Escapadas a bordo de una bicicleta plegable
Los dueños de modelos portátiles se reúnen para pedalear en grupo rumbo a Mercedes, Tigre o Luján
Agarrar la bici un domingo y pedalear tan lejos como el cuerpo resista parece ser un impulso que interpela a cada vez más gente. Pero ¿todos los modelos están preparados para recorrer largas distancias? Más de uno se sorprenderá al enterarse de que son muchos los ciclistas que, de un tiempo a esta parte, se animan a emprender esas gestas con bicicletas plegables. No importa si son nuevas o restauradas, compradas o heredadas, nacionales o importadas: las plegables se dan cita los domingos en un punto convenido de Palermo y se aventuran por los alrededores de Buenos Aires para completar los kilómetros que las separan de Quilmes, Tigre, Luján o Mercedes.
La tendencia surge, sobre todo, con el impulso que cobran las folding, funcionales y posibles de ser acomodadas en lugares reducidos o transportadas en el subte o en un taxi. Allá por el año 2011 aparecieron los primeros clubes de portátiles, que reunían a sus orgullosos dueños, primero a través de foros y grupos de Facebook, posteriormente encontrándose para hacer picnics, compartir experiencias y salir a pedalear. Hoy, estas salidas que superan los 30 participantes se hacen en forma regular. En general se citan en la primera mañana y, entre descansos y comidas, no vuelven hasta bien avanzada la tarde.
Sucede que las distancias largas no son un obstáculo ni siquiera para un modesto rodado 20. El colectivo Bicicletas Plegables en Argentina, por ejemplo, tiene en su haber pedaleadas a Tigre, a Villa La Ñata e incluso a San Vicente, combinando con tren. La máxima realización fue sumarse en noviembre del año pasado a la Peregrinación a Luján en bicicleta. "Muchos entrenamos durante los cuatro domingos anteriores. La mayoría no sólo llego bien a Luján, sino que también hizo el regreso hasta Moreno, donde tomó el tren. Y varios seguimos pedaleando hasta Capital", cuenta Martín Calvo, fundador del grupo, que incluso consiguió para sus recorridos el auspicio de la marca de portátiles Tern. Todos coinciden en que los recorridos largos son realmente exigentes montados sobre una folding. "Por empezar no tienen suspensión, la postura es más cansadora que la de una bici de montaña y el rodado pequeño tiene altas probabilidades de quedarse atrapado en un pozo. La plegable no está diseñada para distancias largas, pero se puede hacer y efectivamente se hace", explica Carlos Rymar, quien completó los 70 km a Luján sin quejarse.
Un esfuerzo que vale la pena
"La salida más larga que hice fue a San Isidro desde el Obelisco. Fue agotadora, y encima yo estrenaba bici y no la había ablandado. Pero sentí que era un logro tratándose de una bici vieja y rodado 20", cuenta Mariana Ceballos, miembro del Club Aurorita Retro, que convoca a quienes unen la afición por la bici plegable con el interés por la restauración.
Varios participantes reconocen que la comodidad sobre el rodado depende de la calidad de los componentes y de la superficie que se atraviesa. "Si hay asfalto se puede. Ya sobre camino de tierra o ripio se pone difícil porque estas bicis no están pensadas para ese terreno", afirma Melisa, de Plaga Plegable, un club que congrega a 32 dueños. "Las salidas ayudan a que los tímidos ganen confianza, ya que no todos los que participan tendrían la iniciativa para bicicletear por su cuenta. Tenés la seguridad que te ofrece el grupo, especialmente cuando las distancias son largas y el ciclista está a merced de peligros", explica Melisa, que el pasado domingo completó ida y vuelta los 30 km que separan a Palermo de Quilmes, en cuyo Parque Cervecero pidieron permiso para ingresar las foldings a descansar.
¿En qué difiere esta actividad de la Masa Crítica? Se trata de salidas menos numerosas, que no tienen la aspiración de alcanzar los 5000 participantes que llegaron a nutrir a la Masa. Hay otras diferencias: en estos recorridos se sabe cuál será el destino (no así en la MC, en la que se va decidiendo sobre la marcha); además, no se corta el tráfico ni se bloquean bocacalles, y los encuentros se piensan como un paseo y una forma de conocer la ciudad y sus alrededores, antes que como una acción reivindicativa con un mensaje sobre la convivencia en el tránsito.
Los organizadores recomiendan a los participantes llevar casco, suficiente agua y dos cámaras de repuesto en caso de pinchazos.
Algo es claro: los jóvenes no sólo disfrutan de los recorridos, sino que aman a sus bicis como objetos. De hecho, Pablo Romero fundó el Club Aurorita Retro cuando cayó rendido de amor por una (bicicleta) extranjera. Era una Circa italiana, una plegable moderna de aluminio cromado que vio en Internet. Consiguió un cuadro de Aurorita a $ 30 y lo mandó a cromar, para obtener una réplica fiel de la italiana a la que no podía acceder. Tan fascinado estaba con su invención que quiso compartir la experiencia con otros dueños de Auroritas. "Se fue sumando gente a los encuentros y a los dos meses decidimos hacer nuestra primera salida. Sólo éramos cinco, pero la pasamos genial. Hoy podemos llegar a ser 30", explica Pablo, con el orgullo de un pionero.
Más allá de las distancias, las salidas de plegables ofrecen la posibilidad de conocer personas que comparten la misma afición, pasar una buena tarde y disfrutar del aire libre.
Por supuesto, a quienes van a las citas sin plegable se los acepta igual, los folders no quieren ser acusados de discriminadores. "No somos un grupo cerrado -explica Pablo Romero-. Muchos vienen a disfrutar la tarde y la pasión por las bicis, aunque tengan una playera."
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