Empezó en una reconocida empresa con 19 años, pero el trabajo no era todo lo que buscaba para su vida.
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“Podía decir que estaba bien”, pensaba muy a menudo para su interior. Tenía auto propio, alquilaba un departamento, su sueldo fijo le alcanzaba para vivir y darse algún que otro gusto y también tenía tiempo para ir al gimnasio, jugar al paddle y organizar salidas con amigos.
Criado en un barrio de clase media de la provincia de San Juan, Dano Basso recuerda una infancia tranquila junto a su padre excombatiente de Malvinas, una mamá ama de casa y dos hermanos, a los que define como “su vida”. Había entrado a trabajar en la empresa de los arcos dorados con 19 años. “Solo quería un poco de dinero propio para salir y comprarme alguna pilcha. Luego, con muchas horas de laburo, surgieron oportunidades de ascenso. Era mucho sacrificio pero valía la pena. Primero trabajé como entrenador, más adelante como encargado de área hasta que finalmente llegué a ocupar el puesto de gerente de Recursos Humanos”.
La experiencia le estaba resultando absolutamente enriquecedora. Dentro de la empresa, a lo largo de los años, había tenido la posibilidad de adquirir muchos conocimientos, asistir a diferentes cursos, y hacer trabajo de piso, por lo que vivía días agitados con objetivos que cumplir.
“Pero en un momento de mi vida me di cuenta de que, por costumbre, rutina y otros factores estaba posponiendo un sueño: el de viajar por el mundo, conocer culturas, idiomas y no quedarme solo con las imágenes que veía por la web o la televisión”.
Un año para organizarse
Estaba decidido. Dejaría la vida que conocía atrás y se lanzaría a la aventura. Hizo planes durante un año, quería irse bien de Mc Donald´s y dar por cerrado un ciclo. No quería dejar deudas tampoco, de modo que con su hermano Fabricio y su hermana Verónica se mantuvo firme en los pasos que tenía que dar para avanzar hacia su objetivo. Tuvo que pagar unas tarjetas de crédito, vender el auto, conseguir dólares -que en ese momento era mas fácil que hoy-.
El destino elegido fue Australia. “Maxi, un amigo que ya había estado en Nueva Zelanda me decía: vos que tenés pasaporte italiano, tenés que ir a Australia y la levantás en pala. Con esa arenga yo ya estaba listo para sacarme la corbata y ponerme los guantes. Dispuesto a tomar los trabajos que surgieran. Juro que lo recuerdo como si fuera ayer cuando llegué a ese país. Era todo majestuoso y había agua por todos lados, muchas playas, bosques y lagos”.
Dano llegó un 19 de septiembre y el 22 ya estaba trabajando. Al mes siguiente consiguió empleo en el correo Australia post. “El laburo era de 8 a 15 h y todos los días 15:30 ya estábamos en la playa tomando un mate, café o cerveza entre amistades. Ese país me cambió la vida en temas de seguridad y de paz financiera. Pasé de ganar 30 mil pesos en argentina a 540 mil por mes según la conversión de aquellos años. Todo eso me dio la posibilidad de viajar por Europa”.
“Vivir tranquilo no tiene precio”
Italia, Francia, España, República Checa, Hungría, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania y Dinamarca fueron algunos de los países que Dano pudo conocer. “A cada uno fui con los ojos bien abiertos, con ganas de conocer sus culturas y comprobar algunos mitos. Ahora estoy instalado en Dinamarca. Trabajo en un test center de covid. La calidad de vida de este país hace que sea todo tranquilo: la seguridad, caminar tranquilo, la paz financiera es increíble. No existe preocuparse por llegar a fin de mes, se gana lo suficiente para vivir bien, ahorrar, comprar regalos y lo más importante ¡viajar!”.
Sin embargo, Dinamarca tiene un costado que a Dano no le agradaba mucho. Por ejemplo, las bajas temperaturas de gran parte del año y la ausencia de luz solar -en invierno oscurece a las 16 h- hacen que, por momentos, los días le resulten un tanto agobiantes. Pero reflexiona al respecto: “salir de mi zona de confort, me abrió mucho más la mente, estar expuesto a lo nuevo y diferente me permitió aprender y desaprender, conocer culturas, costumbres, experimentar más libertad e independencia, estar solo para todo, y eso te obliga a evolucionar y crecer”.
Para él, Argentina es un país hermoso, la casa, la familia los amigos, lo que extraña y jamás olvida es su origen. “¿Volver? Siempre está la idea, emprender algo, pero luego ves la realidad y actualidad y no te dan ganas de hacerlo. Por ahora solo se trata de regresar cada tanto para disfrutar de la familia y los amigos. Hoy elijo quedarme un par de años más por acá. Vivir tranquilo no tiene precio”.
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