Alejandro Keck, ex concejal del partido liberal, habla sin reservas de los inicios del nuevo ministro de Economía en la arena política
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Empezó en la política temprano, a los 15 años, “de abajo”: pegando carteles y haciendo pintadas. Su militancia no era bien vista entre las autoridades del colegio Agustiniano de San Martín. Incluso, recuerdan sus compañeros de clase, alguna vez se quedó dormido después de una noche de pegatinas. Pero Sergio Massa, “el cabezón”, era un alumno brillante, fue varias veces abanderado y siempre estuvo entre los mejores promedios de su división. En 1989 empapeló el centro de la ciudad con la cara de su candidato a presidente: Álvaro Alsogaray.
Todavía era fanático de San Lorenzo cuando se afilió a la Ucedé. La pasión por Tigre recién despertaría algunos años más tarde, cuando conoció a la familia Galmarini. Hizo sus primeros años de militancia con algunos compañeros del Agustiniano. Pero la política nunca entró en el colegio, regido por curas, donde jamás permitieron la creación de un Centro de Estudiantes. Sin embargo, en poco tiempo, Sergio logró reunir un grupo de alrededor de 30 estudiantes, todos liberales, que se juntaban una vez por semana para debatir la actualidad nacional.
Ganó su primera elección en 1989, cuando cursaba el último año de la secundaria y fue elegido presidente de la Junta Secundaria Juvenil de la Ucedé en el distrito San Martín. Poco antes de la votación, afilió a todos sus compañeros de clase, incluso a aquellos que no eran liberales ni les interesaba la política, con lo que se aseguró treinta votos. Al final de año, resultó el mejor promedio de su camada y se ganó el derecho a dar el discurso con el que cerraron la cursada.
Como casi todos los políticos, Sergio Massa también tuvo un padrino. O más de uno. Pero el primero, quien lo llevó de la mano en aquellos años de iniciación, fue Alejandro Keck, que a principios de los 80 se erigió como referente de la Unión del Centro Democrático en San Martín.
Hoy, 35 años más tarde, cuando la Ucedé es solo un recuerdo que muchos prefieren olvidar o esconder, como una mancha en el currículum, Keck rememora los primeros pasos del “superministro” en la política: “Era un muchacho muy despierto, de los que avanzan rápido”, sostiene.
Keck fue dos veces electo concejal de San Martín por la Ucedé. Luego, como muchos liberales, pasó a integrar las filas del peronismo. Más tarde, con María Eugenia Vidal, fue funcionario del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense. Actualmente, es militante del PRO en San Martín, aliado a la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Los comienzos
Al recordar aquellos tiempos, lo primero que viene a la mente del ex concejal es la edad en la que Sergio Massa y él se iniciaron en la política. “Éramos muy jóvenes. Fui electo concejal cuando Alfonsín adelantó las elecciones, en el ‘89, yo tenía 24 años y Sergio 16″.
-Alejandro, ¿recuerda cómo llego Sergio Massa a la Ucedé?
-Sí, hubo una charla para jóvenes de dirigentes de la Ucedé en la que participaron los chicos del colegio Agustiniano, que es donde él cursaba la secundaria. Cuando terminó, Sergio se acercó a preguntar y a partir de ahí fuimos charlando, como hacen todos los dirigentes políticos cuando intentan sumar apoyo.
-¿Qué trabajo hacía en la Ucedé?
-A fines de los 80, cuando aún estaba en el colegio, Sergio fue presidente de la Juventud Secundaria Liberal de San Martín. Lo que hacía era, básicamente, militancia: participar de reuniones. Como éramos todos muy jóvenes, había un espíritu más de amistad, de salir a comer y organizar actividades propias de esa edad.
-Usted le dio su primer trabajo en política.
-Sí, cuando cumplió 18 años lo llevé a trabajar en el Concejo Deliberante. Al mismo tiempo, estudiaba abogacía en la Universidad de Belgrano. Con Sergio fuimos muy cercanos, nos fuimos de vacaciones juntos más de una vez. A Punta del Este, Mar del Plata... Teníamos poca diferencia de edad y nos llevábamos muy bien.
-¿Cómo era Sergio Massa en su juventud?
-Muy despierto. Era de los que avanzaban rápido. Tenía pasta para la política, era de meterse en todos lados, cualquier hueco que encontraba él se metía. Generaba relaciones con todo el mundo.
-¿Cuales eran los ideales que ustedes compartían en ese momento?
-Éramos muy liberales, a tal punto que yo hoy formo parte de los liberales en el Pro. En esa época, era distinto: los jóvenes de la Ucedé éramos realmente liberales, no como es hoy el fenómeno Milei, donde él es liberal y los chicos que lo siguen lo hacen por rebeldía. Los jóvenes de la Ucedé nos formábamos, estudiábamos, había escuelitas de liberalismo donde se enseñaba, se charlaba y debatíamos. Y él [Sergio Massa] formó parte de eso.
-¿Hacían pintadas, pegatinas...?
-Sí. Antes salíamos nosotros a pegar los carteles y colgar pasacalles. Él, también repartía volantes. Sergio detrás de un objetivo es capaz de hacer lo que sea. No tiene problemas. No decía: “Yo papeles no pego”. Siempre fue de poner el cuerpo a las cosas que él quería.
