Escritor con nombre propio
Joe Hill, el hijo de Stephen King, habla de cómo se convirtió en un maestro del terror moderno
MADRID
Varias veces al año, cuando regresaba del colegio, encontraba a sus padres desnudos en la sala de estar, cada uno con su máquina de escribir, ávidos de que les contara qué tal había estado su día. En este ambiente hippie, en plena década del setenta en los Estados Unidos, Stephen y Tabitha King luchaban para que sus hijos perdiesen las inhibiciones y para que derrumbasen toda etiqueta impuesta por la sociedad. Joe Hill se tapaba los ojos porque los niños se rebelan hasta de los padres más rebeldes. Los escritores niegan que esto haya ocurrido alguna vez, pero la hermana de Joe, testigo del nudismo, también rescata del olvido este retazo de su niñez. La memoria es una forma de narración. La memoria se ubica, muchas veces, a mitad de camino entre la ficción y la realidad.
En aquel ambiente de libertad bebió la posibilidad de elegir su propio nombre y decidió a los 18 años que fuese Joe Hill, que no se aleja demasiado de la identidad que aparece de su documento –Joseph Killstrom King–, un tributo que sus padres le rindieron a un famoso activista, inmortalizado en un tema de Joan Baez. “Quería tener una larga carrera y que la gente me leyese a mí por quien soy y no por ser el hijo de. Pero no lo vivo como una carga. Tuve muchas ventajas. Vengo de una familia acomodada. Soy varón y soy blanco. No tuve que enfrentarme a los prejuicios con los que se enfrentaron otros colegas.”
“Haceme acordar que te cuente algo vinculado con la Argentina”, dice Joe Hill, antes de perderse y encontrarse en las respuestas. Aquello que quiere compartir es que Andrés Muschietti, el director de Mamá y el responsable de la reciente remake de It, la novela del payaso maldito escrita por su padre (“es una verdadera obra de arte lo que ha hecho en esa película”), está inmerso en un nuevo proyecto. El realizador argentino y su hermana Bárbara trabajan en la adaptación para la TV del cómic Locke & Key, escrito por Hill. Este no es su único relato que será pronto llevado a la pantalla: habrá una serie inspirada en NOS4A2 [léase Nosferatu] y su última novela, The Fireman, traducida al español como Fuego, un bestseller de la lista de The New York Times de 2016, será adaptada al cine. La historia apocalíptica retrata los estragos de un virus que genera combustión espontánea en la humanidad. Hill tomó el nombre de Ray Bradbury quien iba a llamar así a su eternamente vigente Farenheit 451.
Tenés puesta una remera de Ray Bradbbury.
Me encanta. Aprendí mucho de él. La muerte es un asunto solitario, que lo debo haber leído a los 12 años, fue un libro que realmente me impactó.
Joe Hill es considerado el maestro del terror moderno. Antes de convertirse en un novelista se dedicó al universo del cómic (escribió capítulos de El hombre araña) y a escribir relatos cortos, compilados en Fantasmas, un libro que obtuvo el premio Bram Stoker. Cuernos fue llevada al cine con Daniel Radcliffe y a pesar del halo fantástico, el relato, como todos los de Joe Hill, inventa un poder o un don que pone en evidencia una incapacidad humana.
¿Qué pensás que buscan los lectores que acuden al género del terror?
Creo que hay varios niveles. Quieren, en la superficie, entretenerse, que el tiempo se les pase rápido y sumergirse en otra vida. Pero creo que también este tipo de historias son una forma de práctica psicológica y emocional. A la gente le encantan las historias de vampiros. Es improbable que tu vida llegue a experimentar estas fuerzas sobrenaturales, pero sí es posible, por ejemplo, padecer un cáncer. Eso es una forma de vampirismo biológico que irrumpe en los cuerpos. Te da miedo pensar que podés enfermarte y que tu cuerpo te va a fallar. Pero si leés una historia de vampiros, podés pensar en eso y quizá aprender algo que te prepararía para reaccionar en caso de que ocurriera algo así. En la película de David Cronenberg, La mosca, con Jeff Goldblum, falla un experimento y un hombre sufre una transformación grotesca. Está claro que nadie se va a convertir en una mosca…
Ni tampoco que a alguien le crecerán cuernos.
