Él no la había olvidado y las redes lo ayudaron a ubicarla, pero un contratiempo puso a prueba su amor.
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No había podido olvidarla después de tantos años. Algo en ella lo había marcado para siempre y, por más que él se había esforzado en rehacer su vida, de alguna u otra forma ella se hacía presente tanto en sus pensamientos como en sus sueños. Se habían conocido cuando ambos tenían 19 años. Él, empleado de un comercio en una zona de Morón, en la provincia de Buenos Aires, había quedado impactado con su belleza cuando ella se acercó esa tarde de viernes a pedir cambio. “Venía a buscar cambio para poder dar vuelto y me hacía vibrar. Su pelo, sus ojos, todo era mágico en ella”, recuerda Edgardo López (65)
Hasta que un día juntó coraje y la invitó a salir. Lo había planeado durante varios días. Ella solamente trabajaba en aquel local los viernes y sábados y las oportunidades no eran muchas para lograr un primer acercamiento. “Además, me había enterado hacía poco que era la hija del dueño, algo que me ponía más nervioso todavía. Pero me animé y le propuse ir a tomar algo”. Adriana sonrió y aceptó con un tímido “sí”.
“No nos vimos nunca más”
Los temas de conversación, los valores y lo que pensaban para un futuro fluyó entre ellos, como si hubieran estado conectados desde siempre. Comenzaron una relación que él recuerda como intensa y marcada por un amor que luego nunca más experimentó. O sí... solo el tiempo lo confirmaría.
Pronto todo se complicó. Se habían comprometido y los planes que habían hecho juntos estaban encaminados. Sin embargo, el destino quiso que ese no fuera su momento. ¿Fue quizás porque eran jóvenes e inmaduros? ¿O tal vez sus corazones todavía no estaban preparados para lo que el laberinto de sus vidas tenía pensado para ellos? “Un día me enojé con ella por una tontería, típico de adolescente. Ella hablaba con un chico que había salido con ella años antes y a mí me molestaba”. Eso hizo que comenzaran a surgir algunas asperezas en el vínculo hasta que tomaron la decisión de distanciarse. “Me alejé por celos y por cuentos sin fundamentos pero que yo creí ciertos en ese momento. Y, a pesar de que vivíamos cerca, no nos vimos nunca más”.
Y así, de un día para el otro, sus destinos -que habían estado unidos- tomaron caminos diferentes. Edgardo se casó, tuvo dos hijos y en 2002 dejó el país para instalarse en España. Allí pudo, con mucho esfuerzo, abrir un bar y convertirlo en la fuente de sus ingresos. Ella, por su parte, también formó familia y se convirtió en mamá de cinco hijos.
El reencuentro menos esperado
Lo que ninguno de los dos suponía era que 35 años después la vida los volvería a cruzar. Ocurrió en España, donde ella también estaba en ese entonces ya que pasaba mitad de año en ese país. “En todos esos años jamás había dejado de pensar en ella, soñaba con ella y estaba muy presente en mi vida”. Recordó su cumpleaños, la buscó por Facebook y aunque ninguno de los dos podía salir de la sorpresa de saber que estaban en el mismo lugar, acordaron verse.
El encuentro fue en Barcelona. Ella estaba separada. Y él no dudó en dejar su matrimonio para poder verla. Sabía que era el amor de su vida y no quería dejar pasar la oportunidad. No otra vez. “Fue una felicidad inmensa volver a verla. Lloramos juntos de emoción. La encontré hermosa, como siempre. Y en el instante en que mis ojos la divisaron todo mi cuerpo sintió que tenía frente a mí al amor de mi vida”.
Se pusieron al día sobre sus vidas, charlaron, rieron, lloraron y se emocionaron. Decidieron que esta vez estarían juntos a pesar de la distancia que los mantendría alejados durante algunos meses del año. Ella volvía a Buenos Aires con frecuencia y Edgardo prometió que también viajaría a la capital de la Argentina para que pudieran estar juntos. “Fue hermoso tenerla a mi lado después de tantos años. Disfrutamos esos años como niños. Íbamos al cine, al teatro, salíamos a comer, viajábamos, organizábamos encuentros con nuestros hijos.
“La extraño muchísimo”
2021 puso a prueba, una vez más, su amor. Se encontraban de vacaciones en Argentina. Edgardo había llegado en febrero para festejar su cumpleaños. Al mes siguiente se tomaron unos días de descanso en la costa. Regresaron a la capital porque ella comenzó con un cuadro de fiebre que no cedía.
La internaron, le diagnosticaron neumonía y Covid y cuando menos lo esperaban, ocurrió el hecho más triste que Edgardo hubiera imaginado. El amor de su vida le había dado batalla a la enfermedad hasta que su cuerpo dijo basta y falleció. “Quedé desgarrado. Mi vida es bastante triste y solitaria por estos días. Me dedico a trabajar y a recordar los lindos momentos que pasamos juntos. La extraño muchísimo”.
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