De Los Ángeles hasta Australia, sus fotos y videos dan la vuelta al mundo
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Jacinta Lagos (37) es Argentina pero vive en Estados Unidos. Desde hace cuatro años que su pasión cambió y se dedica a filmar partos. Fue testigo de numerosos nacimientos que quedan registrados en su cámara y en su corazón. Como el de aquella mamá que iba a tener un parto domiciliario de su séptimo hijo pero a mitad del embarazo le descubrieron un tumor en la hipófisis, “es la glándula en el cerebro que produce todas las hormonas necesarias para el trabajo de parto y el parto, entonces lo tuvo que tener en el hospital con una inducción interminable y super difícil por sus medicaciones. Aprendí mucho de ella y en ese momento yo pensaba que este día iba a ser para recordar”, relata Jacinta, y así lo fue. Aquella mamá se adaptó a los cambios de planes que la vida le proponía, y durante las horas que compartieron en aquella habitación del hospital ella le explicaba a Jacinta todo lo que podía pasarle en medio del trabajo de parto a raíz de su tumor, un posible derrame postparto y la leche materna que llevó por las dudas. “Vos estás acá y quiero que registres todo por si yo no estoy para que se lo muestres al bebé. Era todo muy incierto, fueron 24hs de aprendizaje puro de cosas que marcaron mi carrera y mi vida”, se sincera Jacinta. El parto salió bien, madre e hijas estuvieron sanas. Pero tres meses después Jacinta recibió un mensaje de aquella madre luchadora: su bebita falleció de muerte súbita. “Fue un cierre totalmente inesperado a la historia, mi trabajo cobró un valor distinto. Una de las fotos de ese nacimiento recorrió el mundo, tiene premios por todos lados sin saber la historia, es una foto que vos la ves y es una más, pero tiene algo especial”, relata emocionada.
“Entré y me di cuenta de que el bebé iba a nacer”
Cada parto es un mundo en sí mismo y así fue cuando Jacinta estaba embarazada de 33 semanas de su tercera hija y le escribió una mamá que iba a tener su segundo hijo y había roto bolsa. Como el parto era en Chicago y Jacinta tenía una hora y media de viaje decidió salir con tiempo. Cuando llegó las contracciones eran cada diez minutos pero en sus gestos y sonidos se adivinaba que eran intensas. “Le dije que hablara con la partera, yo aprendí a interpretar los signos de una mamá en trabajo de parto, si puede hablar o no, sus caras, sus facciones, qué sonido hace, cómo tolera las contracciones, aprendés a interpretar el trabajo de parto sin el famoso centímetro de dilatación, sino que empezás a entender y para mí eran contracciones muy intensas aunque separadas”, recuerda.
Decidió darles un poco de espacio a la familia y se fue a almorzar y caminar un rato con su gran panza de embarazada. Cuando volvió se quedó adentro del auto en la puerta de la casa hasta que sonó el celular: “Me llama el marido y me dice que ella quería ir al hospital porque no aguantaba más, le dije que llamara a la partera porque todo estaba tomando velocidad. Cuando entré a la casa ella estaba claramente en transición que es el momento en el que pasás del trabajo de parto a la última etapa donde el bebé está bajando y está por nacer. Le dije que llamaran a la ambulancia pero que había muchas probabilidades de que el bebé naciera en la ambulancia o ahí en el living”, cuenta entre risas aún sin poder creerlo al recordar lo que sucedió aquel día. Al darse cuenta de lo que estaba sucediendo Jacinta puso a grabar la cámara, “con mucha calma porque entendía que no pasaba nada, que solo era un bebé que estaba por nacer, no había que tener pánico y en cada contracción ella hacía todos los sonidos y todo lo que una mamá a punto de tener un bebé hace. Le dije “si me permitís yo te voy a ayudar, te voy a acompañar, estás segura”. Ella estaba muy alterada porque no entendía lo que estaba pasando, así que le dije “te voy a bajar los pantalones y quiero que respires porque tu bebé está por nacer. Y nació, justo cuando salió llegaron los paramédicos y todo salió perfecto”, recuerda Jacinta de aquel parto que la sorprendió.
Una vocación familiar desde la infancia
Oriunda de Bella Vista, desde que Jacinta tiene uso de razón que le parece fascinante lo que sucede con la filmación de videos: “esa opción de tener imágenes en movimiento para la eternidad, me parece mágico, muy loco que el día de mañana cualquier persona pueda ver y escuchar algo que pasó hace mucho tiempo”, admite Jacinta fascinada. Ese gusto lo comparte con su papá y su hermano, en su casa siempre hubo una cámara y ,desde chica, Jacinta la llevaba a las excursiones del colegio, al viaje de egresados, hacía videos para los 15 de sus amigas o la despedida de una de ellas a Córdoba. “Estamos hablando de VHS, de la cámara enorme con el casette también enorme, eran otras épocas”, recuerda.
Cuando egresó estudió dos años de psicología pero aunque no lo sabía esa no era su vocación. A lo que se debía dedicar le llegó, como sucede a veces, un poco por casualidad: su hermano le pidió si podía filmar el casamiento de un amigo así él disfrutaba del evento. Después le pidió ayuda en otro, y en otro, hasta que un día alguien la llamó y le dijo: “No voy a tener video del casamiento pero ¿podés venir a filmar la iglesia?”, Jacinta había descubierto que, además de filmar, podía editar, entonces le ofreció editar un mini video de la iglesia para pasar durante la fiesta, ¿el resultado? “todos flashearon, una amiga de la novia me contactó para pedirme lo mismo y así empezó el boca en boca de que yo hacía videos de casamientos. Era algo que me encantaba porque tenía la parte de video, edición y musicalización, y la parte social de conocer gente”, cuenta Jacinta de un recorrido que duró 11 años de crear recuerdos de casamientos.