Sí, Cuernos es un excelente ejemplo. Es la historia de un hombre acusado por la muerte de su novia. La gente de su pueblo piensa que él la mató, pero no tiene pruebas. Hasta que una noche sale, se emborracha y maldice a Dios. Al día siguiente amanece con cuernos. Eso le da un poder diabólico que le permite conocer los secretos y los pecados de las personas que lo rodean. La historia no trata sobre cuernos, pero sí sobre descubrir algo oscuro de quien tenés cerca. ¿Cómo lidiás con eso? Es triste y doloroso conocer en profundidad los sentimientos más bajos de las personas que querés. ¿Podés perdonar y seguir amando del mismo modo a alguien después de conocer sus miserias y su lado más oscuro? Creo que sí. Hoy sé la respuesta, pero tuve que escribir un libro para entenderlo.
En Cuernos, el amigo del protagonista en la novela es diferente al de la película. ¿Cómo te llevás con las adaptaciones?
Algo que no me gusta hacer es imaginar o decir qué actor me gustaría que interpretase mis personajes, porque si el director elige a alguien más, a los lectores no les gustará la adaptación y pensarán que traiciona mi visión. Eso no le da una oportunidad ni al director ni al actor. Creo que nadie pensó que Daniel Radcliffe sería Ig Parish, principalmente porque es inglés. Pero Daniel tiene un gran acento estadounidense. Creo que el personaje de Lee Tourneau, interpretado por Max Minghella, es mejor en la película que en la novela.
¿A qué le temés más: a la locura humana o a una fuerza supernatural?
Mi respuesta es quizás un poco aburrida: temo que les pase algo a mis hijos. Pero tengo un nuevo miedo y es a la humillación pública, mía o de mis seres amados. Hemos diseñado redes sociales y estas capitalizan cualquier error a nivel mundial. Si se te caen los pantalones, alguien le habrá sacado una foto y lo habrá subido enseguida a Instagram. Es un retrato de lo peor de la humanidad. Pareciera que a todos les gusta encontrar alguien a quien odiar de modo conjunto.
¿Cuán importante es para vos el rock? Pareciera ser un estímulo que te ayuda a pensar el mundo.
Lo es. El rock & roll, en especial de los británicos de los sesenta y los setenta, como The Rolling Stones, The Beatles, The Who, Led Zeppelin… Y después me encanta AC/DC, nunca me canso de escucharlos, a pesar de que hayan escrito una sola canción, porque todas se asemejan.
¿Te da miedo de que te pase como AC/DC y que te repitas?
Sí. Mi papá es un autor tremendamente prolífico. Ha escrito tanto que siempre hay ecos entre sus novelas. Pero en mi caso, que sólo he escrito seis novelas, temo que se parezcan. Los seres humanos somos criaturas limitadas. Veo en mis libros temas e ideas repetidas y no lo puedo evitar porque esas son mis fijaciones. Pero, a pesar de que se repitan ellas, siempre busco encontrar personajes diferentes, únicos e interesantes.
Una de tus ideas recurrentes aparece en el epígrafe de Cuernos, es que Satán vive en nosotros.
Todos podemos ser destructivos. Gran parte de la vida adulta implica tratar de entender de qué modo podemos no dañarnos a nosotros mismos ni dañar a los demás. En el caso de NOS4A2, el villano es un vampiro horrible que maneja un Rolls Royce, que secuestra a niños y les quita el miedo y la rabia como modo de mantenerse joven. Crea un sitio donde siempre es Navidad y donde la infelicidad está prohibida por la ley. Los niños siempre están felices, pero la felicidad no siempre es algo bueno, porque están así, sonrientes, cuando juegan y también cuando apuñalan a alguien delante de sus narices. Cuando la escribí estaba atravesando un proceso de divorcio y temía que destruyera la niñez de mis hijos. Quería que estuvieran felices todo el tiempo. Hasta que me di cuenta de que eso no era sano. Está bien sentir decepción y tristeza. Esas emociones son necesarias. Ese vampiro es una versión corrupta y deforme de la persona que era yo en aquel momento.
