Escarpines y tutús: cómo son las funciones para bebés en el Teatro Colón
Algo fuera de lo habitual sucede en el foyer del Teatro Colón, despoblado de señoras de largo y caballeros de smoking. A simple vista no se observan melómanos más informales a punto de disfrutar de las partituras de Puccini o Verdi, o alguna corografía de Petipa. En la sala principal con forma de herradura, que alberga a 2478 espectadores, no está a punto de levantarse el telón de terciopelo confeccionado en 1936. Mucho menos se trata de un abono nocturno. Evidentemente, ninguna función de gala comenzará inmediatamente. Afuera es pleno mediodía y el sol hace brillar aún más la arquitectura, con reminiscencias de decoración francesa, de uno de los cinco coliseos líricos más importantes del mundo. Algo fuera de lo habitual sucede. ¿Una escena liminal creada por Leandro Erlich? ¿Una ilusoria instalación de Julio Le Parc? Nada de eso. Aunque la experiencia será tan inmersiva como la que proponen los artistas plásticos que hoy deslumbran a Buenos Aires con sus muestras.
Esto es el Teatro Colón en estado puro. Aunque no lo parezca. Por la icónica escalinata que da a la calle Libertad, desfilan madres, padres y abuelos con sus bebes a upa o en cochecitos. Curioso panorama. Realismo mágico, definiría el poeta colombiano. Mágico realismo para quienes se adentran en este universo que le hace frente a la vorágine porteña con embotellamientos enardecidos. Dentro del foyer, de belleza exuberante que apabulla, Perla y el boletero, con maquina expendedora portátil y manual, van recibiendo a los verdaderos protagonistas de una particular aventura artística: Colón para bebés, una experiencia musical y corporal para criaturas de 3 a 24 meses. "La idea es generar una experiencia de relax y placer, con estímulos visuales y sonoros. Eso es formar públicos, aunque sean bebés", explica María Victoria Alcaraz, directora general del Teatro Colón y creadora de esta singular propuesta que ya fue replicada en otras salas líricas del mundo imitando el modelo porteño.
Esta nueva temporada de Colón para bebés, coordinada por Eugenia Schvartzman y Mariana Cincunegui, comenzó el pasado martes 17 de septiembre y se extenderá hasta el viernes 8 de noviembre. La experiencia permite desarrollar varios estadíos de análisis. Desde ya, es una formidable introducción al mundo de la expectación artística. Sembrar una semilla primigenia. Pero, además, y no es una cuestión menor, cada función facilita la profundización de lo vincular entre los bebés, y entre los bebés y los adultos. Por otra parte, la propuesta apela y se sostiene en estímulos visuales, sonoros, táctiles, con lo cual el acontecimiento conversa con varias capas de la sensorialidad: "En cualquier hecho artístico se trata de tener todos los sentidos en diálogo con ese acontecimiento, por eso entrenar al futuro público es importante", dice Alcaraz.
Allí están ellos y ellas. Elles, tratándose de los recién llegados en pleno siglo XXl. Mamaderas, bolsos con pañales, escarpines que se desparraman por el piso. Aquí también hay tránsito colapsado… de cochecitos y huevitos portátiles. Conmueve la escena, tan cotidiana en una plaza o en la calesita, pero que sorprende dentro de este palacio ideado por el arquitecto Francesco Tamburini.
Espíritu celebratorio
Una vez que el grupo de espectadores se familiarizó con el espacio, y los fotógrafos retrataron el momento iniciático, la consigna es ascender la imponente escalera de mármol para ir en busca del Salón Dorado, el lugar donde se desarrollará la función. Previamente, Perla, la anfitriona interpretada por Romina Amato, reflexionará en voz alta: "A los adultos, el asombro nos dura quince minutos. A ellos, los bebés, toda la infancia". Y vaya si hay asombro en esta experiencia. Y también hay mucho de liturgia. Una liturgia que se inicia bulliciosa, pero que irá mutando hasta convertirse en una verdadera comunión de expresividad, armonía, y amoroso estímulo del alma, porque también allí reside buena parte del valor de esta vivencia que mancomuna la ópera y el ballet. Santino Demichelis cumple cinco meses y su tía pensó que acercarlo al Colón era un buen regalo de cumple mes: "Me parece que es muy importante estimular en el arte a los bebés desde chiquitos", explica Lucía Fernández, la tía de Santino, quien observa con los ojos bien abiertos todo lo que sucede a su alrededor. "¿Quién durmió ocho horas?". Nadie levanta la mano. Pero la carcajada, con mucho de complicidad compartida, no tarda en estallar. Todos sabes de qué se trata. Finalmente, se sugiere mirar a los bebés a los ojos y dejarse conmover.
Los cochecitos se estacionan en la puerta del Salón Dorado junto a los zapatos de los adultos que deben ingresar descalzos al espacio para evitar contaminar el piso. La superficie está acondicionada con planchas de goma, lo cual confiere seguridad y posibilidad de desplazamiento de los espectadores. Acá no hay butacas. Todos al piso entre pelotas de peluche y frente a una orquesta compuesta por un imponente piano de cola, celesta y xilofón, violonchelo, y flauta. "Estas vivencias, en la práctica frecuente, quedan grabadas. Desde ya, los bebés no van a recordar la función en el Colón, pero significa sembrar algo que quedará pregnado en ellos. Es muy diferente cómo reaccionan de acuerdo al tiempo de vida, pero el vínculo que se genera es idéntico", explica la máxima autoridad del teatro.
