Estaban equipando su casa, pero la necesidad de un cambio fue más fuerte y se animaron a lo desconocido.
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Desde chicos habían sentido una inexplicable pasión por viajar y conocer lugares nuevos. Al comienzo lo hicieron con muy poco presupuesto y alrededor del país. Más adelante, con mucho esfuerzo, lograron reunir el dinero necesario para visitar a la familia en Cuba. Y esa fue la primera vez que Diego Bechi se subió a un avión. La sensación de libertad y nuevas oportunidades mientras estaba en el aire lo cautivó por completo. Todavía no lo sabía pero ese día su vida cambió para siempre.
Había conocido a Ursula hacia finales de 2010. Diego trabajaba en una discoteca de la provincia de Córdoba donde ella intentaba organizar el cumpleaños de un amigo. “Digamos que no todo funcionó como esperaba, ya que ni siquiera pudimos entrar al lugar del evento. Al día siguiente le hice notar mi descontento por mensajes de texto (aún no existía WhatsApp). Él me respondió intentando explicar el porqué del malentendido y poco a poco la conversación fue cambiando a un tono más alegre”, recuerda ella.
Tiempo después, quizás en un intento por reparar aquel incidente poco feliz, organizaron una cena con varios amigos. Y, sin darse cuenta, en la mitad de la noche, se encontraron riéndose de la situación de la discoteca. “Si nos parecía graciosa la anécdota pensamos ¿qué puede salir mal entre nosotros? Y desde ese instante no nos separamos más”.
Bajo presupuesto y grandes sueños
Poco a poco, además de advertir que tenían muchos gustos en común, coincidieron en que viajar eran una de sus actividades favoritas. Sin prisa pero sin pausa, aquel deseo se fue haciendo realidad. Mientras estudiaban en la universidad viajaron con muy poco presupuesto a Mendoza, Argentina y también al sur del país. Después de haber obtenido sus títulos universitarios -Diego es ingeniero en Sistemas de Información; Ursula en Relaciones Públicas y Publicidad- y haber empezado a trabajar, conocieron Brasil y Chile con sus primeros sueldos.
En el 2016 decidieron que era un buen momento para probar la convivencia y mudarse juntos. “Nos entusiasmamos muchísimo y comenzamos a comprar muebles, a decorar los ambientes y comprar todo tipo de utensilios de cocina. Cinco meses después, durante la cena, después de un día agotador de trabajo para ambos, surgió como muchas otras veces la charla de vivir en el exterior. Nos preguntamos ¿es esto lo que realmente queremos para nuestras vidas?”, dice Diego.
Dos mochilas para recorrer el mundo
Hacía tiempo venían pensando en la necesidad de un cambio de vida. Desde chicos habían tenido pasión por viajar. Cuando comenzaron a trabajar y advirtieron que solo contarían con 14 días al año para viajar, comprendieron que tenían que hacer algo al respecto y encontrarle la vuelta a la rutina para seguir descubriendo el mundo.
“Ambos trabajábamos en oficina con horario de 9 am a 6 pm. Luego, si bien yo comencé a trabajar de forma remota para el exterior, seguía teniendo el mismo horario solo que esta vez desde mi departamento”. Soñaban con vivir en el exterior y charlaban sobre las posibles opciones, como por ejemplo hacer la Work & Holiday en Australia. Pero la realidad era que nunca se habían decidido a planearlo seriamente.
Y fue en esa cena, mientras miraban los muebles nuevos y la vajilla que todavía no habían llegado a usar que se pusieron de acuerdo para vender todo, absolutamente todo y planear su primer viaje sin pasaje de vuelta. Esa noche hicieron el clic y pasaron a la acción. Al día siguiente se anotaron en un curso para rendir un examen de inglés, uno de los requisitos para obtener la visa de vacaciones y trabajo de Australia, el destino elegido.
“Todo paso muy rápido y en enero de 2017 estábamos parados en el aeropuerto sin pasaje de vuelta. Todas nuestras pertenencias entraron en dos mochilas. Sentíamos el corazón al punto de estallar. Por un lado nuestro sueño se volvía real y no dábamos más de la alegría. Pero, por el otro, dejábamos atrás a nuestras familias y amigos sin saber cuándo íbamos a volver a verlos. Eso fue lo que más nos pesó al momento de tomar la decisión porque sabíamos que nos íbamos a perder cumpleaños, casamientos, nacimientos, etc.”.
