Es cordobesa, se mudó a una isla en Inglaterra y consiguió trabajo en una casa de la monarquía
Lorena Moreau vivió más de seis años en Londres y hace dos meses se mudó a la Isla de Wight, el lugar que habían elegido John Lennon y Paul McCartney para vivir en la vejez
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Lorena Moreau tiene 40 años, es cordobesa y hace seis años empezó una nueva vida en Inglaterra. En medio de la cuarentena estricta por la pandemia de coronavirus decidió visitar la Isla de Wight, en la costa sur de ese país, y finalmente se instaló allí hace unos dos meses. Por un pequeño olvido terminó trabajando en una casa que perteneció a la monarquía británica; de la Argentina, dice, tuvo la suerte de marcharse desde la tranquilidad y “no de una manera abrupta” como está ocurriendo con muchos jóvenes que deciden partir en busca de nuevas oportunidades.
En estos años, Lorena aprendió la historia de ese país “a pulmón”: fue guía turística en Londres y ahora coordina las visitas guiadas a The Osborne House, el castillo de vacaciones de la reina Victoria y el príncipe Alberto. “Toda la vida me quise ir de la Argentina, por eso fue muy fácil para mí. Siempre quise ver más allá, sabía que la Argentina no era mi lugar, pese a que yo soy defensora de nuestro país, pero mi lugar no estaba ahí”, confiesa a LA NACION. Tras varios meses de indecisión sobre su futuro, echó mano de su ciudadanía italiana para abrirse paso en Europa.
“Me puse a pensar a dónde me iba. Primero pensé en España, porque en Italia no manejo el idioma. Después pensé en Londres y me fui a probar, terminé quedándome seis años y medio. Después del último lockdown, me mudé a la isla”, resume. Hace dos semanas, compartió orgullosa en Twitter las imágenes de su nuevo departamento, que goza de una espectacular vista, y se volvió viral.
Una de las anécdotas más divertidas que atesora de Londres es el encuentro fugaz que tuvo con la Reina Isabel II en medio de su trabajo como guía turística. “Estaba guiando a un grupo por el Palacio de Buckingham, yo a la reina no la había visto antes. Entonces vi que venían un montón de autos negros y la reina Isabel iba en un Rolls Royce. Me puse a gritar: ‘¡Ahí va la reina, la reina!’. Todos se me quedaron viendo, pensando: ‘¿Cómo se supone que trabajás acá?’”, recuerda entre risas.
En el tiempo que vivió en suelo londinense recorrió cientos de veces Cambridge, el Parlamento y la Abadía de Westminster, la catedral de San Pablo, el Tower Bridge, el Soho, Covent Garden y toda la zona de edificios altos que mueven la economía del país, enseñando la historia de Inglaterra. Así fue como también estuvo cerca de Donald Trump cuando todavía era el presidente de Estados Unidos, de la esposa del príncipe Carlos, Camilla Parker Bowles, y de actores como Ramy Malek y Orlando Bloom.
Una de las características que la llevaron a ser guía turística, cuenta, es su facilidad para desenvolverse con las personas, un talento que perfeccionó con las clases de actuación y locución que tomó cuando vivía en Córdoba. Esto, incluso, le sirvió para conseguir su trabajo actual. “Me presenté a una entrevista por una amiga y les dije que no sabía nada [de historia], pero que aprendía rápido. Me dieron el material y les gustó la forma en la que contaba historias y, a partir de ahí, empecé sola a leer más historia de Inglaterra. Fue de caradura”, dice.
Después de algunos años en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, empezó a sentir la necesidad de escapar a un lugar más tranquilo. Como pasó en muchos puntos del globo, la pandemia impulsó la migración hacia el interior del país. “Cuando Londres se empezó a mover y los metros también, pensé que no podía lidiar con eso. Durante el lockdown estuve en la isla y me pareció hermoso todo. Vi que absolutamente todo era más accesible, el alquiler y moverse”, asegura.
