Es adoptado y conoció a su mamá a los 33: "Vivía mucho más cerca de lo que siempre imaginé"
El domingo 29 de Mayo de 2016 no fue un día más en la vida de Leandro Ghiorzo (38) que desde que era muy chiquito sabía que era adoptado. Esa tarde estaba a punto de conocer a su mamá biológica, Moni, con quien no tenía ningún rencor sino unas infinitas ganas de agradecerle por haberlo tenido pese a que había quedado embarazada a los 14 años.
A Leandro le habían dicho que ese día fuera a la casa de su abuela. Una tía le pasó la ubicación y salió rumbo a ese destino. En el viaje, cuenta, intentaba no pensar en nada, sino estar muy pendiente del aquí y del ahora para poder vivir más plenamente el momento sin que la mente le jugara en contra.
El origen de la búsqueda
Cuando nació su primera hija, Delfina, la intriga por su familia biológica comenzó a aparecer. Desde el momento en que la vio, Leandro se puso a pensar sobre qué parecido físico tendría con sus padres biológicos. "Me hacía reflexionar sobre la posibilidad de en algún momento comenzar la búsqueda, pero era una posibilidad muy lejana ya que aún no me sentía preparado para encarar ese camino, aún no sentía que era el momento y, sobretodo, sentía que podía llegar a lastimar a mis padres. Luego de un buen tiempo los miedos comenzaron a disiparse y la intriga fue mayor, pero no se hizo efectiva sino hasta el nacimiento de mi segunda hija, Felicitas. En ese momento es donde me puse a pensar en qué situación debería estar yo para darla en adopción para dentro de ese preciso instante dejar de verla para siempre, y ahí fue donde la intriga se agudizó, ahí fue donde comencé a imaginar que, quizás, habría una persona que hacía 33 años no dormía del todo tranquila o, tal vez, no podría conciliar su vida sabiendo que tuvo un hijo y pasaron muchos años sin saber que sería de su vida", recuerda.
Leandro siempre supo que había nacido el 5 de Setiembre de 1982 en la ciudad de Concordia, Entre Ríos, en la maternidad del viejo Hospital Felipe Heras, cerca de las 6.30, con 2,600 kg y que su madre biológica lo había dado en adopción.
"Al parecer, el embarazo fue producto de una relación adúltera. Mi padre era marido de la hermana mayor de Moni. Para evitar mayores disgustos familiares es que se escondió el embarazo para que mi abuelo no tomara represalias. Entonces, Moni fue enviada de criada a la casa de un doctor que la cuidó durante el embarazo. Por esas cosas del universo o de la gracia divina, mis padres, Carlos y Cristina, se habían anotado en la lista del hospital para ser padres adoptivos y al momento de mi nacimiento se encontraban primeros en la lista. A pocas horas de haber nacido, mis padres llegaron a mi encuentro, desde ese momento comencé a recibir su amor incondicional, un amor tan puro como el agua de un glaciar y tan abrumante como el mismo sol. Este cariño que con los años fue creciendo de ambos lados, forjando una de las sentidas relaciones que tengo, con gratitud, respeto y devoción de ambas partes. Desde que nací, siempre me han contado la verdad, supe que no había salido del vientre de mi mamá, sino del de otra señora a la que siempre me enseñaron a estarle agradecido por permitirnos la posibilidad de ser una familia, así que siempre lo estuve", se emociona.
"Moni vivía mucho más cerca de lo que siempre imaginé"
Cuando Leandro decidió comenzar la búsqueda, Carlos y Cristina, sus viejos como él mismo los llama, consiguieron el acta de nacimiento en el que figuraba el nombre de su mamá biológica: Mónica E. Rodríguez, de 15 años y el dato del parador rural de donde era.
"Para ese mismo momento yo me encontraba en una oficina de ANSES iniciando una jubilación de un cliente y un empleado conmovido con mi historia me dijo que le diera el nombre que estaba buscando para ver qué encontraba. Yo le dije la edad que podría tener, el nombre y la primera mujer que salió vivía en Capital Federal, pero siempre pensé que ella seguiría viviendo en el interior así que me guardé el papel juntamente con los otros que salieron. Al salir del lugar me fui a un café y empecé a analizar la documentación que me habían dado en ANSES. En ese momento me llamaron mis viejos para contarme que habían obtenido unos datos que coincidían perfectamente con los me habían mostrado hacía unos minutos. Al parecer, Moni vivía mucho más cerca de lo que siempre imaginé".