“¿Es esto lo que queremos para nuestras vidas?”
Sin mirar atrás así fue como durante un año dieron sus primeros pasos en el país de los canguros. Australia fue el punto de quiebre: durante el tiempo que estuvieron en esa tierra descubrieron y comprobaron de primera mano que viajar y trabajar por el mundo no era un sueño inalcanzable sino que día a día se hacía más real. “Cuando finalizó el período de trabajo de la visa que teníamos, decidimos renunciar a nuestros trabajos y hacer un viaje de cuatro meses por el sudeste asiático. Esa fue indudablemente la última pieza que nuestra mente necesitaba para responder a la siempre presente pregunta de ¿es esto lo que realmente queremos para nuestras vidas? Ya no había lugar a dudas u otra respuesta que no fuera: ¡sí, totalmente sí! “.
Entusiasmados con su nueva vida, no dejaron de moverse. A continuación, recorrieron el sudeste asiático durante cuatro meses y visitaron Tailandia, Filipinas, Malasia, Myanmar y Singapur. Cuando se encontraban por finalizar el viaje decidieron hacer una última parada para conocer las Mua Caves en Vietnam. Al llegar a la cima de la montaña, Diego le propuso casamiento a Ursula.
Volvieron a Argentina con los objetivos bien claros: visitar a la familia y los amigos; planear y celebrar el casamiento pero también para reunir las actas que necesitaban para tramitar en Italia la ciudadanía por reconstrucción. “Entendimos que para un nómade digital, tener un pasaporte de la Unión Europea significa tener las puertas abiertas de muchísimos países donde poder viajar y trabajar por periodos largos. ¡Era justo lo que necesitábamos! “.
En septiembre de ese mismo año compraron un pasaje de solo ida y sin saber cuándo volverían a ver a sus familias y amigos. Viajaron a Europa con el objetivo de tramitar nuestra ciudadanía italiana.
Luego de muchas noches sin dormir, con la documentación lista viajaron a Italia. Atravesaron un proceso nada fácil. A finales de 2019 fueron finalmente reconocidos como ciudadanos italianos. “Pero no solo logramos obtener el tan preciado pasaporte que nos abriría muchísimas puertas, sino que eso nos permitió además reencontrarnos con nuestras raíces”.
En el camino descubrieron que eran muchas las personas que se encontraban también viviendo la misma estresante situación. “En internet faltaba información clara y simple. Eso nos inspiró a seguir investigando para crear una sección en nuestro blog Es parte del viaje sobre ciudadanía italiana. Al día de hoy tenemos más de 100 artículos y una guía descargable gratuita sobre esta temática. También respondemos decenas de comentarios por día en nuestros artículos para ayudar a todos las personas que emprendan este camino”. Aclaran que no son gestores, ni brindan asesoramiento personalizado, sino que ofrecen ayuda para que todos puedan tener la oportunidad de contar con información actualizada )que también suben a su cuenta de Instagram). Durante finales del 2019 y principios del 2020 visitaron Croacia, Serbia, Francia, Portugal, Inglaterra, San Marino, Bosnia y España.
“En febrero de 2020 ya comenzamos a darnos cuenta de que algo andaba mal. El mundo estaba aún más patas arriba que de costumbre, por lo que decidimos frenar durante un tiempo y adoptamos a Tailandia como nuestro hogar por casi cinco meses. Cuando nuestra visa estaba a punto de expirar y la Unión Europea volvía a abrir sus fronteras decidimos volver”.
Hoy hacen ya casi seis años desde el día que decidieron empezar una nueva vida. Recorrieron más de 45 países y una incontable cantidad de ciudades y pueblos llenos de gente maravillosa. Siguen aprendiendo día a día y hacen su mayor esfuerzo para viajar responsablemente, conscientes del impacto que generan en el medio ambiente. Ahora están en Bali, Indonesia, hace casi tres meses disfrutando de las maravillas de la isla.
“Ganamos libertad, ya que combinamos nuestra pasión de viajar por el mundo con nuestro trabajo. Esto nos da por ejemplo la posibilidad de ir a la playa o visitar una cascada por ejemplo un martes por la mañana. También ganamos crecimiento personal ya que nos nutrimos todo el tiempo con nuevas culturas e idiomas. ¡El mundo es muy diverso! Finalmente la vida de nómades nos ayudó a comenzar a disfrutar más del presente, a no vivir en piloto automático y valorar las pequeñas cosas de la vida”.
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