“Escurridizo en sus lealtades”
-¿Hoy le extraña verlo en la vereda opuesta?
-No, porque así como Sergio era muy rápido en generar relaciones, también era muy escurridizo en sus lealtades.
-”Escurridizo en sus lealtades” es una forma sutil de decir...
-No lo voy a decir de otra manera: era escurridizo. Yo lo consideraba una persona confiable, pero después, de un día para otro, arregló con Graciela Caamaño y se fue a militar con ella.
-¿Cómo le avisó a usted que se iba de la Ucedé?
-Es que no me dijo nada, yo me enteré. Se fue, directamente. A mí me dolió, pero entendí porque era momento en que la Ucedé había desaparecido, éramos huérfanos políticos. Y por la influencia de Menem estábamos más cerca del peronismo, que parecía la única solución desde lo partidario.
-Entiendo que primero hubo una reunión con Luis Barrionuevo.
-Sí, Sergio gestionó una reunión con Barrionuevo. Primero nos juntamos un día en la casa de Luis y Graciela Camaño, en Ballester. Barrionuevo nos dijo algo que no me voy a olvidar más: ‘Yo en política tengo todos los indios que necesito, lo que preciso es alguien que se pueda poner un saco y corbata’. Después, fuimos a verlo a Barrionuevo a su casa en Mar del Plata, él estaba jugando al paddle con Herminio Iglesias. Trabajamos un tiempo juntos. Luego, Sergio se fue con Camaño y empezó a trabajar con Palito Ortega.
-¿Lo sorprendió el cambio?
-Sí. Sergio ha sido muy cambiante en sus opiniones, pero también hay que tener en cuenta que la democracia en la Argentina es muy joven y las estructuras políticas no demostraban solidez. En ese contexto, uno iba buscando distintos lugares para hacer lo que le gustaba. Creo que el salto más sorprendente de Sergio es que era recontra hincha de San Lorenzo y de repente aparece recontra hincha de Tigre. Él era fanático de San Lorenzo y nosotros, por cercanía, muchas veces íbamos a ver a Chacarita. Y de repente, de la noche a la mañana, aparece como fanático de Tigre. Creo que este salto le da solidez a esa imagen de cambiante, de panqueque. Como dicen: uno puede cambiar sobre muchas cosas pero nunca de equipo de fútbol.
-¿Cuál era la mayor ambición de Massa en aquél entonces?
-Todos los que estábamos en política soñábamos con ser presidente, gobernador o intendente.
-¿Tenía algún apodo?
-No, le decían Massa porque era una época en la que se llamaba por el apellido.
-¿Hoy mantiene relación con él?
-La última vez que nos cruzamos él estaba en Anses.
-¿Massa lo reconoce a usted como su padrino en la política?
-Mmm... supongo que sí, nunca le pregunté eso. Pero él siempre me trató muy bien, hasta me ofreció abrirme las puertas desde su lado. Siempre tuvo una buena actitud conmigo. Pero nunca volví a trabajar con él porque yo siempre traté de mantenerme más afín a mis ideas originarias.
-¿Cómo lo ve a Massa como nuevo “superministro”?
-Primero, honestamente, no creo que sea un “superministro” porque el Ministerio de Hacienda, Producción, Agricultura, Ganadería y Pesca existió muchas veces, no es algo nuevo. Muchas veces el ministerio tuvo esas denominaciones, sin ir más lejos Cavallo tuvo más poder de lo que él tiene hoy. Todo va a depender de circunstancias muy particulares, que no sé si son factibles para el país con este esquema de gobierno. Lo pongo gráficamente: Alberto está a punto de estrellar el avión y la misión de Sergio es aterrizarlo. Si después, el avión tenía cuatro motores y él lo aterriza con uno, será con uno, pero pienso que su misión básica es esa. Yo no creo que le posibilite al Frente de Todos ganar las próximas elecciones, pero sí a Sergio posicionarse como: “yo no estrellé el avión”.
-Usted lo define “escurridizo en sus lealtades” y “cambiante” en sus opiniones. ¿Cómo cree que afecta esta imagen a Sergio Massa?
-Él no va a poder despegarse de esa imagen. A mí me sorprende que después de tanto recorrido Sergio haya quedado tan marcado con esto. La verdad es que él es muy inteligente y no entiendo cómo no pudo sacarse ese mote, de poder estar con cualquiera en cualquier circunstancia. Creo que por eso la gente no le tiene confianza. Yo no sé si esa desconfianza él la va a poder revertir en esta gestión... La realidad es que Sergio no tiene ningún prurito. Él puede abrazarse hoy con Trump y mañana con Putín y tratar de venderle a los dos lo mismo. Eso, que en algún sentido puede ser visto como una cualidad, cuando la sociedad lo advierte, te califica. Si Sergio hubiera sido vendedor hubiese vendido el obelisco a la mitad de los argentinos. Creo que Sergio es muy inteligente y capaz. Por algo llegó a donde llegó.
Durante su paso por la Ucedé, en el ‘91, Massa fue también jefe de campaña de Alberto Albamonte, cuando el liberal se candidateó para gobernador de la provincia de Buenos Aires. En aquellas elecciones, Eduardo Duhalde, del partido justicialista, fue el elegido. En 1994, Massa abandonó el partido de Álvaro Alsogaray.
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