En el 2014 nació su primer hijo y durante el embarazo fue grabando momentos importantes como cuando le contó a su marido del test positivo, las ecografías, el armado de la habitación, “siempre tuve la idea de armar una especie de video documental que contara ese camino a la maternidad, cuando fue mi turno mi partera filmó con el celular un poquito y para el primer cumpleaños armé un video y pensé en cómo me gustaría darle una vuelta para que sea una salida laboral”, confiesa Jacinta que, en ese momento, no sabía que unos años después su sueño se iba a hacer realidad.
En el 2016 nació su segundo hijo y a los diez meses se fueron a vivir, por cuestiones laborales de su marido, a Racine, Wisconsin, Estados Unidos. Para ese entonces los casamientos le demandaban mucho tiempo, estaba cansada y sentía que se perdía de estar con sus hijos. Entonces aprovechó la mudanza para hacer un cambio de rumbo: guardó la cámara en un placard y después la vendió: “No voy a hacer nada más con esto”, se dijo, y así fue como en Estados Unidos comenzó un emprendimiento de repostería junto a una amiga.
Internet le marcó el rumbo
Aunque parecía que su historia era otra, en septiembre de 2019 mientras navegaba por internet vio un video, “era el camino de una familia en el día del parto, lo que pasaba antes y el trabajo de parto; ahí mismo tuve un momento de iluminación y dije es esto. La llamé a mi amiga y socia, le expliqué lo que me acababa de pasar, lo entendió perfecto y con la división del dinero del negocio me compré mis equipos”, recuerda Jacinta. Con esa pasión que se había vuelto a activar se creó una nueva casilla de mail y empezó a escribir a todos los de la zona: “Buscaba en Google nombre de parteras, doulas, obstetras, clínicas de fertilidad, lugares de ecografías 4D, y con todos me presentaba: Hola soy Jacinta, quiero hacer esto, no tengo experiencia pero sí haciendo casamientos. Les contaba muy honestamente cuál era mi plan y ofrecía trabajar gratis con el objetivo de tener material para mostrar y empezar a promocionar. Habré mandado, por ejemplo, 1000 mails y 998 fueron respuestas negativas o no respondieron”, cuenta Jacinta.
Las personas que marcaron la diferencia
Pero dos personas sí respondieron: una fue la dueña de un centro de partos “es un sistema que en Argentina no existe. Es un centro atendido por parteras que están fuera del sistema de salud, no tienen médicos, sí parteras que atienden en habitaciones acondicionadas para tener los partos de manera natural sin intervención. Ella me propuso sortear mi servicio en un evento de inauguración de un banco de leche materna. Curiosamente cinco años después mi tercera hija nació en ese centro”, cuenta Jacinta. La otra persona que la contactó fue una doula que tenía una mamá para un parto domiciliario el próximo mes, y otra mamá para dos meses después con un parto en el hospital: ellas fueron sus primeras clientas.
“Mi única experiencia de partos fueron los míos y mi primer parto domiciliario fue completamente distinto al que vivió ella: luces tenues, música, nadie le decía lo que había que hacer ni cómo, estaba en una posición que definitivamente no era la que yo conocía arriba de una camilla medio acostada. Entonces me pareció maravilloso, no me dio impresión sino que estaba flasheada, no podía creer que se pudiera parir así”, recuerda con emoción.
De Nike al primer puesto en Australia
Para fines de diciembre ya tenía varios partos filmados con previa autorización de las familias para la difusión. De a poco se fue haciendo su lugar dentro de la comunidad, con la llegada de la pandemia la entrada a los hospitales estaba prohibida pero Jacinta no dejó de trabajar: filmaba partos domiciliarios y en el centro de partos. Mientras tanto, hizo el curso de doula para conocer más del proceso: “Quería tener una presencia desde otro lugar, te hace entender un montón de cosas. Mi trabajo de doula lo hago para una ONG que brinda servicio de doulas a mamás de la comunidad negra que son las que tienen partos más traumáticos y complicados porque hay un problema de racismo enorme, yo soy parte de ese programa y doy soporte de doula a mamás latinas”, cuenta. Además, hizo un curso en un organismo de fotógrafos de partos de todo el mundo y hoy da cursos ahí.
“Fui ganando distintos premios y reconocimientos, ver mis fotos en revistas, o que me contacten de empresas grandes para usar alguna de mis imágenes es un lindo mimo, no me la creo y no se me sube a la cabeza pero es lindo”, dice Jacinta con cierta humildad. Para su sorpresa en el 2020 la llamaron de una agencia de Los Ángeles porque querían usar un pedazo chiquito de uno de sus videos para una publicidad de Nike. Jacinta había comenzado hacía menos de un año y no podía creerlo.
El año pasado ganó el primer puesto como Videografa de partos en un concurso Internacional de Australia y quedó en el top 5 de fotógrafas del sector de ese año. Fue el documental de aquella madre que tenía un tumor en la cabeza, la vida le dio un giro inesperado que la hizo ganar ese primer puesto.
“Yo creo que nunca me voy a dejar de maravillar, cada vez que nace un bebé se me hace un nudo en la garganta, más allá de observar o de ser testigo de ese parto, la energía que se vive en un momento así donde la vida se abre paso y una persona nueva que no existía antes está entrando al mundo es una atmósfera muy particular, muy especial. Me subo al auto y capaz tengo que manejar hora y media en medio de la noche a mi casa pero estoy con una adrenalina y una oxitocina, me voy llena de vida y feliz, no solo por el parto sino porque no puedo creer que esto es mi trabajo”, concluye Jacinta emocionada.
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