Allí hacemos café y chocolate caliente, tanto para nosotros como para nuestros clientes”. Sobre la mesada de mármol de Carrara, servilleta de lino italiano gris ($290, Ramos Generales), vasos y tazas de cerámica amarilla (Salmón Tienda). Junto a la bacha, jabón líquido y crema de manos ($295 y $250, L&R Handcraft).
Para subir al estudio se colocó una escalera metálica. En el recibidor, clásica silla de acero tubular cromado del diseñador Marcel Breuer (Michael Thonet). Bajo la mesa circular, alfombra rayada ($8.000, Vanina Mizrahi).
“En la terraza norte, en el verano, los árboles les dan el marco ideal a las reuniones. Nos gusta ese lugar; se vive la íntima relación entre el afuera y el adentro”.
Por Marysol Antón
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