Erika Halvorsen: "La mujer que sigue su deseo es condenada por otras"
Autora de El hilo rojo, la novela que inspiró la película, construyó una sólida carrera en teatro y busca consolidarse ahora en televisión
Viste un tapado rojo, el color que por estos días lo está impregnando todo: su novela El hilo rojo fue la que inspiró la película que acaba de estrenarse. Aunque no tuvo participación alguna en la versión cinematográfica, Erika Halvorsen está pendiente de ese "hijo" que dio en adopción y que conocerá recién cuando se siente en la butaca de un cine y vea como espectadora esa criatura que gestó, pero que no crió en absoluto. Autora y directora teatral, guionista de televisión y ahora novelista, sin duda Erika está más pendiente del ranking de libros -donde alcanzó el primer puesto de los más vendidos- que de la taquilla. "Me intriga ver qué tomaron del original, no sé cómo quedó. Es un proyecto que parí hace años y cuando uno lo entrega y lo cede es como un hijo que diste en adopción. Uno ve cómo crece, cómo se va criando a través de las redes sociales. La película es como una remake yanqui, es otra cosa. A mí me queda el libro, que es lo que me identifica. Siempre lo pensé con más bajo perfil. De hecho, lo presenté en Río Gallegos, mi lugar, casi sin nada de prensa."
-Mientras escribías la novela, ¿vislumbrabas la posibilidad de que fuera una película?
-En realidad siempre fue una película; de hecho, primero lo escribí como un guión. Pero cuando empecé a redactarlo surgió casi naturalmente la novela. Necesitaba escuchar las voces de los personajes en profundidad. Llevé la idea a Sudamericana y la salida del libro siempre quedaba supeditada a que se hiciera la película. En el momento en que lo escribí había otros productores y actores que iban a hacerla, pero se bajaron del proyecto por el tema de las trabas a las importaciones. Quedó ahí, hasta que otra productora dio con el guión que yo había escrito y lo quiso hacer. Tomaron mi guión como punto de partida e hicieron su versión. Yo autoricé los cambios y fui muy flexible porque no quería que quedara en un cajón y, además, estaba la novela, que quería que saliera.
-¿Estás preparada para la decepción?
-Suelto bastante porque vengo del teatro, que es colectivo. Cuando uno escribe para la acción, pasa por muchos filtros e interpretaciones. Me gusta la onda expansiva, el contagio, la pasión. Y siempre es un aprendizaje ver qué cosas tomó el otro. Si viniera de la literatura, que es un trabajo más solitario, seguramente sería distinto.
-¿Hay algo autorreferencial?
-Sí, hay cosas, pero no en la historia principal. No conocí a nadie en un avión. Pero sí en las dudas que tienen los protagonistas. Ahora me doy cuenta de que es más autorreferencial de lo que yo pensaba en el momento en que lo escribí, que fue hace tres años. Pero lo que más me interesó contar es la relación que uno tiene con el deseo. Hay algo de la relación de la mujer con el deseo que me parece interesante mostrar. Una mujer se casa, tiene hijos y es como si se anestesiara, como si tuviera que vaciarse de deseo. Y la mujer que sigue su deseo es condenada por otras mujeres. La obra te empieza a interpelar: ¿dónde pongo yo ese deseo?
-También un lugar común es pensar que seguir tu deseo te va a hacer más feliz, pero no siempre es así.
-Claro, seguir el deseo no es sinónimo de felicidad. Muchas veces te hace infeliz. Te quema por dentro. Yo me vine acá a los 17 años desde el Sur siguiendo un deseo, seguir mi vocación. Muchas veces la pasaba mal, pero ese deseo que me trajo hasta acá me quemaba tanto, me mantenía viva. Todo parte de un deseo, es el gran motor. La gran pregunta de la novela es ¿qué es la infidelidad? ¿Ser infiel con mi propio deseo o con alguien a quien le prometí exclusividad? El deseo es triangular, los hombres se lo permiten mucho más.
-¿Cuál es la diferencia entre escribir una novela y algo para la acción?
-Yo descubrí que la novela es un espacio de intimidad con el lector, por eso mismo me permito usar palabras de la intimidad. Por ejemplo, el encuentro sexual no admite metáforas, son esas palabras que usamos todos. En la tele no las puedo utilizar. Por eso en el libro me despaché con todo [risas].
-Empezaste a escribir la novela en pleno furor de Cincuenta sombras de Grey, ¿nació de ahí la idea de hacer una novela erótica?
