El 4 de enero de 1881, hace exactamente 143 años, se instalaron los primeros 20 aparatos telefónicos en Buenos Aires y la primera conversación se dio entre dos altas figuras gubernamentales, aunque no todo salió como esperaban...
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Smart Phones, iPhones, WhatsApp, Zoom... En un mundo interconectado y con un avance de las telecomunicaciones incesante, es difícil imaginar que alguna vez la sociedad pudo subsistir sin contar siquiera con un elemento tan básico como un teléfono. Pero eso, efectivamente, sucedió. Y también hubo un día en que, en la Argentina, se produjo un llamado telefónico inaugural. Fue hace exactamente 143 años, y los protagonistas fueron dos altos funcionarios del gobierno argentino de entonces. Pero aquella comunicación no salió todo lo bien que se hubiera deseado.
El primer contacto telefónico argentino se realizó en la ciudad de Buenos Aires apenas unos cuatro años después de que el inventor Alejandro Graham Bell patentara su creación en los Estados Unidos. Este patentamiento fue en marzo de 1876, y la primera casa porteña en la que se instaló uno de estos aparatos fue la del ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Julio Argentino Roca, el doctor Bernardo de Irigoyen, ubicada en la calle Florida 351 (numeración de entonces), casi esquina Tucumán. Fue la calurosa mañana del 4 de enero de 1881.
Esta instalación estuvo a cargo del técnico en telefonía francés Víctor Andén, de la empresa Bell, y fue el primero de una veintena de dispositivos que se colocaron ese mismo día en la ciudad. Entre ellos, pueden contarse los teléfonos que se pusieron en la casa de Roca, en lo del el presidente de la Comisión Municipal de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, en lo del ministro de Guerra Benjamín Victorica, y en diversas instituciones como la Sociedad Rural, el Club del Progreso y el Jockey Club. Todos personajes y entidades vip de aquella generación del ‘80 que comenzaba a florecer.
Y, en consonancia con estas relevantes figuras, ¿con quién podía inaugurar su línea telefónica el ministro Irigoyen si no era con otra personalidad trascendente de la política argentina? Es así que el funcionario utilizó su primer llamado para comunicarse con la residencia del primer mandatario de la Nación, el General Roca, ubicada en Rivadavia 1783 (hoy, 4900), frente al actual Parque Rivadavia. Pero algo falló en la realización de ese primera conversación a distancia. No por una cuestión técnica, sino por una simpática interferencia humana.
Sucedió que el mandatario argentino no llegó a atender el teléfono en el momento adecuado. Hubo alguien que se le anticipó. Este curioso imprevisto lo rescata el historiador porteño Ricardo Llanes, en el tomo 2 de su obra Historia de la calle Florida: “En tanto llegaba al teléfono el general Roca, un niñito sobrino de este se acercó al tubo y comenzó su parla incomprensible. Dicen que Don Bernardo dio término a la conversación opinando que era imposible y que la empresa debía continuar sus ensayos antes de ponerse a una obra definitiva”.
Claro que el malentendido que había producido el entrometido pequeño se resolvió muy pronto cuando las cosas se aclararon y, según el autor mencionado, con una nueva comunicación que salió correctamente, “se abrió camino hacia el progreso”.
En efecto, esta fue la primera de una serie de llamadas que iban a instalar, con el tiempo, al teléfono en el primer lugar en el listado de las herramientas de comunicación en el país. Aunque es verdad que en un principio esos aparatos se veían solo como un objeto de lujo, reducido a una elite, y, en términos de utilidad, un simple auxiliar del telégrafo.
Surge la industria telefónica
A comienzos de ese mismo 1881, Roca otorgó, por decreto, permisos oficiales a tres empresas para que comenzaran a prestar servicios telefónicos. Se instalaron así la Compañía de Teléfonos Gower-Bell, de origen inglés, la Socieété du Pantéléphone L. de Locht, de procedencia belga y la Compañía Telefónica del Río de la Plata, subsidiaria de la compañía Bell, de los Estados Unidos.
Con los años, con la fusión de algunas de estas compañías más la llegada de otras, el nuevo medio de comunicación se convirtió en un objeto de deseo y una necesidad social y las líneas fueron expandiéndose a barrios periféricos de la ciudad y también a localidades del conurbano. Poco después de aquella primera llamada algo desprolija, Buenos Aires se convertía en la ciudad de América Latina con más cantidad de líneas telefónicas. De los primeros 20 afortunados con la llegada del teléfono en 1881 se pasó a 600 dos años más tarde y a unos 6000 abonados en 1886. Precisamente, en ese año, se realizó la primera llamada telefónica de larga distancia, cuando hubo una comunicación entre Buenos Aires y la ciudad de La Plata.
Para concluir este relato sobre el primer llamado telefónico en la Argentina con sendos actos de justicia, se deben hacer dos aclaraciones. En primer lugar, por más que Graham Bell se haya llevado las palmas por su invención y haya sido el primero en patentarlo, fue el italiano Antonio Meucci quien, en 1854, construyó el primer prototipo de ese aparato, al que llamó teletrófono. Se dijo que por dificultades monetarias él no llegó a patentarlo, pero el 11 de junio de 2002 el Congreso de los Estados Unidos oficialmente reconoció al italiano como su verdadero inventor.
La segunda acotación sobre este tema es que, si bien la de Irigoyen y Roca fue la primera conversación con el tendido telefónico oficial, hubo un exitoso ensayo de llamada, a modo de experimento público, realizado en 1878 -dos años después del patentamiento de Graham Bell- por dos ingenieros argentinos, Carlos Cayol y Fernando Newman. En este caso, con dispositivos que ellos mismos habían elaborado, hicieron una llamada entre el edificio del diario La Prensa y la Administración de Telégrafos del Estado. Dos puntos de la ciudad ubicados a seis cuadras de distancia.
La dupla de ingenieros, aprovechando su avance técnico, quiso poder comercializar el teléfono en la Argentina, pero nunca obtuvieron el permiso del Estado y pronto se vieron relegados por la llegada de compañías extranjeras, que vieron en la instalación de la telefonía en nuestro país como una gran oportunidad... Un negocio que se inauguró aquí con la conversación fallida entre un ministro de Relaciones Exteriores y el sobrino inoportuno de un presidente.
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