Quien salga a la calle por estos días y se cruce con un jardín a la vista de los vecinos, tal vez tenga la fortuna de verlas: en esta época en la Argentina, cuando el frío comienza a ceder de a poco, los días se alargan y la primavera da tibias pero claras señales de su cercanía, las camelias, arbustos longevos que resisten sobre todo en los jardines más antiguos, se expresan en todo su esplendor.
Originario de las zonas boscosas del sudeste asiático, este arbusto que alcanza su máxima altura al llegar a los 5 metros, es una perla del invierno tardío en este punto del planeta. En temporada de frío y hasta comienzos de septiembre, los pimpollos despiertan, desplegando su delicada belleza en diversos colores. En el caso de la Camellia japonica, una de las especies más difundidas en nuestro país, sus flores serán rojas, blancas o rosadas. Se trata de un atractivo exquisito, cuyo tamaño oscila entre los 7 y 12 centímetros de diámetro, disponiéndose, en algunos casos simples y en otros dobles, en el ápice o punta de las ramas.
Una vez que los pétalos caen al suelo, convirtiendo la base del arbolito en una alfombra de pétalos, aparecerá el fruto: una cápsula globosa de 4 o 5 centímetros de diámetro, que dentro alberga unas pocas semillas. Sus hojas -de un verde lustroso-, se renuevan, por supuesto, pero jamás dejan las ramas al desnudo, ya que se trata de un arbusto perenne.
¿Cómo se cultiva?
En su hábitat de origen, la camelia crece al abrigo de otras especies de más altura. Para cultivarla en casa, es importante tener en cuenta esa característica: se desarrollará mejor en un lugar en semisombra, aunque también puede cultivarse a pleno sol. Prefiere suelos ácidos y húmedos sin encharcamientos, de modo que, si naturalmente no lo son, es importante que les procuremos las condiciones que necesitan, acidificando el suelo con la incorporación de turba o pinocha alrededor de la base de la planta.
La camelia es una especie muy resistente al frío, demora varias décadas en alcanzar su máxima altura y es precoz para generar flores.
El paraíso escondido de camelias en el Delta bonaerense
Para los amantes de estas flores -y de la naturaleza en general- existe sobre uno de los brazos del arroyo Felicaria, en la Segunda Sección de Islas del Delta, la Isla de las Camelias, un reducto imperdible. Se trata de una porción de terreno donde Hernán Marquez, floricultor, lleva adelante un vivero especializado que hoy cuenta con una colección de 40 variedades. Marquez heredó las tierras y el fanatismo de su padre y hoy es un experto que, además de productor, es anfitrión para los turistas que quieren acercarse a sus plantas. Consultado para un Anuario de la revista Jardín, tiempo atrás, Marquez recomendaba suelos drenados, ácidos y zonas de sombra o media sombra, con bastante circulación de aire, sin exposición a fuertes vientos ni a heladas directas para un cultivo exitoso.
"No hay especies más difíciles que otras dentro de las camelias -decía entonces-, algunas tienen características diferentes. Es cierto que las más delicadas son las de flores blancas, porque muestran más notoriamente los problemas relacionados con hongos de la flor (botrytis o Ciborinia camelliae) que provocan el marchitamiento precoz de las flores o daños en los pétalos por bajas temperaturas (sin llegar a ser heladas)". Entre sus advertencias, también señalaba la importancia de ralear los pimpollos, ya que las camelias tienden a producir gran cantidad de primordios florales juntos, y a estar atentos a los ataques de cochinillas, muy característicos en estas plantas. ¿Su consejo paisajístico? Combinar camelias con hortensias, azaleas y jazmines, especies con necesidades de cultivo similares y con floración escalonada a lo largo del año. "De esta manera -señalaba- siempre tendremos arbustos en flor en nuestros jardines. Combinarlas también con algún ejemplar de ciruelo, y algunos bambúes de fondo, completan la idea de jardín oriental".
Para quienes no cuentan en su casa con un espacio en el que la planta crezca directamente desde la tierra, pero anhelan tenerla, la camelia tiene a favor que, como otras plantas de crecimiento lento, puede cultivarse fácilmente en maceta. Habrá que esperar que crezca, pero brindará su compañía durante mucho, mucho tiempo.
Cuidados
- Fertilizarla con abonos de liberación lenta, con un nivel de nutrientes equilibrado (15-15-15), que suelen contener otros elementos, como hierro, calcio y magnesio, en su formulación.
- En el extremo de las ramas se encuentra la yema que florecerá ese año y también la del año próximo, por lo tanto, podar toda la planta implica la pérdida de la floración de dos años.
- Necesita riegos frecuentes en el verano.
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