Entre el vino y la sidra
Son muchos los productos que según el lugar de origen, la materia prima, elaboración y guarda pueden encontrar una excelente oportunidad de consumo. Ahondando sobre dos bebidas provenientes de una fermentación alcohólica podemos mencionar el vino y la sidra.
La utilización de una botella adecuada, el tapón ideal, el etiquetado más atractivo de acuerdo con el mensaje que el productor quiera llevar, son algunos de estos aspectos. De ambas se pueden destacar los estilos tradicional y moderno.
En el primer grupo se consideran factores tales como consumo familiar y social siempre asociado al encuentro o festejo, si la situación lo amerita.
Llevan la connotación de un producto artesanal, de productores y marcas que transmiten trayectoria, y felizmente una historia.
El segundo grupo se destaca, entre otras cosas, por acercar a un consumidor joven, abierto y perceptivo; por atraerlo con una etiqueta en una ocasión de consumo que de por sí ya es diferente porque el consumidor actual hizo un cambio cuantitativo por uno cualitativo; en cambio, la sidra refleja un crecimiento anual.
Hay que rescatar que países tradicionalmente productores como España, la región de Asturias y Francia, en la Normandía, han tenido un rol destacado y merecedor de este fenómeno.
En viejos y nuevos mercados se busca competitividad y presencia, así comparten el atractivo y el desafío que genera Inglaterra como país de exportación para los vinos, donde la sidra está posicionada como bebida actual.
Una presentación y comunicación distinta generada por la gran diversidad de marcas, la incorporación de bebidas de calidad a una gastronomía dinámica y audaz en todo el mundo, y un consumidor curioso, acercan a estos dos productos nobles a ganar cada vez mayor presencia. Es cuestión de darles el lugar.
lanacionar