Jay Leno suele contar un chiste que Joe Hill recuerda más o menos así: cuando los padres les preguntan a sus hijos si quieren que les cuenten un cuento antes de dormir, los niños responden: “¡Sí!”. Pero cuando Stephen King les propone hacerlo a sus hijos, los pequeños gritan desesperados: “¡No!”. Joe Hill conoció desde temprana edad al terror y, lejos de espantarlo, lo capturó. Tuvo una participación en Creepshow, del recientemente fallecido George A. Romero, considerado el pionero del mundo zombi en el cine.
¿Escribís en tu casa? ¿Te aislás o tus hijos entran y salen de tu escritorio?
Lo hago en casa. Cuando eran más chicos, sí, estaban todo el tiempo a mi alrededor. Ya no son tan pequeños. El más grande se fue a la universidad y los otros dos están en el secundario. Tuve a mis hijos cuando era muy joven. Ahora son jovencitos que me piden las llaves del auto para irse de la casa.
¿Qué les leías a tus hijos? ¿Inventabas cuentos?
No, no les escribí nada. Les leí True Grit, de Charles Portis, Rebelión en la granja, de George Orwell, y también les encantó The Hobitt.
¿Y Mary Poppins? La protagonista de Fuego está inspirada un poco en ella, ¿no?
Así es. No, no les leí Mary Poppins, pero a mí me encanta. No lo sé. Esa historia capturó mi imaginación desde que la vi. Si tuviese que elegir mis diez películas favoritas, Mary Poppins es una de ellas.
¿Viste la película sobre la vida de su autora, P. L. Travers?
No, pero mi papá la vio y le encantó.
¿Cómo era tu niñez?
Leía sin parar. En esos días no había celular que te distrajera. Siempre tenía un libro en mis manos. Empecé a escribir a los 12 años. Suelo decir que escribí cuatro novelas antes de que se publicara la primera, pero en realidad debo tener nueve en total, porque durante el secundario también escribía novelas.
¿Dónde están esas novelas?
Posiblemente en el ático de la casa de mis padres en una caja de cartón.
¿Le mostrabas a tu papá lo que escribías?
Sí. Un verano, cuando tenía 16 años, le mostré The Boneman, sobre el robo a un museo donde se llevan los huesos de un Tiranosaurus Rex. Me enseñó muchas cosas de edición y me dio ideas para corregirlo.
Tu novela El traje del muerto está dedicada a tu padre, “uno de los buenos”, ¿qué quisiste decir?
En esa novela había tantos padres malos que no quería que nadie pensara que era una venganza de adulto a mi padre por algo que me hubiese hecho durante la niñez. Él es un hombre de un gran corazón, que ama a su familia. Siempre está cuando lo necesitás. Creo que es un gran escritor, pero que es mejor padre aún.
¿Cuál es tu historia preferida escrita por tu padre?
Lo primero que leí de él fue El talismán, y me encantó. Cuando era adolescente, mi preferido era La zona muerta. Es increíble que haya escrito tanto y cada vez escribe un libro mejor que el anterior. Me gustan también los cuentos de Las cuatro estaciones y las novelas 22/11/63 y La cúpula.
Vos y tu padre son dos grandes detractores del presidente Donald Trump. ¿Cómo es vivir hoy en los Estados Unidos?
Deprimente. Nunca ha habido en nuestra historia un presidente tan incompetente e ignorante, que sepa tan poco de lo que está haciendo. Que no le importe la decencia, la honestidad. Es un hombre sin ética que no soporta la verdad si mina sus creencias. No entiende al mundo y no le interesa discutirlo. Es un síntoma tóxico del descontento que estuvo presente durante tantos años en los Estados Unidos, y algo de eso tiene que ver con la globalización, con la idea de que cada vez hay menos trabajo para la gente que no estudió en Harvard. Es curioso, porque hay algo en esta idea con la que no estoy del todo en desacuerdo…, pero Trump es un reptil que tomó provecho de esta situación.
Tenés un amplio conjunto de lectores. Es probable que muchos de ellos hayan votado a Trump. ¿Qué te pasa con esta posibilidad?
Soy un ciudadano, antes que un artista. Mi padre suele decir que el arte es un sistema deportivo para poder vivir la vida, y no viceversa. Es el trabajo del artista decir mentiras sobre una superficie de verdad. No estaría haciendo bien mi trabajo si pretendiese que todo está bien en este mundo, diciéndoles que todo es genial, porque así estaría fortaleciendo a este líder. Si te molesta escuchar mi opinión y si votaste por Trump, lo siento por vos.