Aficionado a los trenes a escala, soñó con un proyecto que, ante la pandemia su espíritu emprendedor desafió y concretó
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Como todas las gestas, pequeñas o grandes, todo empezó con una idea, un sueño. La concreción de esa idea hoy tiene nombre y forma: se llama Train Bistró, un restaurante temático único en su género en el que la comida no llega a las mesas en las bandejas de los mozos sino en impactantes minitrenes.
El viaje empezó hace muchos años, probablemente cuando a Carlos Molina (59), -creador, emprendedor, especialista en tecnología y coleccionista aficionado a los trenes a escala- sus padres le regalaron el primer tren Marklin, entonces tenía 4 años. “En aquella época mi padre viajó a Europa y nos trajo a mí y a mi hermano un Scalextric y un tren eléctrico, una grúa y dos locomotoras. ¡Era como tener una PlayStation en ese momento! Venían todos nuestros amigos a casa a jugar. En esa habitación, que mi padre había acondicionado especialmente para que nosotros nos divirtiéramos, pasé muchos años de mi infancia y aprendí un poco de electricidad, de manejo y, sin dudas, ahí empezó mi afición por los trenes”.
En concreto, fue hace una década que la idea de montar un restaurante con trenes empezó a rodar en su mente y, paradójicamente, el sueño le quitó horas para dormir. Molina es argentino, del barrio de Flores, en la ciudad de Buenos Aires, pero está radicado en México. Allí llegó en principio en 2001, empujado por la crisis económica argentina y por la necesidad de tener un trabajo estable sin los altibajos típicos del país. “En ese momento vivía 15 días en cada país, iba y volvía de Argentina a México y en el sentido opuesto. Todo resultó fascinante al comienzo pero luego de varios años, con hijos chicos en ese entonces, me resultó una movida muy extenuante. Empecé a odiar los aviones, los aeropuertos, a las azafatas”.
300 metros de vías y vagones con comida
Luego de probar suerte, una vez más, en Argentina, finalmente Molina optó por lo seguro. A fines de 2019 decidió instalarse en México. Buscaba estabilidad y tranquilidad. Se propuso hacerse cargo de la pata de la empresa que dirige y que se especializa en el desarrollo de productos de informática para la industria de turismo y que había armado en el país vecino con un socio. En forma paralela, su espíritu emprendedor lo llevó a poner en marcha un plan para dar forma al ambicioso proyecto de trenes allí, en el DF, donde se convirtió rápidamente en éxito y en franquicia codiciada.
“Empecé a bajar a tierra mi idea de un restaurante con trenes. Me di cuenta de que Train Bistró es un concepto nuevo, distinto. Es un restaurante inmersivo. Hay en el mundo lugares que entregan bebidas en vagones, pero esto es muchísimo más. Es cien por ciento temático, ambientado en una estación de tren europea de los años 40, con espacio para poner la maleta arriba y donde todo llega directamente de la cocina a las mesas a través de trenes”.
Los trenes que menciona Molina son hechos a escala (específicamente en escala G, la comercial más grande que existe) y recorren un complejo y vistoso sistema de vías que cubren gran parte de los 650 metros cuadrados que ocupa Train Bistró en el Paseo Interlomas, un enorme Centro Comercial en una zona ABC1 del Estado de México, de alto poder adquisitivo y rodeado de colegios que aún permanecen cerrados por la pandemia.
“Fue todo un desafío armar un circuito que requiere de 300 metros de vías y diseñar vagones que puedan llevar comida y bebida a las mesas sin que nada se derrame, ¡y a tiempo!. Esas adaptaciones las hicimos en Argentina: diseñamos un vagón que tiene un centro de gravedad muy bajo, lo que le da una estabilidad espectacular para que nada se vuelque”, cuenta Molina que, además de ferromodelista apasionado y emprendedor, es licenciado en Sistemas, director de ventas de una multinacional del rubro y responsable además del complejo sistema computarizado que permite que las 12 locomotoras vayan y vengan con sus más de 30 vagones de doble piso. Horas y horas de cálculos, pruebas y una instalación con ¡2 km de cables! “Es un restaurante, pero al estilo Disney”, exclama Molina con indisimulable satisfacción.
Train Bistró tiene cuatro zonas diferentes: el restaurante en sí, una cafetería estilo francés, el shop o tienda donde los clientes se pueden llevar souvenirs y juegos de inicio de ferromodelismo (es distribuidor oficial de marcas globales como Marklin, Trix y LGB) y un Kids Club, donde los chicos pueden jugar con los propios trencitos.
Emprender ante la pandemia
Claro que al derrotero del tren no le faltaron obstáculos. Según relata su creador, cuando esa idea soñada estaba a punto de concretarse surgió la pandemia que amenazó con dejar al emprendimiento en vía muerta. Pero Molina le encontró la vuelta: “entendí que teníamos un concepto que se adaptaba perfectamente a la nueva normalidad. Primero, la comida llega en tren directo de la cocina a la mesa, sin intermediarios; y además el diseño de las mesas y el salón hace que los comensales estén sentados en asientos que son como camarotes antiguos, separados de las otras mesas y protegidos por mamparas de acrílico. Con lo cual, Train Bistró es además un restaurante Covid Free”.
Molina relata también que la hamburguesa Big Boy (que debe su nombre a una emblemática locomotora de EE.UU) y la pizza Ludmila (locomotora alemana) se convirtieron en los platos estrellas del restó y que en el café arrasa el Pastel Andén del Cielo (delicia de hojaldre y crema pastelera) como preferido. Sobre la inversión mensurable, puede decirse que rondó los US$ 400.000 y según cuenta Molina con reserva, tanto en México como en Estados Unidos, hay grandes interesados en sumar la franquicia de Train Bistró. “Tuve mucho tiempo esta idea en la cabeza y realmente me encantaría poder armar un restaurante así en Buenos Aires. Quiero que mi familia, mis amigos y todos puedan disfrutar esta experiencia única en el mundo. Sé que es difícil, pero me gusta soñar y creer que los sueños pueden hacerse realidad”.
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