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Escondido en plena zona residencial de Olivos, Zona Norte, sobre la calle Juan Bautista Alberdi 1865, este pintoresco restaurante es un verdadero secreto a voces al que se suele llegar por recomendación del boca a boca.
Está ubicado dentro de una histórica casona, de un tamaño gigantesco, en la Sociedad Alemana de Gimnasia (SAG) mejor conocido como “Club NDT”. Allí a diario se realizan diversas actividades deportivas y culturales. Desde clases de natación, danza, acqua gym, fútbol, teatro, entre otras de recreación. “En uno de los salones hay unas antiguas canchas de bowling. Son una reliquia”, cuenta Stanko, quien junto a otros socios: Mariano Aragón, Walter Bonnet y Germán Robasto están al frente de la concesión de la parte gastrómica del club desde 2022.
Los cuatro amigos emprendedores decidieron tomar las riendas del restaurante tras los coletazos de la inesperada Pandemia. Su idea principal era renovarlo, pero sin que perdiera la esencia de club de toda la vida. “Queríamos que continuara siendo bien familiar y que se sientan a gusto de todas las edades”, relata.
Para arrancar primero ambientaron todo el espacio con cuadros, banderines y fotografías temáticas de algunas ciudades y pueblos alemanes. Luego, se concentraron en darle aún más entidad a la propuesta gastronómica. En este sentido, además de los clásicos, como el goulash, el chucrut y las salchichas, optaron por agregar otros bien tradicionales que no suelen encontrarse en otros restaurantes y bodegones alemanes de Buenos Aires.
“La idea era diferenciarnos. Cristina, una amiga con mucha experiencia en el rubro nos ayudó a buscar cuales eran aquellos que no podían faltar en el menú. Nos trajo un libro antiguo de cocina de su bisabuela y nos tradujo todas las recetas del alemán al español. También fuimos indagando con varios clientes recetas que preparaban sus abuelas en sus casas y las pusimos en valor. Fue un lindo desafío”, rememora. Los parroquianos de siempre los acompañaron en esta búsqueda y, poco a poco, también comenzó a llegar un público joven atraído por sus nuevos sabores caseros y abundantes platos para compartir.
Un público que en Octubre está más atento que nunca. Y hay una razón. “Estamos ultimando todos los detalles para el OktoberFest. Como todos los años habrá música en vivo, cerveza y variedad de comidas típicas. También muchas sorpresas”, afirma, entusiasmado, Stanko Vlaho, uno de los encargados de la concesión del restaurante del Club Alemán de Olivos. A su lado, se encuentra una escenografía de una casita de estilo bávaro con techo a dos aguas, tejas y mucha madera, que diseñó exclusivamente el artista Francisco Inchausti. “Willkommen”, (Bienvenidos) dice un pequeño cartelito invitando a todos los comensales a sentirse por un ratito en Múnich, Bavaria. En tan solo unos días el salón y el inmenso jardín se vestirán de fiesta con coloridos banderines, foodtrucks con cerveza artesanal, salchichas, embutidos, pretzels, goulash y otras delicias germanas. “La idea es que todos se sientan en casa. Será una jornada a puro disfrute”, agrega Stanko. Este evento es un clásico del barrio y los habitués esperan la fecha con ansias.
Desde el salchichón de Cracovia al currywurst
Para arrancar el viaje culinario, proponen una generosa tabla de fiambres. La misma incluye jamón crudo, cocido, quesos y variedad de embutidos de estilo europeo: desde salchichón de Cracovia, bondiola ahumada, Holstein y leberwurst. Todo viene acompañado con la clásica ensalada de arenque y de papas. Otro caballito de batalla es el currywurst, un clásico de las calles de Berlín. Consiste en una salchicha alemana cortada en rebanadas acompañada con salsa de tomate picantón y curry. “Las Sauerkraut knodel son unas pequeñas albóndigas de chucrut y salchichas rebozadas y fueron una de las últimas incorporaciones. Todos se volvieron fanáticos”, asegura Stanko y recomienda también probar las “Kartoffelpuffer”, unas tortillitas de papas con salsa de mostaza o las famosas “Flammkuchen”, una versión de “pizza alemana” con una masa finita y crujiente con queso crema, cebolla, panceta, queso reggianito y otros condimentos secretos.
A la hora de encarar el plato principal, en el podio se encuentra el goulash con spaetzle. Tienen una versión con carne vacuna y otra vegetariana a base de hongos y champiñones. “Lleva varias horas de cocción. Tiene salsa de tomate, cebolla, vino tinto y paprika (por eso su color rojo intenso). Con los consejos de los habitués fuimos perfeccionando la receta. Tiene fanáticos por todo el barrio.”, explica Vlaho. Además, son un clásico las Schnitzel, milanesas de cerdo acompañadas con papas rústicas o puré y las Kassler, costillitas de cerdo ahumadas con puré de manzana y chucrut. El Leberkase, un embutido típico de Baviera, también encontró su lugar en la casona. Viene acompañado con ensalada de papa y huevo frito. Otro favorito es el Eisbein (Jambonón con chucrut), un codo de cerdo ahumado. Es para compartir y representa a la cocina alemana en su máxima expresión. A Stanko lo enorgullece cuando un cliente se acerca a felicitarlos por su cocina. “Hay algunos que viajaron a Alemania y tras disfrutar de algún sabor vienen a contarnos que les hicieron recordar aquel viaje. Eso es muy gratificante”, considera.
El capítulo dulce y la “Oktoberfest”
Aunque los platos son generosos, siempre aconsejan dejar un pequeño lugar para la mesa dulce. El preferido es el Apfelstrudel (strudel de manzana) con nueces y pasas acompañado con una bocha de helado de crema americana. También tiene mucha salida el “Kaiserschmarrn”, consiste en pequeños trozos de crepe dulce acompañados con frutos rojos, puré de manzana, pasas al rhum, almendras, nueces y helado de crema americana. Es para compartir y cucharear (entre todos) en el medio de la mesa.
El próximo sábado 26 de octubre (a partir del mediodía hasta entrada la medianoche), el club celebrará una nueva edición de su afamada “Oktoberfest”. “Para el barrio siempre es una verdadera fiesta”, anticipa Stanko. La idea es que cada cliente tenga su propio chopp de cerveza para ir degustando las distintas variedades. En cuanto a la propuesta gastronómica no faltarán los clásicos de la casa al paso como los pretzels, goulash, codillo de cerdo y deliciosas salchichas alemanas que asarán a la parrilla, entre otras opciones. También habrá shows de baile y música en vivo: el artista Alberto Daisen con su micrófono y órgano y el grupo de folklore del club “Los Zapateros de Baviera”. No faltarán los tablones largos, la buena onda y mucha cerveza.
“Lo lindo es que viene gente de todas las edades. Terminamos todos cantando y bailando. No hace falta irse a Baviera para vivir a pleno la fiesta de la cerveza. Me encanta la vida cultural del club”, concluye Stanko y saca a relucir su chopp. Pronto, al compás de la música y las comidas típicas lo alzará con el barril al grito de O´zapft is! (“¡Ya está abierto!”), frase típica que da inicio al festival en Múnich.
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