-No leí la trilogía, obviamente sé de qué se trata. Ahí apelaban a una fantasía, el sadomasoquismo. Pero esto que narro es muy real, nada de lo que hacen los protagonistas es algo que no hagamos todos. El sexo es natural, cotidiano y democrático. Es muy animal y me gustó poder usar ese lenguaje llano. Es liberador, es llamar a las cosas como son.
-En el teatro construiste una trayectoria como autora y directora de biodramas, ¿de qué se trata ese género?
-No es un término mío. Yo hago teatro documental y testimonial. Me interesa la vida real, me inspira lo real. Como los casos de Vicky Donda y Victoria Grigena, que sirvieron de inspiración para Vic & Vic, que se presentó en Teatro x la Identidad, Son historias muy fuertes donde no hay que agregarle ficción. Lo mismo con Hija de Dios, el unipersonal de Dalma Maradona, o con Ser ellas, la obra que repasa la vida de Frida Kahlo, Simone de Beauvoir y Eva Duarte. Me interesa rescatar historias reales. Me gustaría contar las historias de las chicas trans, mostrar una persona que transformó su realidad. Me gusta responder a la pregunta ¿cómo sería hacer de tu vida un espectáculo? Que uno pueda hacer de su vida una obra me parece fascinante. Me parte la cabeza la gente que en un momento decidió hacer algo. Una persona con un deseo le puede cambiar la vida a mucha gente.
-Dalma Maradona, con la que hiciste Hija de Dios, no responde a ninguna de esas características que mencionás. ¿Qué te inspiró de ella?
-Dalma tiene hambre. Trabajé con ella en la obra Fuimos todos y es un elemento grupal que tira para adelante. Esté eclipsada por ese apellido. Es actriz y tiene talento, pero la gente tiene un prejuicio. Con ella trabajaría siempre. Me gusta trabajar con gente prejuzgada [risas].
-Dijiste que como autora sos tirana, ¿cómo directora también?
-En el papel sos tirano porque en el momento que escribís tomás todas las decisiones sin negociar con nadie. Pero como directora trato de que la obra se me vaya revelando y me sorprenda. Intento no tener todo tan claro de entrada. Y escucho bastante al actor.
-¿Sentís que todavía no terminaste de explotar tu capacidad como autora de televisión?
-Mi primer guión fue para Amanda O, que en realidad era una serie multiplataforma. Después de ahí trabajé como colaboradora de otros autores en varias ficciones, pero mi nombre no aparecía. Amar después de amar es mi primer protagónico autoral, donde formo equipo con Gonzalo Demaría. Ya está todo escrito. Va a salir por Telefé y va a estar protagonizada por Mariano Martínez, Isabel Macedo, Eleonora Wexler y Federico Amador. Ahí también el gran tema es el deseo. Es algo que me atraviesa.
-¿Que ya esté todo escrito es mejor? No te da la posibilidad de pegar el volantazo.
-Es mucho mejor para el producto. Así se benefician todos: hacer cambios sobre la marcha caotiza, psicotiza, aliena, y no estoy preparada para eso. Si un trabajo te saca las ganas de escribir, te sacan todo. El nombre es todo lo que tiene un autor. Si yo firmo, tengo que estar conforme. Le pongo el alma a lo que escribo.
-Más de la mitad de tu vida ya la pasaste en Buenos Aires. ¿Qué cosas extrañás del Sur?
-Tengo mi casa en El Calafate, es un refugio que me tranquiliza saber que está ahí. Es una raíz que no me animé nunca a cortar. La mitad de mi vida la viví acá, pero me sigo sintiendo una porteña sobreadaptada. Cuando voy al Sur siento que estoy en mi lugar. Pero es lo que le pasa a todo exiliado que no termina de ser de ningún lugar. Más allá de eso, cuando hacés un trabajo creativo está bueno no ser mucho de ningún lado, poder fundirte en diferentes universos que te permitan incentivar la imaginación. Todo empieza porque lo imaginás. Antes de cualquier acción hay un pensamiento creativo. Es vital para las personas la capacidad de imaginar.
Erika convida el último mate y se pone su tapado rojo. Rojo como el hilo que usa de metáfora para hablar de la historia de amor de sus personajes de la novela, su primera hija literaria. Siente que la película es como una prima. Resta descubrir si es de esos parientes cercanos o lejanos.