El Salón Dorado, con sus arañas y oropeles brillando, desborda de chicos con sus acompañantes. Todo listo para comenzar a disfrutar de la suite musical de El carnaval de los animales, pieza compuesta en 1886 por el francés Camille Saint-Saëns. La obra adaptada permite una exquisita posibilidad lúdica desde la escucha activa y desde el lenguaje de la danza a cargo de una bailarina que, con su consabido tutú, se pasea entre los bebés de manera hipnótica. Ingrid del Carmen Atencio y Luis Alejo Vitale trajeron a su bebé de cinco meses en busca de una precoz estimulación: "Nos interesa que comience a incursionar tempranamente en el mundo de la música para que pueda estimularse sensorialmente. Cuando se hace a temprana edad, mejor desarrollo se puede tener a futuro. Este tipo de propuestas le van a ampliar la mirada, para tener una mayor capacidad de sensibilidad y de poder comprender lo que no siempre está a la vista, conectar con otro universo", explica la orgullosa mamá.
Durante cincuenta minutos, se suceden diversas consignas dirigidas a los padres para que puedan guiar a las criaturas en ese camino de la expectación temprana. Acostarse junto a los bebés, mirarlos a los ojos, practicarles masajes, y acercarlos a otros compañeritos de experiencia es parte del plan participativo. Arte y vínculos. De eso se trata. Si al comienzo, el bullicio dominaba la sesión, con el transcurrir de los minutos una sensación de sosiego invade la atmósfera. El poder del arte, indudablemente. No hay llantos ni berrinches. Los adultos comienzan a desplegar sus pañuelos. La emoción comienza a adueñarse de todos. Conmueve observar a esos bebés seducidos por las melodías, buscando con las manitos el tutú de la bailarina o con la mirada asombrada cómo juegan un contrapunto el majestuoso piano de cola con otro piano "bebé". Curiosamente, no sonará un solo teléfono celular. Lo armonioso y la amorosidad van ganando la partida.
"Cuando llegué, en 2015, me propuse que el Colón se oriente hacia los nuevos públicos, más allá de lo que hace siempre y muy bien. En todo el mundo, los teatros de ópera se quejan sobre la falta de espectadores y sobre la cuestión de la renovación de los públicos. Así que nos propusimos iniciar acciones en ese sentido, enfocando en los que están afuera del Colón y no entran. Así es como nos vinculamos con las escuelas, generamos la convocatoria de vacaciones de invierno, y armamos la colonia del verano. Pero, en medio de esa oferta de propuestas, veíamos cómo los hermanos bebés de los chicos que venían, no tenían una actividad puntual que los integrara. Cuando lo propuse, me miraron como a una abuela loca. Algunos hasta me plantearon la imposibilidad de sentar a los bebés en las butacas. Desde ya, nunca se pensó en eso. Tiene que ver con otra cosa", sostiene María Victoria Alcaraz.
La muerte del cisne dice presente, tomada de El Cisne de El carnaval de los animales. No podía faltar estando en el Colón, aquella pieza inmortalizada, en 1905, por la prima ballerina Anna Pávlova y consagrada por Maya Plisétskaya. Algunos bebés, los más emancipados, se atreven a tocar el cisne con zapatillas de punta. La Danza de los Elefantes convoca al baile grupal. El vals invita. Y hasta hay consignas para desplegar trompas imaginarias. La imaginación sobre las figuras del mundo animal son empáticas con la creatividad de los pequeños espectadores.
La función finaliza y una sensación de relajación y ensoñación invade a los bebés. A los adultos, sensibilizados, les sucede algo similar. Algo del orden de lo místico atraviesa el lugar. La escena final, con los espectadores acostados entre pelotas de peluche, conmueve. Muchas madres amamantan a sus bebés. Podría ser una pintura del siglo XVlll. Un pequeño libro que puede ser tomado por los bebés, con dibujos que grafican El carnaval de los animales, es el regalo que inmortalizará a modo de recuerdo el paso tan temprano por el Colón. Aparece ese niño al que refería Nietzsche que se pone en juego en cada función influyendo en el adulto que se deja atravesar. "Si el Teatro Colón, además de todo lo maravilloso que ofrece a nivel artístico, puede contribuir a construir los lazos entre bebés y adultos, lugares de diálogo, espacios de escucha sin estridencias, es maravilloso. Eso es el Teatro Colón, entrar en otra dimensión", concluye la directora general María Victoria Alcaraz.
Los cochecitos comienzan a desandar el camino. No falta un transeúnte desprevenido que observa la escena, con asombro, desde la vereda de la calle Libertad. Ni vestidos de largo ni smoking. Allí salen ellos con sus pañales, escarpines, ositos de abrigo y biberones en mano. Eso también es el Teatro Colón. El Colón para bebés.
Próximas fechas:
Octubre:
- Martes 8: de 3 a 9 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Miércoles 9: de 10 a 18 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Jueves 10: de 19 meses a 24 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Viernes 11: de 3 a 9 meses: función a las 10:00. De 10 a 18 meses: función a las 12:00. De 19 meses a 24 meses: función a las 14:00.
Noviembre:
- Martes 5: de 3 a 9 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Miércoles 6: de 10 a 18 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Jueves 7: de 19 meses a 24 meses: funciones a las 10:00, 12:00 y 14:00.
- Viernes 8: de 3 a 9 meses: función a las 10:00. De 10 a 18 meses: función a las 12:00. De 19 meses a 24 meses: función a las 14:00.
Valor de las localidades:
- 1 adulto + 1 niño: $800
- 2 adultos + 1 niño: $1200
- Solo se autorizan dos acompañantes por niño.
Cupo máximo: 30 personas por función.
Ingreso por Libertad 621.
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