Luego de tener los datos comenzaba una nueva etapa de búsqueda, la etapa real. Entonces, lo primero que hizo fue buscar en la redes sociales, mirando fotos para encontrar algún parecido. "En una de esas me encontré con una foto de una señora en donde quién la publicaba se llamaba Mónica Rodríguez y decía: ´Mamá: hace 33 años que vas a Luján todos los años para rezar por todos nosotros´ y eso me resonó mucho y el corazón se me salió del pecho. Seguí mirando fotos de esa familia y me encontré con una mía, me quedé estupefacto, aunque en realidad no era una foto mía, sino la de un primo que era igual a mí cuando era adolescente".
Una emotiva carta
Enseguida, Leandro pudo ver, por primera vez, una foto de la mujer que lo había traído el mundo. Y confiesa que cuando vio su sonrisa lo trasladó inmediatamente a una foto suya de bebé. "En ese instante sentí muchas cosas, primero alivio de haberla encontrado, luego incertidumbre porque recién ahí me percaté que podía encontrarla no solo a ella, sino a toda la familia y me temblaron un poco las piernas".
Entonces, Leandro se contactó con sus tíos biológicos Norma y Ramón, pero como habían pasado más de dos meses y ninguno de ellos encontraba el momento y la forma de hablar con Moni, se le ocurrió escribirle una emotiva carta.
Sin lugar a dudas esta es la carta más esperanzadora que alguna vez escribí, digo esperanzadora por todo lo que puede haber detrás de ella. Sé que tu vida fue siempre muy difícil, has sorteado momentos muy difíciles, pero quizás sea momento de dejarlos de una buena vez atrás y comenzar a celebrar la vida. Gratitud… que gran palabra… fue ella la que me abrió camino hacia vos. Voy dando cada paso queriendo ser un hombre íntegro e intentando ser mejor persona cada día. Hoy llego hasta vos para hacerte saber que solo tengo palabras de agradecimiento por haberme dado la vida. Hoy es hora de que cerremos una etapa para comenzar otra, va a ser todo muy fuerte para todos, pero estoy dispuesto a dar el paso, tengo el apoyo de mi familia. Tendrás un millón de sentimientos unidos en este momento, sé que es muy fuerte, por eso no quise tocarte timbre y tirarte la noticia tan de repente, sino que decidí primero contactar a tus hermanos y ellos me guiaron a vos. Te dejo un beso enorme y espero verte pronto, ahí Norma tiene todos mis contactos para cuando decidas contactarme. Un feliz y enorme abrazo.
Un abrazo interminable
Por fin, había llegado el día para que Leandro conociera a Moni. Y Moni a Leandro. "Al ingresar, mi tía me tomó de la mano muy cariñosamente y me dijo ´quédate acá que ya viene´ y se fue por una puerta. Cuando me di vuelta de otra puerta que se abrió salió Moni. Nos miramos, sonreímos y nos fundimos en un abrazo, lágrimas, nervios y mucha emoción inundó la habitación. Cuando la vi sentí muchas cosas. Lo primero fue plenitud, luego emoción y gratitud para con ella y fundamentalmente para con Dios y con la vida. Fue un abrazo que duró 33 años con todos los matices de la vida misma". Al rato, se sumaron más familiares y terminaron tomando mate con torta fritas.
Dos hermanos, la inesperada yapa de su búsqueda
Luego de esa primera vez con Moni, cuenta Leandro, comenzaron a hablar con frecuencia y lo primero que ella quiso fue que él conociera a sus hermanos: Camila y Thiago. "La verdad que eso no me lo esperaba, yo tengo a mi hermana Calu con la que tengo devoción y que de esta búsqueda me haya dado más hermanos me dio felicidad, pero también miedo de que Calu se sintiera mal. Entonces, un día fuimos a tomar un café al Tigre, le conté todo lo que pasaba y ella me dijo algo me que dio una confianza plena: ´Yo voy a ser tu hermana siempre en esta o en cualquier familia, eso no va a cambiar jamás´".
Leandro relata la emoción al conocer a Cami (17) y a Thiago (9). "Fue increíble, realmente hermoso, conocerlos lo tomé como un premio por encarar toda la búsqueda con amor. Tanto Cami como Thiago son adorables, los quiero un montón desde que los vi, son bien ´Xeneixes´ como yo y se nota que Moni ha sido tan excelente madre para con ellos como mi mamá lo fue para conmigo", se emociona una vez más.
Leandro, que es abogado, cuenta que con Moni hablan por teléfono o por WhatsAPP todas las semanas, se mandan fotos y, principalmente, disfrutan de esta segunda oportunidad que les dio la vida. "Tratamos de no etiquetar mucho ni de pensar en el pasado, hoy estamos unidos y eso es lo que importa. Para mí que me inviten al cumple de 15 de mi hermana significó mucho porque fue como aceptarnos frente a todos, lo mismo que mis viejos no tengan drama en que ella venga al cumple de mi hija. Ese día toqué el cielo con las manos, ese día me sentí íntegro de una nueva manera, ahí se me unificó todo".
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