A fin de mes, Leticia Marqués y Carlos Niebuhr comienzan una travesía “por tierra y aire” y “sin fecha de regreso” por toda la Argentina
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Sentados en la galería de su casa, en Cardales, Leticia Marqués (61) y Carlos Niebuhr (71) contemplaban la quietud de su jardín. No recuerdan si era un día de semana o de fin de semana, porque para ellos -los dos ya están retirados- no hay gran diferencia entre unos y otros. De repente, Marqués cortó el silencio: “Carlos, ¿qué vamos a hacer a partir de ahora? ¿Qué vamos a hacer el resto de nuestras vidas? ¿Esperar a que nos vengan a visitar?”.
Esa tarde, hace poco más de un año, el matrimonio ideó una travesía que están a punto de concretar. A fin de mes, la pareja partirá a recorrer la Argentina con su camioneta y una casa rodante de arrastre. Pero esa es solo una parte de la aventura: en la caja del vehículo, la maestra jardinera retirada y su marido, ex administrador de consorcios, llevarán su globo aerostático. “La idea es volar por encima de pueblos y de paisajes de todo tipo. Queremos tener una experiencia de vida distinta”, explica Niebuhr, que desde joven es, por hobbie, piloto de avión e instructor de vuelo de planeador.
Dentro del rubro aeronáutico, él y su mujer son conocidos como “Carlos y Leti” , o simplemente como “los del globo”. Y es que son el único matrimonio del país conformado por instructores de este deporte, considerado el método de vuelo más antiguo de la humanidad. El primero en acercarse al deporte fue Niebuhr. Su primer viaje en globo fue durante la filmación de un capítulo de la serie Los Simuladores, hace unos 20 años. “Un amigo piloto volaba globo, entonces le pidió a otro piloto que me llevara a dar una vuelta. Y este me dice: ‘Voy a hacer un vuelo para la serie, ¿me acompañás?’. A mí me encantaba la serie. Era un capítulo en el que hacen una expedición arqueológica. Los actores hicieron un vuelo falso, los que realmente hicimos despegar el globo fuimos nosotros. A mí me encantó la experiencia. Apenas me bajé, empecé a arreglar para salir a volar con diferentes pilotos de aeróstatos”, rememora.
Niebuhr se convirtió en piloto comercial de globo y en instructor. En todos estos años, su mejor alumna, asegura, fue Marqués, quien ahora también es piloto comercial de aeróstatos. A principios de 2020, ella se convirtió en la primera persona en el mundo en volar en Globo Solar, un globo que flota en el cielo sin combustible. Esta aeronave asciende únicamente debido al calor que produce el sol sobre el nylon y aterriza nuevamente sobre el suelo gracias al enfriamiento del globo que se logra al liberar parte de su aire caliente a través de ventiles.
“La experiencia fue increíble. Es difícil reproducir en palabras lo que se siente ahí. Un artista tucumano diseñó el globo solar y buscaba una mujer que se animara a ser la primera persona en volar en un globo así. La gente de abajo sufría, pero yo estaba feliz, a 320 metros de altura, sin ningún tipo de combustible ni motor, sobre las Salinas Grandes de Jujuy. El silencio era total. Lo volvería a hacer”, cuenta ella.
“Leticia es muy valiente -suma su marido, con quien suele salir a volar-. Al ser la primera, automáticamente tiene todos los récords: la mayor altura, la mayor distancia y el mayor tiempo. Son 32 récords en total. Lo que nadie nunca va a poder superar es que ella fue la primera”.
El vuelo aerostático es una parte fundamental de su relación. Tal es así que hasta se casaron sobre un globo. “Yo tenía 42 y él, 52. Yo soy viuda. Cada uno tiene sus propios hijos y nietos”, explica Marqués. “Recién empezábamos a volar en globo, pero ya nos encantaba. Nos casamos en la canasta, antes de despegar. Leti tiró el ramo desde la barquilla y salimos volando. Un compañero nuestro hizo de piloto”, suma su marido, hoy presidente del Club Aerostático Argentino. Él y su mujer son, además, los pilotos oficiales del globo de la Fuerza Aérea Argentina.
“Es el comienzo de una nueva vida”
En los últimos años, el matrimonio ha emprendido travesías de pocos días por Ecuador, Paraguay y Colombia. Pero su mayor aventura, su gran proyecto tras el retiro profesional, todavía no ha empezado. No saben cuánto durará, prefieren no hacer planes. “Vamos a ir de pueblito en pueblito, sin apuro, sin tiempo. Cada día, vamos a ir a donde decidamos esa mañana. No nos interesa llegar a algún lugar en particular, sino dejarnos llevar y disfrutar de la experiencia, de la gente, del vuelo. Para mí, este es el comienzo de una nueva vida”, cuenta ella. Destaca también que el principal beneficio de viajar su edad es el hecho de ya no tener hijos chicos a cargo.
De todas formas, ni Marqués ni su marido quieren perderse los eventos familiares importantes. Es por eso que diseñaron un plan para poder viajar por el país y, al mismo tiempo, poder hacer recreos y volver a Buenos Aires cuando quieran o lo necesiten. “Al ser pilotos, tenemos la posibilidad de dejar la casa rodante en algún aeroclub del país unos días y volver a Buenos Aires en la camioneta para el cumpleaños de un nieto o un casamiento, por ejemplo”, explica Marqués. El proyecto de viaje también incluye llevar una cámara de video y filmar, desde el aire, la vista aérea de distintos paisajes y pueblos del país, para después compartir las grabaciones con las personas locales y subirlas a YouTube.
La pareja de pilotos tiene descargado en sus celulares tres aplicaciones del clima: Weather Channel, Wind Gurú y Accuweather. Cada madrugada, antes de decidir si inflar el globo o no, mirarán las tres, para asegurarse de evitar fuertes corrientes de aire. “Si el día está bueno, el globo se desplaza con el viento unos cinco kilómetros. Por eso, para este viaje, un compañero de secundaria me regaló una bicicleta. La vamos a llevar colgando en el globo, así cuando aterrizamos Leti se sube y pedalea hasta la camioneta y después la trae hasta donde está el globo. Lo va a hacer ella porque es 10 años más joven”, cuenta Niebuhr, entre risas.
Al igual que a su esposa, a él también le cuesta poner en palabras lo que siente cuando está arriba del globo. “Cómo explicarte…Es una cuestión atávica. Casi no tiene tecnología. Técnicamente, no volás, sino que flotás en el aire. Estás en un balcón, desplazándote en el aire a baja altura, y mirando, chusmeando todo. Es una sensación única. El globo es como la vida: vos sabés de dónde salís pero nunca dónde vas a terminar. El globo te lleva por trayectos que no podés prever exactamente, pero vos elegís, más o menos, en dónde bajar. El globo es el último vuelo romántico que queda”, expresa.
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