Su vocación de servicio había quedado guardada en un cajón. Pero alguien le sugirió vincularse con su sensibilidad y todo cobró sentido.
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“¿Qué carrera tiene que ver con matemáticas y te da buen dinero?”, le preguntó una tarde a su mamá. Tenía unos ocho años en ese entonces pero ya vislumbraba un futuro donde la profesión y el dinero estuvieran conectados. Criada en una familia de clase media, como sus hermanas mayores le llevaban doce y siete años respectivamente, su vida transcurrió entre adultos y libros -que adoró y a los que se aferró-. Ya desde pequeña, su camino fue diferente al de su entorno porque todos se dedicaban al agro y ella eligió buscar su propia formación.
“De chica era muy buena en matemáticas, y como veía que mis hermanas estudiaban muchísimo pero encontrar un trabajo lucrativo les era muy complejo, le pregunté a mi mamá qué carrera tenía que ver con matemáticas que diera buen dinero. ¡Es que quería ser independiente! Y sabía que agronomía no era para mí”, recuerda Daphnee Mac Grath. Su madre la había educado desde el colegio para que pudiera “arreglarse sola” con algunos temas de dinero. Por ejemplo, los juguetes se compraban con los ahorros que iba recibiendo de regalos de familiares. Y ya a temprana edad comenzó además a dar clases particulares a chicos y animar fiestas infantiles. Lo que estaba claro era que todo lo que fueran gustos, provenían de alguna forma de ahorro personal.
Durante la época de facultad, junto a sus hermanas, llegó a abrir un Instituto de inglés. Era la primera experiencia emprendedora, pero Daphnee quería ser independiente y el primer paso fue iniciar un camino de trabajo corporativo que no tenía antecedentes en su familia. Así dio sus primeros pasos como pasante en la reconocida firma DuPont. Ya egresada de la carrera de Contador Público, entró al Deutsche Bank y luego al Banco de Boston. Su sueño siempre había sido formar parte del mercado de capitales y, de alguna forma, lo había logrado.
Había iniciado su camino profesional en áreas de Control de Gestión y llegado determinado momento sintió que hacer un máster of Business Administration, una maestría que permite desarrollar habilidades de gerencia para alcanzar cargos directivos y con miras a girar hacia Recursos Humanos. “Mi intención era lograr generar un ámbito laboral donde los padres pudiesen tener entornos laborales agradables para que pudieran estar más presentes para sus hijos y así mejorar la sociedad en general. Y como la vida es muy generosa conmigo, entré a trabajar en el IAE para desarrollar el Departamento de reinserción laboral del MBA full time. Allí pasé varios años relacionándome con empresas, presentando a los jóvenes graduados para empezar la carrera de sus sueños. Fueron un sinfín de desafíos porque era un programa inédito en Argentina, con una cultura diferente de contratación”.
Sin embargo, cuanto más estudiaba, más entendía que lo más importante era trabajar en uno mismo. ¿Qué genera que alguien nazca con todas las posibilidades del mundo (casa, comida, estudio, viajes) y otros no? ¿Por qué ella tenía en su época de colegio, más dinero que lo que alguien ganaba trabajando? ¿Qué hacía esa diferencia? Esas eran algunas de las preguntas que nunca habían dejado de resonar en su mente.
Lejos de lo racional
Fue en esos años de arduas jornadas de trabajo que alguien cercano le sugirió investigar otros caminos, lejos del pensamiento racional al que estaba acostumbrada y más cerca de la sensibilidad. “Empecé terapia con una psicóloga gestáltica que me recomendó la respiración holotrópica para profundizar en mi sensibilidad y salir de la mente racional. Ya en el primer taller, pude comprobar el poderoso camino hacia emociones reprimidas que este método representaba.
Entrar en una sala holotrópica significó para Daphnee ver la contracara de la vida cotidiana. Allí sintió que no había máscaras posibles, cada uno entraba en su emoción y manifestaba su sentir frente a un mismo estímulo. “Y en esa genuina expresión de cada uno, se generan lazos de profunda conexión entre los participantes. ¿Cómo no ser sensible al llanto de alguien? ¿Cómo no resonar con la carcajada genuina de otro? Pero mi mente siempre quiere tener una marco para todo lo que hago, y así decidí hacer la formación. Y me sumergí en toda la literatura sobre psicología transpersonal que pude. La combinación mente-cuerpo te permite un proceso de profundísima sanación que vi reflejado en mi propia vida”.
Y así empezó a buscar su lugar. Pero no el impuesto por el mandato, sino aquel donde pudiera unir su profunda vocación de servicio, que había dejado guardada en un cajón, y todos los conocimientos que había adquirido a lo largo de aquellos años. Decidió sumarse a una muy sensible, el cáncer infantil. En ese contexto tuvo la oportunidad de entrar en contacto con el sistema de salud de América Latina. Esa relación púbico-privada, me permitió reconocer mi propio perfil. Por eso decidí tener una experiencia directa en el estado y completé mi camino con roles ejecutivos en el mundo corporativo, el tercer sector y gobierno. Viví en carne propia las adaptaciones personales que hay que hacer para poder lograr gestionar en cada ámbito en pos de los resultados esperados. Alguien mi definió como una antropóloga organizacional y me hizo sentido”.
Como es adentro, es afuera
En esa búsqueda, lo más difícil para Daphnee fue reconocer su propio perfil para lograr conciliar lo que la sociedad pedía laboralmente, y aquello para lo cual ella se formaba voluntariamente. Y en ese camino, un punto crítico fue encontrar los socios indicados y los proveedores cómplices para la construcción de proyectos. “Hoy en día, llegó el tiempo de hablar los temas a los que me he dedicado tanto tiempo a estudiar y que he aprendido a experimentar. Recuerdo la primera vez que decidí abandonar el escritorio para dar órdenes y decirle a mi equipo, ¿en qué te puedo ayudar? Era intuitivo, y hasta contracultural de varios popes que predicaban en los grandes foros de negocios internacionales…. Y hoy es algo que genera una gran novedad porque lo vemos en una serie de TV….”.
Hoy Daphnee asesora y desarrolla proyectos gestionados por valores, y acompaña a personas en sus procesos de transformación. También creó una metodología lúdica que relaciona emociones, valores y formas de vincularse para diseñar acciones de gestión a conciencia del impacto que todo eso tiene en la persona que uno es y será. Desde su pata social es cofundadora de BisBlick, Talento joven, una organización que ha logrado reconocimiento por su detección de jóvenes de alto potencial y bajos recursos económicos para becarlos y acompañarlos en su proceso de llegar a ser los primeros profesionales de sus familias que, además, logran trabajar de lo que estudiaron.
Todo eso fue sucediendo mientras indagaba la enseñanza budista “como es adentro es afuera”. Ya en 2020, en plena pandemia, sintió que la vida la había sentado en un banquito y la cuidaba. Todo había empezado a cobrar sentido. “Y acá estoy. Aprendiendo instante a instante pero desde un lugar interno mucho más parecido a la felicidad de lo que es. Más allá de que aún haya sueños no cumplidos, se presentarán si son para un bien mayor. Si no, será que aún no es el tiempo correcto…. Y así continúo en un eterno proceso donde el próximo capítulo no es producto del azar sino de mi propio camino de evolución”.
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