En Londres, acceder a una hipoteca o alquiler suele ser más complicado que en otras ciudades de Inglaterra. Por un monoambiente o por una habitación reformada -que, con suerte, tiene baño propio-, los propietarios pueden pedir alrededor de 1000 libras esterlinas. “Es hermoso Londres, tenés una vida linda, rodeada de muchas cosas, pero también es cuesta arriba. Cuando visité la isla por primera vez estuve cuatro días, conocí gente muy copada y pensé que era mi oportunidad de salir del caos. Ahora, en este momento estoy viendo el mar mientras acomodo algunas cosas”, cuenta Lorena.
Con este cambio de vida, sostiene, básicamente está a prueba con ella misma. “Estoy acostumbrada a la selva de cemento, todos los días lo dudo, porque me salta la cosmopolita de adentro. A veces me levanto y digo: ‘Dios mío, podría estar en el teatro en este momento’. Pero después pienso que acá estoy descubriendo cosas nuevas”. A la Isla de Wight llegó con la idea de trabajar en lo que “saliera primero”, pero como una cuestión del destino se encontró con un trabajo similar al que tuvo en la capital británica.
“Apareció la solicitud para empezar a trabajar en la Osborne House. Fue genial, porque me hicieron varias preguntas y dijeron de venderles un libro. En medio de la entrevista me confundí con el nombre del príncipe: dije Alfredo en vez de Alberto, los hice reír y yo pensé que había arruinado la entrevista, pero a la hora me llamaron diciendo que me daban el trabajo. Se ve que les gustó que los hiciera reír”, rememora.
A diferencia de Londres, en la isla le resultó más fácil poder alquilar un departamento para ella sola; lo único que se lo impidió durante más de dos meses fueron los lugares disponibles. “A la persona que me lo mostró se ve que le caí bien, porque me ayudó a conseguirlo. Apliqué para el departamento, porque había otra gente interesada y me pusieron en la lista; da la casualidad que la dueña vivió en la Argentina por dos años y eso fue un plus para mí, porque ahora la señora me quiere conocer. Vio mi perfil y le cerró por todos lados”, extiende.
En Inglaterra, para poder alquilar, los interesados son investigados casi de la misma forma que lo hace un empleador o un banco a la hora de otorgar un crédito. Por ejemplo, se verifica que el futuro inquilino ciertamente cobre lo que declaró en la solicitud, que no tenga deudas o problemas con la policía, y se contacta a los anteriores arrendadores o compañeros de piso para obtener referencias sobre su comportamiento.
The Beatles y la Isla de Wight
En el verano de 1969, The Beatles visitaron la isla durante un legendario festival de música que se celebra todos los años. En esa oportunidad no lo hicieron para subirse a la tarima, sino como espectadores: disfrutaron la presentación de Bob Dylan, que por entonces volvía a los escenarios después de tres años de ausencia.
Lo cierto es que John Lennon y Paul McCartney no eran ajenos al lugar. En el famoso álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, McCartney entona la canción “When I’m Sixty-Four” con una dedicatoria especial a la Isla de Wight. Ambos músicos pensaban que iba a ser su destino una vez retirados, tal como lo piensan muchos de los jubilados que se instalan en la zona.
A la isla se puede acceder en ferry: está a dos horas desde Londres. Según se indica en la página oficial de turismo, hay hasta 200 viajes al día de servicios que operan desde Portsmouth, Southampton y Lymington hasta sus puertos.
“Básicamente esta es una zona de turismo inglés. Si bien hay gente de otros lados, la gran mayoría son del Reino Unido. Todavía no me encontré con argentinos viviendo acá”, sintetiza Lorena desde su nuevo hogar. Todavía tiene fresca su vida en la Argentina, su trabajo en el rubro inmobiliario y su “amor por las tablas”, haciendo musicales y obras de teatro.
“Desde que tengo uso de razón hubo un problema en la Argentina. Yo tuve la suerte de irme desde la tranquilidad y el confort de hacerlo, pero tengo conocidos que se han ido ahora, y sé que no es lo mejor irse de una manera tan abrupta. Pero si se considera que afuera se puede tener una vida mejor que se haga”, concluye.
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